Cartas | Léxico del laberinto | Por: Juancho José Barreto González

 

Para curar+nos hay que aprender a sanar la enfermedad. Dos síntomas se combinan. La sociedad rota, y, por ende, la falta de “zonas de comprensión” por un lado, y lo que he llamado “la paraideología”.

Ya la nación o la patria no nos “asocia” para entenderla como un bien común en sus fronteras interiores, donde predominan los grupos de intereses sobre las instituciones. La Constitución, en vez de ser una norma superior para el derecho ciudadano indiscutible se ha convertido en lo que devino la anterior: letra muerta. Se origina una incapacidad, una simulación. Fingimos tener y vivir en sociedad. Un cruento individualismo nos socaba por aquello de los intereses inmediatos.

Ningún Estado ni Gobierno puede funcionar, en todas sus formas, con una sociedad fragmentada. Este ha sido el objetivo victorioso de los “estrategas de la división” desde la aparición misma de las “republiquetas” latinoamericanas. Desaparecen en realidad los intereses de todos, “todo no existe”, entonces, el fragmento trata de imponerse. Ejemplos sobran. Aquí es donde aparece la “invisible paraideología”.

La paraideología marca la actuación contra la ideología del otro considerando que “lo que el otro es no es, el otro es el mismísimo diablo”. Una “persona” para atacar a otra “persona” la desmonta por lo que esta última “persona” representa ideológicamente, es decir, por su “visión de mundo”, asociada a su comportamiento “basura” o de “alianza con el enemigo”. La paraideología tiene como esquema la bipolaridad entre el amigo y el enemigo. Revísese con cuidado la noción de “enemigo interno” que aplica el gobierno o la oposición bipolar.

Insisto en que debe revisarse las consecuencias históricas de la última cosiata en este país que logró profundizar la división de la república que llegó a debatirse “entre dos gobiernos que se disputaban su control”. Dos fuerzas más o menos del mismo tamaño “cultural” que crearon un léxico mental paraideológico que procuró convertir la cotidianidad nuestra en conflicto permanente mientras “negocian” los términos para repartirse la torta republicana. Es imposible obviar el hecho de que todo esto ocurre bajo el ojo panóptico de las grandes “potencias” que juegan a su antojo el ajedrez planetario.

Gobierno y oposición están atrapados en este esquema. Son víctimas de sí mismos y todo lo que tocan lo vuelven odioso. Venezuela está atrapada en este esquema, es víctima de estos esquiroles de la democracia y de la revolución que actúan a sus anchas engañándonos y engañándose. Es una farsa en el marco de una sociedad rota, enferma.

Han aparecido y seguirán apareciendo formas alternativas ante la quiebra de la república y la sociedad rota. Debemos intentar salirnos de este cajón ideológico funerario, irrumpir no sólo con la crítica creadora, sino también, con la creación misma de estas formas alternativas. Es obvio, si seguimos en este cajón, garantizamos la continuidad de la guerra civil entre venezolanos.

Si no superamos la crisis de relaciones entre nosotros mismos, si no reflexionamos sobre las trampas y las tretas de la cultura bipolar, si no entendemos la reflexión y el juego de decirse la verdad o de buscarla en todas partes, si no creamos el léxico y la acción para curarnos, estaremos dando vueltas en este laberinto que nos carcome como seres vivos en espacios enfermos.

proyectoclaselibre@gmail.com

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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