Cartas La casa amenazada | Juancho José Barreto González

 

Juancho José Barreto González

 

Para agregar elementos sobre nuestra propiedad sobre Venezuela, transcribo algunos párrafos de mi Libro Casa Doble. Memorias breves de una casa amenazada (2020), páginas 14-16). En la siguiente carta, profundizaremos algo más sobre el referéndum consultivo como posible despertar de la energía constituyente:

En esta casa llamada Venezuela, casa más o menos grande que data de 1777, hemos pasado por varias etapas, pero esta parece especial, “nos agarró la historia”. Intento llegar al patio y participar en la reunión, no en la refriega bipolar. Es inaceptable tener complejo de tropa colonial, no podemos obedecer órdenes de ningún reino o imperio. Ser de esta casa es levantarse para reconstruirla con genuinos albañiles venezolanos ¿De dónde se extraerá la masa y la masilla? La condición básica para la reconstrucción de esta casa venezolana es la ampliación misma, desde dentro, de los espacios para re-conocer nuestra historia y no para desconocerla. Interpretar la historia con memoria para seguir haciéndola, no a beneficio de una de las habitaciones sino de esta la casa de cuatro esquinas.

Nacimos en una casa histórica, es decir con memoria y cimientos, reforzados o debilitados según cómo se observe. Pero, desde cualquier ángulo, es nuestra casa. No debemos imitar a la pareja de hermanos al final del cuento “La casa tomada”, de Julio Cortázar, cediéndola a los fantasmas. Estos, los fantasmas, se la van apropiando con sus ruidos, entonces, los hermanos, lanzan las llaves de la casa en una alcantarilla y se marchan.

Bajo ningún concepto podemos abandonar la casa amenazada. Urge, sí, ponernos de acuerdo para su defensa. Es momento de apelar a la creatividad y a la iniciativa de distinta índole acompañadas de “El sentimiento de la necesidad de la defensa nacional”, como se expresaría en los inicios del siglo XX venezolano, César Zumeta (El continente enfermo. Universidad Nacional Autónoma de México, 1979). Defender lo nacional pasa por el conflicto de reconocernos como venezolanos dispuestos a la reconstrucción cultural de un país independiente de otros que se creen con el derecho de re-conquistarnos.

A quienes están pendientes de la casa va esta reflexión indígena, porque somos de esta casa, originarios de esta casa. No hemos autorizado a nadie para ofertarla al mejor postor ni aceptamos que la ofendan. Conversar y deliberar con franqueza sobre el futuro de esta casa es un reto para nuestra cultura de la independencia que va mucho más allá de dos formas de poder, dos polos medio definidos, al parecer ya incapacitados para la convivencia doméstica. “Es que no podemos andar juntos” dicen a cada rato para justificarse.

Hemos convertido a la nación en un nuevo escenario de guerra, con algunos signos inéditos, donde la codicia geoestratégica se disputa al país “con las mayores reservas del mundo”. El viejo esquema bipolar de la guerra reactualizado con nuevos instrumentos y procedimientos. (…)

Las potencias, de antes y de ahora, son gobiernos y empresas multinacionales con capacidad de burlar cualquier proyecto de convivencia, incluso, en nombre de la convivencia humana. Autorizados por sus dioses de guerra, ejercen cualquier forma de piratería, para cautivarnos y robarnos. Ahora, dispersos como clanes de odio, nos miramos con sospecha. El régimen de la casa se dividió, se duplicó la casa. El resultado de una estrategia también doble, estás conmigo o estás contra mí. El conflicto bipolar en la casa deja de ser una novedad y se convierte en cotidianidad. Cada quien traza estratagemas y ardides para aniquilar al otro en la “comunicación” cotidiana e, incapacitados para la convivencia, nos conducen a un perfil inédito de esta nuestra guerra civil prolongada por el control administrativo de la república. Sobran los ejemplos, cualquier persona medianamente informada puede levantar datos y esquemas de este delicado cuadro nacional. Sin ir muy lejos, en cada casa o “vecindad” nos puede tocar la disputa.

 

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