Juancho José Barreto González
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Hace cierto tiempo, en un taller cuyo objetivo era prepararse para una entrevista de trabajo, les pregunté a los participantes ¿Qué es un pan? Las respuestas fueron variadas, tanto como pueden darlas ustedes mis lectores.
El pan es símbolo de alimento amasado. Cuántos en este barrio, en este país, en este mundo nocturno se han acostado sin comerse “un mendrugo de pan”. Amasar el pan es lo primero que deberíamos considerar como trabajo estratégico. El pan se amasa con las manos. Es una reiteración, pero, las manos que amasan el pan son las manos más importantes.
Mucho tiempo después inventé la tesis de las dos papas, es como decir, la tesis de los dos panes. 1.-El pan que alimenta el cuerpo. 2.-El pan que alimenta el espíritu. Es lógico pensar que las manos que amasan el pan espiritual son tan importantes como las manos amasadoras del pan que alimenta el cuerpo.
Cuando cada quien ocupe su lugar todos los oficios son importantes. Pero estos dos, pasan a ser superiores en una sociedad que tiene la capacidad de estas panaderías, es decir, de asociaciones de manos que se combinan creativamente para intercambiar sus productos en el mercado de los seres humanos. Esta parte de la carta se llama “amasar sueños”. Una especie de tercera mano, vinculante de los movimientos de la mano 1 y de la mano 2.
Hace cien siglos una mano le dijo a otra mano, en el lenguaje de señas, “mano, pásame eso”. La otra mano, del otro, mano que estaba al lado, le preguntó ¿esto? Algún tiempo después, esto o aquello comenzó a tener nombre, las cosas y los seres, se inventaron las palabras para que posteriormente pudiésemos decir “mano pásame un pan”. Intentamos, y trabajamos en ello, que, en cierto tiempo podamos decir, en el tiempo de lo humano, “mano, pásame los tres panes”. Alguno de ustedes pudiese escribir un ensayo y lo podríamos llamar “El cuerpo, el espíritu y los sueños”.
Síntesis: El ser hambriento, sin espíritu y sin sueños, involuciona. Lo alerta Alberto Merani cuando expresa de forma contundente “Hambre del organismo por falta de alimento, y hambre de la mente por carencia de estímulos llevan a una inanición total que una falsa conciencia quiere encubrir asegurando que es cuestión de técnica”. (De la praxis a la razón, segunda edición, 1975, p.163).
No es una cuestión de tecnologías, El cuerpo tiene hambre, hambre biológica, nos dan comida visual y virtual. El cuerpo pierde el espíritu, se artificializa o simplemente carece de estímulos.
Finalmente, muchachos de la vida, “nadie puede soñar por nosotros”. Para tener los tres panes debemos procurar la gran revuelta de las manos, del cerebro y del lenguaje. Una mano, a estas alturas de la noche, me hace señas, tipo trujillano, “vení, escuchá, ponga “del cerebro corazón para que ambos fluyan”… Entonces, pido disculpas a Merani y escribimos “la revuelta de las manos, del cerebro, del corazón y del lenguaje”.
Me encanta esa “acusación” de que voy a entregarle, la universidad a los estudiantes. Quiero mejorarla, ponerla mucho mejor, invitando a construir la universidad de los tres panes, el país de los tres panes, el mundo de los tres panes. Entonces, en el camino al nosotros, diremos “mano, pásame los tres panes”.