Con los ritmos diversos de los trujillanos se está configurando «el último silencio». Abriéndonos paso en medio de la pasmosa crisis social y política, rasgamos los telares del miedo. Viene desde lejos pero, ahora los acontecimientos nos muestran una sucesión de encuentros singulares. Nuestro empeño se centra en convertir al Estado Trujillo en lugar de la reunión, de la suma, no de la resta y la división.
Conozco los sedimentos de lo trujillano, he bebido de sus mejores aguas. Durante toda mi vida he aprendido a reconocer sus fuerzas y sus debilidades, su fibra y sus zonas de dolor. Soy hidalgo de Trujillo, hijo de su valentía y su arrojo. Aprendí a perder el miedo escuchando las corazonadas de sus montañas y los lenguajes irredentos de su aguerrida juventud. He bebido de sus ancestros indígenas y mestizos.
Estoy aquí para convidar a hacer el bien transformando a Trujillo en un mejor lugar para todos. Así he planteado un método práctico: La Escuela Regional de Gobierno Organizado. Si nos organizamos como pueblo, como sociedad, como gente y familia, como dueños de poderes creadores no habrá problema que se nos resista. A la pregunta, qué ofrece el profesor, respondo, ofrezco enseñar cómo organizarnos.
Esto requiere convertir a esta casa regional en una casa honesta e independiente. Los trujillanos hemos dado muchos tumbos en nuestra historia pero sabemos cuándo es cuando. Les invito a cerrar esta etapa ignominiosa y cruel y actuar con «honesticidad» y «trujillanía». Honesticidad es la valentía de ser honesto y trujillanía el orgullo de ser trujillano, hijos buenos de esta tierra merecedora de nuestro amor y respeto.
Cuando decidí poner mi nombre a disposición de esta Campaña Admirable sabía que era poner a prueba, fundamentalmente, mi capacidad de soñar. Vuelvo necesariamente a decirlo, no soy del gobierno ni de la oposición, creo en la Libertad como una de las invenciones más esplendorosas de la especie cultural humana. Pero debemos repetirlo, no nos cansemos en decirlo, podemos convivir aún siendo diferentes. El problema no es ideológico, es cultural, debemos aprender a vivir entre nosotros.
Para lograr convivir debemos abandonar el modelo político que hizo del odio y de la corrupción un método para gobernar bajo el simulacro de la revolución y de la democracia.
De tal manera, esta es una Carta de invitación a todos los trujillanos estén donde estén y piensen lo que piensen para desencadenar una revuelta anímica y darnos una buena e-lección. Elegirnos como pueblo para querernos como pueblo organizado y capaz. Darle una lección a quienes no merecen ser nuestros gobernantes. Trujillanos, se acerca el momento del último silencio.
Con el bastimento de tu buen espíritu, podemos recuperar y hacer crecer hasta el cielo el sentimiento que nos une. Debemos reunir nuestras orillas y orientarlas hacia un mejor centro dinámico. Nuestra geografía cultural y nuestro espíritu se volverá flama para las nuevas claridades.
Permítanme con mi voz y mi palabra en acción hacer oír a Trujillo y conmover sus cimientos para convertirlo en nuestro paisaje a pesar de aquellos que perdiendo la herencia de la palabra han dejado de cuidarla. El último silencio del 21 de noviembre abrirá la sala de reunión donde coincidan nuestras dolencias, nuestros rodeos, nuestros sueños y desafíos.
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