Cartas | La mezcla | Por Juancho José Barreto González

 

Desde el quinto patio se ven mejor las fronteras humanas, los contactos. En Escritos desde la orilla (2012) postulaba la mezcla frente a la exquisitez de la excelencia. Excelencia huele a trono, a trofeo, a premio. Lo interdisciplinario es la resulta académica de la mezcla cultural entre los distintos discursos que miran y explican al mundo. En el ensayo ¿Cuál Universidad? planteaba lo siguiente:

La nueva universidad debe atreverse a ser interdisciplinaria y alternativa a los modelos del dominio del saber y del control del poder. En cuanto a la participación académica, los grandes programas de estudio deben estar sustentados en esta condición de interdisciplinaridad en base a los siguientes objetivos:

1.- Participación activa por proyecto interdisciplinario 2.- Sólo tal participación determina la permanencia 3.- Evaluación de resultados en cuanto a métodos, resultados teóricos y sociales. 4.- Participación gratuita. 5.- Programas complementarios de formación en base a grandes aéreas: Memoria de los pueblos e historias locales. Tecnologías no contaminantes. Cuáles Tecnologías Industriales y producción de energía. Agricultura Orgánica. Lenguas del mundo. América y sus lecturas. Historia del planeta. Ecología, ciencia óptima. El saber y la política. Físicas del movimiento y del espacio. Cómo salvarnos en y a la tierra. La empresa de la comunidad y el bien común. Ética, responsabilidad y organización social.

Sigue siendo una ilusión, pero también un empeño, introducir este debate que involucra una preocupación y una ética de la existencia. La pragmática existencial nos lleva a pensar en una universidad eficiente que “se adapte” a los cambios que otros, en otras latitudes, producen.

El reto es generar una mirada hacia dentro, hacia dentro de la universidad atropellada por todas las crisis y hacia dentro de nosotros mismos, sin “ensimismarse” en conflictos grupales y de egos pueriles, pero sin dejar de tratarse como un centro desvencijado del pensamiento y la acción humanista que pudiera recuperarse. La universidad en su esencia, es su deber ser desvencijado, es reunir en su seno la variedad de saberes y pareceres posibles que garanticen su diversidad creadora.

Desde el suelo real, desde el piso de la existencia, desde el quinto patio, podemos abrirnos paso ante los chantajes ideológicos y culturales, existenciales, de una bipolaridad aparatosa que nos coloca frente a frente como enemigos acérrimos.  Hoy, la universidad se muestra tan dividida como la nación misma. Diagnosticar tales quebrantos es procurar “volverla a crear” con capacidades y métodos extraordinarios que superen la cultura de la crisis y dependencia ideológica de grupos perversos que demolieron su estatuto democrático burocrático para sustituirlo por un “quita y pon” adecuado a los intereses de una élite del círculo vicioso y el azar concurrente. Un partido gris castrado contra un Estado “inexpugnable”.

“Pretender colocar el conocimiento y las iniciativas de transformación en las redes de una normativa es pretender no hacer nada… Es decir, el cambio que puedan generar los colectivos universitarios está asociado ineludiblemente a los cambios mentales y estructurales que pudieran darse en la sociedad misma que sirve de contexto a estas instituciones. (…) En todo caso, se plantea la posibilidad de repensar a la universidad desde bases filosóficas alternas a las tradicionales liberales y neoliberales, vinculadas tales bases a las búsquedas y a las respuestas que se irán construyendo, es decir, tampoco lo alternativo universitario puede y debe decretarse.”

 

proyectoclaselibre@gmail.com

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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