Juancho José Barreto González
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Algo de filosofía personal. Escribo con ambas manos conectadas al mundo de las letras y de los alfabetos humanos. Los lenguajes describen mi condición en esa relación simbólica, siempre está pegada a algún sentido manifiesto o latente. Aquí podemos recuperarnos o perdernos en el laberinto de las bestias, de los minotauros culturales.
Cuando digo y me digo “no tengo enemigos” es porque considero primordial, por encima de toda ecuación ideológica, tratarnos como seres humanos con posibilidad de serles útiles a la humanidad. Este mundo se deshumanizó porque se llenó de “enemigos”. Un enemigo se construye a sí mismo cuando me ve como enemigo. Me deconstruyo, me aíslo y me destruyo como enemigo. Paso a sostenerme como el último humano, reconquistando mi humanidad perdida, agotada y negada por mis enemigos que dejan de serlo para mí. Un enemigo es algo que me vuelve enemigo de mi humanidad al negarlo como tal, como humano. Un enemigo al actuar en mi contra se vuelve más enemigo de lo humano y su naturaleza. Paso a ser una “amenaza”. La historia de la humanidad perdida es la historia de la amenaza contra ella y su historia.
Soy enemigo del sistema porque me ve como su enemigo, agita mi humanidad y la vuelve perversa como su cultura de poder y de odio. Poder y odio personal y social, ideologizado. Aquí es cuando hablo de odio ideológico, que no es el tradicional y odioso odio personal. Te odio no es porque seas pobre o rico, sino porque piensas distinto a mí, porque me piensas odiándome desde un lado que se me opone. No es el “ódiame por favor yo te lo pido” de la canción aquella. No. Es más trágico porque es con corazón, mente y todo tipo de vísceras complementarias. Este es un odio inteligente, propagandístico, depredador. Así se convierte en odio “paraideológico”. Utilizas mi presente, mi pasado y mi futuro de mundo y de ideas para acusarme por esas ideas y ese mundo mío. Debemos observarlo, de las ideas pasa al uso de esas ideas mías para destruirme. Lo paraideológico está asociado con lo esquizofrénico y las técnicas de división. Tú eres…
Entonces, la cultura del poder es paraideológica, se siente con el poder (y con el derecho y el deber) de destruir lo que soy para convertirme, si acaso les interesamos vivos. Vaya, sería un reto plantearse “una hermenéutica de la paraideología”. La hermenéutica la entendemos aquí como el trabajo de reflexión personal y social para comprenderse en lo que estamos, y, sobre todo, para poder comprenderse en la posibilidad de aplicar técnicas humanas de reunión bajo dos claves sencillas: la conversación y el amor. El amor es la posibilidad de amar amando, opuesto como potencia afectiva espiritual al odio como posibilidad de enemistarse.
Creo que necesitamos nuevos conceptos en el lenguaje humano. Sobre todo, para buscar lo sensato frente a la locura de “los nuevos conquistadores de la razón humana”. Estos son unos humanoides, tienen forma humana y hablan como humanos, son jactanciosos y perversos, pero, no son humanos, son una involución fantástica del monstruo que se come a los humanos, son carnívoros y les encanta las matanzas, la efusión de la sangre. Quieren acostumbrarnos a ello. La guerra es su principal trabajo, el odio su medicamento para curarnos de la paz.
Algo de filosofía personal a viva voz. Digo lo que pienso y a veces lo que siento cuando logro decirlo. A veces a mi lado, solo de mí, me atormento. Siento no lograr decirlo como quiero, pero me atrevo y te jalo la manga de tu corazón.





