Cartas | El trato con la vida | Por: Juancho José Barreto González

 

La vida es un trato con la vida y la conciencia de esto no es más que la forma consciente de vivirla. Consciencia en cuanto reflexión desde los lenguajes humanos. Por eso nos escribimos estas cartas. Para acercarnos un poco más, un poco más, y decirnos. Cuando algo nuevo aparece, un nuevo sentimiento, un nuevo sonido, un nuevo amanecer, volvemos al inicio de los ríos. Y, al mismo tiempo, además de volver a lo primigenio, comenzamos el nuevo día, hacia adelante, buscando encontrar lo que creemos faltante. Los sueños, las ganas, la energía esperanzadora y utópica van delante de nosotros y nos hacen señas, difíciles de captar a simple vista y nos dicen “vení, vení para acá”. Trato no es contrato, menos aún cálculo o eso que han dado en llamar “hoja de ruta”. Los caminos marcados, llenos de letreros pequeños y grandes, ahora convertidos en avisos satelitales, se convierten en grandes avenidas “hacia el progreso o desarrollo” para superar la crisis, esto o aquello. No, el trato con la vida es personal, singular. Otra cosa es cuando esta singularidad personal se socializa, se convierte en un decirnos hacia afuera. Decir hacia afuera es ponernos, entre otras cosas, ponernos en riesgo, Es un riesgo singular y plural. El trato con la vida, es decir, la vida misma se traduce en este riesgo, combinado, singular, pequeño, grande, gradual, explosivo, intenso, pero jamás sobreentendido. Tengo que decirlo, haciéndolo, tomar el riesgo en sí mismo, para mí, comprendiendo.

Me trato en la vida para ser un poco lo que soy. Entonces, me alejo del origen mirando, cuidando la memoria, sin esta memoria no hay causa. Me alejo de ese lado para acercarme a lo que me llama e insiste “vení, vení para acá”. En medio de estas dos lejanías, no me aflijo. Miro hacia un lado y hacia otro y trato de ubicarme. Esto forma parte de mi trato con la vida, ubicarme, habitar un lugar en mí y la vida se vuelve compromiso con ella, llevada, llevadera, levadura y sedimento.

Compromiso sobre este tipo de trato, dinámico, suelto, liberador. Compromiso para el trato liberador. La consciencia de esto busca más allá de la convención, de la agresión cotidiana y de los poderes del poder, llámense como se llamen. Tratar de ir a ese lugar de los sueños no es un movimiento convencional, previamente interesado, conducido por una razón dominadora y sus técnicas de dominios materiales, convencionales, simbólicos, espirituales. Entonces te dicen, te dan una dirección, te prometen seguridad para llegar donde tu quieras. Sigues “la flecha”. “Todos los caminos conducen a Roma”. Pero no, no queremos llegar a Roma, el centro de la vida está en la vida misma, no tenemos mapa, ruta, ya todas las rutas han sido cubiertas, arriba y abajo, a la izquierda y a la derecha, pero son rutas en el limbo, se las come el laberinto del tiempo, se las traga la desesperanza de las esperanzas. La espera desespera.

Miro, me miro, te miro, nos miramos. Hay un temblor en los ojos, en mis ojos. Las palabras buscan decir la otra mirada, la otra búsqueda, temblorosa, insegura, perdida. Entonces, un nuevo entonces, miro nuevamente hacia un lado y hacia otro y trato de ubicarme. Esto forma parte de mi trato con la vida, ubicarme, habitar un lugar en mí y la vida se vuelve compromiso con ella, llevada, llevadera, levadura y sedimento. Vuelvo a escribir, “vení, vení para acá” y mis manos libres sonríen.

proyectoclaselibre@gmail.com

 

 

 

 

 

 

 

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