Cartas | Detrás de la puerta | Por: Juancho José Barreto González

 

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Dígale que no se esconda, dígale que salga y asuma su responsabilidad. El señor esta ahí dentro protegido por las paredes de la ignorancia. Esa gran “I” invertida sirve de tranca para atajar a la conciencia colectiva. Detrás de nosotros se cierra esa puerta para que no regresemos con intenciones de interrogarnos. Todo proyecto debe responder a una pregunta, esas que siempre nos hacemos desde hace mucho tiempo. Al revés puede también funcionar. La pregunta busca las respuestas como los personajes de Pirandello a su autor. Las paredes de la ignorancia son perforadas por las interrogantes que nos hacemos. Aquí no se trata de saber leer o escribir. Se trata del lenguaje para preguntar y para responder. Así, el pensamiento es una búsqueda del lenguaje para ese pensamiento, las llaves o instrumentos para abrir las puertas de la conciencia y adelantarse. Lo decía Andrés Bello. “La libertad es en lo literario, no menos que en lo político, la promovedora de todos los adelantamientos” (“Ortografía Castellana”, 1827). Combinemos esto con lo que señala Alberto Merani en De la praxis a la razón: “La unidad de praxis y gnosis en el acto de conocer se expresa objetivamente a través de la palabra…” (p.22). Libertad, praxis y razón para destrancar las puertas cerradas por la ignorancia interesada en la ignorancia. Las dos “íes” se enfrentan, se miran cara a cara, detrás la cultura moldeada por el señor “pasado” y la emperifollada “futuro”. El intelecto entra a la sala oscura de su yo, se confunde, tantea ahora las paredes del lenguaje para decir lo encubierto por la ignorancia humana. Pero, lo encubierto está dicho por el señorito “pasado” y no tiene alcance ni resonancia en mí, en nosotros, sino, lo que interesa rebelar como verdad. Esta verdad revelada por el poder que la atesora es un remolino que obliga a la inteligencia a aceptar la ignorancia. Allí retrocede, teme caer en el abismo de su conciencia. Este retroceso se repite como Sísifo y su carga, casi al llegar a la cima vuelve a caer. La cultura, desde esta perspectiva, es la garantía de esta caída, siempre tendremos preguntas por hacer y respuestas por construir. Y la libertad resulta desafío.

La reflexión trascendental de un yo intencional en abordar su lado oscuro de la conciencia y de la cultura limitante “El idealismo es aberrante porque hace hipóstasis del yo, olvidando que éste no puede constituirse sin la totalidad de la experiencia que es fin de su intencionalidad. No llegamos, sin violencia, ni a una cosa en sí, ni a un yo en sí. En todo lo que podamos conocer, pensar, imaginar está presente inevitablemente el yo, y el yo no puede concebirse sin alguna forma de objetividad, de modo que tanto la intencionalidad central como la periferia experiencial son aspectos teóricos de la unidad actual, de la actualidad unitaria del existir”. (Briceño Guerrero, El Origen del Lenguaje, 1970).

Adquiere el espíritu de saberse en el mundo y de transformarlo. El intelecto ha entrado a la sala oscura de la conciencia y la transforma el lenguaje y acto, en praxis y significancia, en proyecto que se pregunta como siempre, desde el sí mismo humano, para responder desbordando objetividades y subjetividades, extrema la cultura y la coloca, también desbordada, en sus fronteras donde pervive lo aporético, las preguntas que siempre se repiten donde las respuestas vacilan. Tiembla el cuarto de la consciencia oscura, habitación de lo inevitable, del aparato conceptual de la sabiduría humana para superar a Sísifo y no caer en la desgracia de ignorar.

 

 

 

 

 

 

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