Cartas | La ULA no es del Rector | Por: Juancho José Barreto González

Juancho José Barreto González

Venimos, desde jóvenes rebeldes con causa, de la fibra clamorosa de quienes respiramos con los pulmones de un pueblo con capacidades creadoras de resistencia frente a la opresión de siempre. En 1980 resulto electo presidente del Centro de Estudiantes del Núcleo Universitario “Rafael Rangel”. Con la creativa “Plancha 7” desafiamos a los aparatos partidistas tradicionales y quintuplicamos al segundo lugar. Comenzamos a hablar del Centro de los Estudiantes (Cenurr). Hicimos cosas estupendas. Entre ellas, rendir cuentas periódicamente del dinero de los estudiantes. Teníamos veinte años y ya habíamos aprendido a desafiar a las fuerzas del “Daimon” aristotélico.

El 1ro de junio del 2016 toma posesión, en un acto apoteósico cuya semiótica deberá analizarse mejor, un vicerrector impuesto a través de una jugarreta que parecía circense, resultado de un malabarismo jurídico casi que ingenuo. Aplicaron para imponer al “elegido para tales fines” un tal Artículo 23 de un desfasado Reglamento Parcial de Universidades, ocultando su fecha (1967). Después de 16 años del tercer milenio nos engatusaron con un instrumento para quitar o poner Decanos cada vez que fuese necesario, regresando a los tiempos del absolutismo propios de las universidades monárquicas que, tal vez luzcan más democráticas que la ULA actual.

El 6 de agosto del 2018 llegaron al extremo de considerar al “vicerrector encargado”, en un lamentable informe del “servicio jurídico”, como personal de confianza del rector, una especie de ¡99 administrativo! En tan efusivo evento de esa fecha bisagra para el NURR, el 1 de junio del 2016, se burlaron de nuestra opinión y nos mandaron a leer la Ley puesto que se valen de la retórica por haber cumplido “las normas democráticas”.

De tal manera, secuestraron la autonomía y pusieron a la universidad como estandarte de una guerra por el poder político. Este proceso inédito en Venezuela se deberá estudiar con la suficiente profundidad hermenéutica para comprender cómo una parte importante de la universidad y su comunidad creía en una dirección oposicionista, solicitando democracia en el país mientras que, dentro de la misma, regresábamos a una época de controles abiertamente antidemocráticos.

Se traza así una estrategia que raya en el desparpajo político y el esperpento jurídico. El lugar para pensar se convierte en el lugar para optar al poder, convirtiendo a la Universidad en un partido político exageradamente esquizofrénico. Se le exige elecciones a la “dictadura” trazando una operación paradójica, totalmente. Se genera una sociología extravagante mientras avanza el saqueo a la autonomía y a los bienes de la universidad, tanto espiritual como material.

El NURR ni la ULA no son del Rector, ni del gobierno, ni de la oposición. Hemos entrado a una nueva etapa donde sin duda se manifestará la conciencia universitaria para resolver el estado de anomia al que hemos sido sometidos como institución.

El derecho no existe, se impuso la anomia regentada por “autoridades” y sus agregados en el tiempo, materializándose el mayor atropello a la autonomía, aniquilando derechos políticos y la superior condición ética y académica de la Universidad conducida a su delicuescencia, atizando una cultura de la manipulación y el odio verdaderamente preocupante, asociada a una patética desatención por parte de aquellos entes del Estado encargados de velar por el cumplimiento de la Ley.

 

proyectoclaselibre@gmail.com

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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