Cartas | El lugar primario | Por: Juancho José Barreto González

 

Estas cartas me permiten ensayar mis propias propuestas y colocarlas delante de mí para alcanzarlas. Debemos recordar esto como el principio de la palabra empeñada, el deber de cumplir lo que en ella se ha dicho. Queda asociada así esta proposición con la que le da título a esta carta, El lugar primario. Se refrenda esta condición con el postulado humano, muy campesino por cierto, su palabra es un documento.

Entonces, «el lugar primario» es aquél ocupado plenamente por el lenguaje, o si lo preferimos, por los lenguajes que van desde, al decir del viejo Luri Lotman, el canto de los pájaros hasta las señales satelitales. Es un lugar movedizo, siempre está allí, enriquecido, empobrecido, apreciado y menospreciado, utilitario y mágico. Nos acompaña hasta la muerte, y aún después porque desde tal lugar desarrollamos una concepción, un lenguaje sobre la vida y la muerte.

La conciencia plena desde este lugar sería la permanente apropiación de sus capacidades para desarrollar con amplitud la comunicación desde «mi mundo primario y mi casa interior» con el mundo de los otros, comprendiendo que mi vida termina siendo el territorio donde se experimentan las relaciones humanas y el resto de relaciones que de ellas se desprenden, fundadas en la preocupación terrenal por la existencia, desde un aquí y ahora.

Si me han seguido en estas cartas, la habitación de la reflexión de esta casa humana, cada vez más fragmentada y desprovista de instrumentos de reunión, es el lugar para que desde el lugar primario aprendamos a la vivificación de nuestro universo simbólico entendida como vida desde el lenguaje de la vida vivida e imaginada.

Pero el ser humano se volvió un impostor e inquisidor de su propio lenguaje porque su lugar primario y su existencia fue invadido por lo que quiero llamar la demencia poseedora que cubre la cuadratura simbólica «tierra, cielo, humano, divino». Este conflicto se llama cultura y muchos de sus habitantes se creen con la capacidad de manipularla y orientarla a una dirección específica llamada paradigma o, simplemente, estrategia, también conocida en los bajos fondos como «creencia».

El «montón» de humanos, víctimas frágiles de este conflicto no se explica esta tragedia porque son incapaces de hacerlo al no tener en su lugar primario y en su cuarto de reflexión «los materiales necesarios para comprender y transformar el universo real y simbólico en una casa grande decente para vivir».

Lo que planteo aquí es el esfuerzo creativo para reapropiarnos de nuestro lugar primario. Antes que cualquier otra necesidad, ser de este lugar en que somos para saber ser lo que somos y queremos ser, significa ser o aprender ser desde lo que somos realmente. Es un gran reto personal y social frente a la impronta de la cultura satelital que cada día impone los gestos, los sueños, los chismes, las noticias y los intereses de sus dueños. Los conquistadores satelitales son estupendamente lúcidos, realizan un buen trabajo. De hecho nuestra casa es de ellos…

inyoinyo@gmail.com

 

 

 

 

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