Por: Juancho José Barreto González
El sigiloso y plástico agente sabe moverse como los peces en el agua. Se ha metido en todos los rincones de la sociedad comercial y define todos los anuncios de precios diarios. Desde un colectivo de línea interurbana hasta las transacciones más elevadas son ordenadas por este peculiar soldado. Nunca pierde una. El general Bolívar ha sido arrestado y yace casi ciego y sordo en las mazmorras impías de la economía cotidiana. Pronto pasará a la clandestinidad monetaria, al menos que se paute “la nacionalización del Banco Central de Venezuela” y la declaración de “traidores de la patria” de los economistas del gobierno oficialista.
Tiene este sargento más fuerza que todos los ministros juntos y sus arsenales ideológicos. Hoy día se necesitan, hoy es martes 11 de noviembre, cuando esto escribo, doscientos treinta y dos soldados bolivarianos para poder hacerle contrapeso. Estos son los ejércitos reales de la “guerra económica”. La tropa invasora del sargento dólar ha aniquilado la economía de la casa. Los anti imperialistas de la burocracia “del dinero” miran para otro lado, les huyen a las explicaciones o, sencillamente, no las dan. El dinero verde domina la escena. Si la moneda “nuestra” tiene un valor, si ese valor es determinado por otra moneda, por lógica, la moneda no es nuestra. Del Bolívar de la independencia hemos pasado al bolívar de la dependencia. Se ha producido una rotunda degradación del bolívar. Esto incide en lo económico, en lo social. El sargento manda.
La avanzada intervencionista está en la cartera de muchos. Les cuento de inmediato. En octubre del 2022 viajé a otra ciudad para hacerme un tratamiento médico por tres semanas y media. Desde donde me hospedaba hasta la dependencia pública respectiva pagaba “un dólar” de pasaje. Entonces, pagaba “ocho bolívares”. Algunos pasajeros, eufóricos y contentos sacaban “su billete verde” y pagaban su pasaje. Yo pagaba mis ochos bolívares con tarjeta. (…) Pasan los días. Los primeros días de diciembre se repite el cuento, menos la última parte. “Yo pagaba veinte bolívares…”. Un poco la misma distancia entre Valera y Trujillo. Hoy se paga doscientos treinta y dos bolívares”. Ha avanzado la invasión real. Ni se diga la mental, la neuronal sentimental. Y no han necesitado ninguna flota.
Parece un exabrupto. La economía de la colonia está dominada por la moneda del Rey, The King. “Venezuela está en medio de una disputa entre potencias, Venezuela no decide”. Pareciera una paradoja. El poder constituyente real estaría en la capacidad de decidir como república que decide serlo realmente. Previo a esto, pareciera necesario hablar de un “proceso destitúyete” del coloniaje que hoy persiste, de las frustraciones acumuladas en un proceso para el bien vivir convertido en trinchera del divisionismo y el control multiforme, lo que he llamado en cartas anteriores “sociedad policial”. “Ningún fusil debe apuntar contra el pueblo”. “No King” grita el pueblo norteamericano.
El destino está en manos de los pueblos y sus valiosas formas organizativas contra los reyes del dinero. El poder constituyente es por una nueva humanidad, un nuevo espíritu de hermandad entre los pueblos. El sistema solidario entre los pueblos, entre los humanos y su casa grande debe predominar sobre la avaricia de los súper poderosos que por ser dueños del dinero se creen dueños de los cuerpos humanos y de los espacios que habitamos, de las tierras conocidas y de las tierras “raras”…
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