Cartas | Huir hacia dentro | Por: Juancho José Barreto González

Tal vez esta sea la mejor opción si se trata de opciones.

Uno contiene una zona interior donde se guarda uno mismo, una especie de lugar sagrado que puede ser invadido por la tragedia si uno se pone intranquilo y sensible. Pero, de todos modos, este lugar sigue siendo el mejor lugar para guardarse.

Tiempo después, antes y después, uno se pone a sacar cuentas. Ya han pasado muchos diciembres y ya sabemos que diciembre no cierra ningún ciclo. Deberíamos inventar un método para poder estudiarnos y comprendernos por dentro, el cuerpo y lo que está dentro de él es lo más extraordinario que tenemos, es una invención, una lámpara maravillosa que sólo la muerte puede apagar. Entonces, la vida es una llama viva, es lumbre, lumbrera.

Todo proceso de liberación personal (en símil con la liberación humana) implica un proceso de apropiación de todas las formas de sentir y de síntomas, líquidas, gaseosas y sólidas, reales e imaginarias que producimos a lo largo de nuestras vidas, reunidas en un cuento de ficción llamado autobiografía.

Hay cuestiones particulares que no se repiten en otro cuerpo. Estas deben ser mantenidas en secreto cuando en el país de los cuerpos hay guerra o crisis. Para sacarnos los secretos del cuerpo se inventaron las torturas. Este método ya luce como de la edad media (¿cuál es la edad media nuestra?). La guerra entre cuerpos es de larga data. Escuché desde pequeño la historia de Caín y Abel y hemos visto en la biblioteca imágenes y discursos que incluso plantea la guerra Inter galáxica. Cuando hablamos de biblioteca hablamos de ese conjunto enorme, irregular y extraordinario donde se guarda “todo lo que decimos”. He optado por decirles a mis estudiantes que No lean mucho, sino Lean bien. En todo caso, también podemos leer nuestra, porque la tenemos, biblioteca interior.

El título de esta carta sufre entonces una pequeña mutación significante. Sería, de tal manera, “huir hacia la biblioteca interior”. Esto traerá sus consecuencias epistemológicas y políticas extraordinarias en tanto la concibo como una estrategia multipolar para encender más la llama viva de la vida y puede generarse en el país de los cuerpos formas de producción de la lumbre que llamaremos también “conciencia interior”, así como la hemos llamado “casa del lenguaje o interior” y últimamente “casa del silencio”. De seguido, vale la pena aclarar, no se trata de una receta o fórmula mágica. Se trata de “un método” y aquí, en esta página y en este momento, método es “una simple forma de caminar, incluso, en el laberinto, para saber algo de sí mismo, guardarlo en la biblioteca interior y, tiempo antes o después, traducirlo al lenguaje del país de los cuerpos”.

Creo que llegamos a un punto o un asterisco importante de este asunto. Nuestro cuerpo puede adquirir la capacidad de decidir a pesar de todos los traumas físicos y cibernéticos que sufre. Entonces, en ausencia de los ciclos propios de las sociedades sagradas, nuestro cuerpo tendrá que aprender a leerse.

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