Juancho José Barreto González /proyectocasalibre@gmail.com
1.- Una propuesta. Nos vemos en el camino de las manos y de los ojos. Queda más allá del odio. Allí nos daremos cuenta que nuestras manos se parecen en demasía. Hay que escribir la historia de las manos, el libro de las manos.
2.- Darse cuenta es tener conciencia de algo. Leer el libro de la casa implica comprender todas sus ecuaciones y materiales de construcción. “La gente está cerrando las ventanas de sus habitaciones, se está incomunicando. Los fabricantes de ruido en cada cuarto se aturden entre sí”. Hay que considerar la gravedad del ruido.
3.- Hay dos tipos de silencios. El reflexivo y el cómplice. Este último es el que se calla para tragarse todos los ruidos de la habitación y reproducirlos sin comentarios.
4.- De la casa invadida a la casa enceguecida. Mira, pero no comprende. La casa invadida está cruzada por cables visibles e invisibles. Está llena de todos los vericuetos cibernéticos habidos y por haber. Hicimos la independencia a caballo, la perdemos “por los datos”.
5.- La casa venezolana luce mal. Los fantasmas de la división hacen mucho ruido. Los realistas de ayer y los realistas de hoy han logrado “la continuidad histórica del ruido”, mientras que los patriotas, con el brazo torcido, y con su ceguera sectaria, escriben en el yeso de sus extremidades consignas inconexas que “no interpretan el choque de los tiempos”.
6.- Desde algunos rincones se propone una tercera dinámica. La racionalidad del conflicto gobierno oposición se repite en el laberinto. Guerra civil prolongada entre venezolanos. Leer y comprender este libro nos debe conducir a un viraje cultural.
7.- En el camino de las manos nos daremos cuenta que nuestras manos se parecen. Manos arriba, manos a la obra, manos a la pared emulan la historia de la persecución de las manos juntas. Comencemos un ejercicio diario, saludémonos dándonos las manos. ¡¡Epa mano!!
8.- La política de la división de las manos, de la división del cuerpo, en izquierdas y derechas, es política del fragmento del cuerpo.
9.- Volver al nacimiento, nadar contracorriente para que no nos trague la violencia contra todo y entre todos. Es imposible prefabricar el nacimiento como han hecho con la cultura y la política. La casa indignada se despega de la indignación y busca una nueva “política filosófica” como dice Daniel, estudiante de la propioceptiva.
10.- Darnos cuenta de la casa, es tener conciencia de su situación. Depende de los habitantes de la casa, de su angustia, de su libertad. La casa está hecha, no es un proyecto, es una condición de existencia. Su proyección se da en distintos niveles. La base de esta proyección es el pensamiento personal, el espíritu de la casa.
11.- La tercera dinámica concibe un espacio clave, dentro y fuera de las habitaciones. Zonas de comprensión y sala de interpretación. Se comprende porque se interpreta. Nada de tragarse nada sin “haberlo leído bien”. Ningún mensaje, venga de donde venga, puede ser “preestablecido”.
12.- La energía de la reunión puede producir la tercera dinámica. No es un recetario, es una vivencia. Surge así la escala de la participación desde la tercera dinámica en la casa de la comprensión.
13.- Todo pasa por el cuerpo. He sido atacado, me quieren vestir, me desnudan. La muerte cultural del cuerpo tiene su máxima expresión en el matar el cuerpo. Múltiples ejércitos se adiestran en la escuela de la muerte.
14.- La dinámica tercera de la casa de la comprensión debe trabajar la vida cultural del cuerpo y tendrá su máxima expresión en “el mejor vivir del cuerpo”.