Cartas | La Universidad Viva | Por: Juancho José Barreto González

 

Con esta carta, La Universidad Viva, quiero celebrar a viva voz la apertura sencilla y directa del debate para conversar sobre un espacio complejo, delicado y debilitado justamente por la ausencia del debate. El resto forma parte del editorial de las componendas, de la falta de información o, peor, de la falta de memoria. Sin memoria no hay historia.

La universidad se volvió errante en una rutina de costumbres burocráticas. Pasamos de academia a empresa controlada por intereses foráneos que hacen de la universidad un “asunto de acuerdos” de intereses grupales y personales. La pasión crítica en busca de la verdad y el conocimiento forma parte de un segundo o, quizá, un tercer plano. Responsablemente debemos sacudir el marasmo universitario. Quienes conducen la universidad la han llevado a un peor lugar ¿Cómo definir este lugar?

Un lugar dominado por intereses distanciados de aquellos intereses propios de la comunidad universitaria. La comunidad ha sido disipada, no existe el destino común. Cada quien por su lado tratando de sobrevivir a la crisis. Esta crisis, a lo interno, se visualiza como el desplazamiento de la academia por la burocracia; de la democracia por la dedocracia. El estado interno de la universidad que es la autonomía ha sido violentado por la burocracia, burocracia que se burla de nuestros derechos políticos (como ciudadanos) y académicos (como universitarios). Desde el año 2012 debieron hacerse elecciones, para elegir autoridades, y las autoridades desde entonces han demostrado una manifiesta incapacidad “democrática”.

Quisiera dejar en esta carta, vendrán otras, algunos signos y señales de la Autoridad que pudieran servir para comprender su “dialéctica”:

1.- No ejercitan la ética desde la política: “la ética como esfera de ejercicios”

2.- Han roto el reconocimiento mutuo: las autoridades, en forma específica, no reconocen los derechos de la comunidad universitaria contenidos en las leyes y la constitución. Las leyes contienen la participación que la autoridad disuelve. “Tus derechos son tan válidos como los míos”, “Tu libertad es tan válida como la mía”. Usan la autonomía para negarla en el ejercicio.

3.- La universidad democrática debe practicar “la ética de lo político” y oponerse a que se haga política partidista desde una ética falsa, de doble discurso que pide democracia para el país y no la practica dentro creando una microfísica de las costumbres para volverla pasmosa y burocrática.

4.- “Crear espacios de libertad” y de “autonomía” frente a la rutina burocrática castradora de unas autoridades sin autoridad ética y sin libertad. Las autoridades sin autoridad ética violentan las formas jurídicas de la universidad y, al mismo tiempo, temen cambiarlas en función de mayor libertad política para la comunidad. Rompen las reglas y niegan a la comunidad sin reconocerles sus derechos.

5.- Las autoridades se salen del Estado de Derecho para actuar contra la autonomía.

Estado de derecho es la ética en la esfera política. Al no practicar la autonomía e ir en contra de los derechos de la comunidad universitaria, la práctica de las autoridades universitarias se queda sin ética política, actúan en función de otras reglas que ellos han inventado o a las cuales obedecen, actuando como “autoridad” en contra del Estado de derecho y de autonomía universitaria, actuando en contra de los derechos adquiridos y progresivos de la comunidad. No somos iguales ante la ley, y ellos nos han dejado sin ley, es decir, sin derecho. Ya no elijo como universitario, me imponen la autoridad. La autoridad impone la autoridad, se volvió fascista, cruel. La ley no define a la universidad, la autoridad dentro de ella se impone. La prudencia ante la ley, propio de una ética, se transformó en otra cosa. Esta otra cosa no es más que incompetencia para aplicar la ley haciendo trampas para burlarla.

6.- El Estado de derecho de la Universidad es la autonomía y debe entenderse como la libertad de organizarla y pensarla. Esta libertad ha sido oscurecida, y se usa para violar nuestro Estado de derecho universitario que es la autonomía y, también se usa de manera oscura para violar nuestro Estado de derecho como ciudadanos de una nación.

7.- La autoridad sin ética ha conducido a la universidad a un lugar injusto, a una condición perpleja. La autoridad sin ética ha convertido a otros en universitarios sin ética, en ciudadanos sin derechos. Este lugar injusto que hoy ocupamos ha desplazado la ética por la burocracia, ha desplazado a la academia por la burocracia y reduce enormemente su ética política.

Vuelve otra oleada, hay síntomas de reflexión. Como dice una profesora pensante, “La universidad está viva mientras sigamos haciendo universidad”. Sigamos pues, la suerte está echada…

 

 

 

 

 

 

 

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