Cartas | La patria humana | Por Juancho Barreto

Juancho José Barreto González / proyectoclaselibre@gmail.com

Los sonidos blancos neutralizan los sonidos banales. Lo banal es lo que no tiene sentido, pero hace un dañino ruido. En la patria humana lo banal tiene mucha fuerza, llama la atención y domina. Lo banal camina y nos orienta a lo banal.

La patria banal es un juego, se llama La desmemoria. No importa lo que hice ayer, ni lo que haré mañana, vale la ocasión. Es incoherente e irresponsable. Hace cualquier cosa y no tiene culpa, no la asume, escurre la culpa, se cree no imputable.

La patria banal se opone a la patria humana. Lo banal golpea la sinceridad de la patria humana, inmoviliza su sistema circulatorio, lo paraliza con fuertes dosis de falsa credulidad e incredulidad. Al llover, al revolverse las aguas, lo banal flota como botellas de plástico vacías. Están allí, flotando, superficiales, interesadas en encubrir lo profundo, falsearlo, hacerlo ver de una manera banal. Lo banal vende botellas vacías, flotantes.

Su mecanismo de publicidad repite y repite no tan banalmente lo banal.

Esta es una imagen de la patria humana contaminada. Cada cierto tiempo se mueven las aguas y quizás lo de abajo humano se asome en el horizonte mientras los banales se caen a mordisco, manejados desde controles especiales por banales más banales. A todo banal les gusta las bananas y no han dejado de ser arborícolas. Les encanta mostrar el cogote y tienen un protocolo para los pazguatos. Los banales nos han llevado a una guerra banal que produce resultados banales.

En un ejercicio de memoria, usted puede sustituir la palabra banal, escrita banalmente en esta carta nada banal, y colocar en su lugar fechas y personajes de esta historia…banal.

Siento la soledad de la casa. Don Quijote me mira fijamente mientras una mosca real se mueve rápidamente sobre la pantalla del computador. “Un huracán espiritual es capaz de elevar la patria humana al porvenir, apartar la plasticidad de lo banal y postularse como la otra fuerza para la comprensión”.

Como en un cuento de Rubén Darío, el quijote trasmutado en quijotes, todavía débil por la ruda agresión del general Washington, se reincorpora y comienza a escalar el abismo a donde había sido arrojado. Sus manos manchadas por la historia de todas sus derrotas empuñan la vieja lanza de la redención. Lanza la lanza, danza. Atraviesa todas las paredes de plástico de esta patria banal. Por allí, con una fuerza súbita, sopla el huracán espiritual.

Así, la patria humana comienza a moverse hacia los lados. Se va levantando de cuclillas para limpiar los nubarrones que nos dejan ver sólo los nubarrones. La patria plastificada en su doble versión desea repetir sufrimientos para que todo siga igual. Es decir, la guerra banal.

El sonido del ventilador zumba que zumba. Ha bajado un poco la tensión ocular de mi ojo izquierdo mientras el ojo derecho me mira de reojo. Lo ideal es el encuentro de la mirada. He logrado echar a un lado las botellas plásticas de lo banal. Descubro la ruta hacia el iris. Iris doble, iris conjunto. Al mirar nos lanzamos a la profundidad de las cosas.

Me había quedado dormido después de colocarme la última gota de la noche. Alimenta al ojo y permite que el ojo ojee en los sueños. Se queda dormido en cualquier parte y sueña. Él es como yo, un militante de los sueños.

 

 

 

 

 

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