Cartas | Carta Segunda al Estado Trujillo | Por: Juan (cho) José Barreto González

 

Temprano madrugó la madrugada dice un verso de Miguel Hernández. Le escribo a Trujillo la segunda carta mientras los carteros esperan para regarla por los cuatro vientos tal como los campesinos riegan las arvejas para que nazcan libremente.

Mientras se cuela el café recuerdo una canción, Rosita Desconocida. La escuché por primera vez de Gerardo Fernández, un poeta de Santa Ana, hermano de mi corazón: Rosita desconocida/ por qué no me escribís cartas/ si es por falta de papea/ o la voluntad te falta…

Dejo de escribir un momento, me levanto a buscar la primera taza de café y tarareo «Si es por falta de papela/ porqué no mandais y decira/ yo tengo papel y tinta / y pluma para escribira…». El negro Gerardo apareció una buena vez en la universidad, a inicios de 1980, y cantando ganamos las elecciones estudiantiles, fue impresionante el apoyo. Rosita es una canción campesina del siglo XIX, de autor anónimo y Gerardo, moviendo su cuatro «soco» la regó en el corazón de los muchachos.

La carta primera al Estado Trujillo se ha convertido en el anuncio de una nueva juglaría para la organización gentil, para la defensa de la alegría, para un nuevo tratado, una siembra libre e indetenible de la dignidad, esa cosa que como el café nos levanta el ánimo.

Los verbos cantar, amar, juntar para reunirnos, como diría Domingo Miliani, en el ágora abierto de la gente. Cientos de carteros llevan las cartas, el llamado de la madrugada que madruga, miles la leerán como papela de los sueños. Sencillamente es alentadora la respuesta hasta ahora recibida. La tristeza se quedará de lado de los ideólogos de la tristeza.

Cientos de mensajes de vuelta nos dicen «tengo papel y tinta y pluma para escribira». Alerto a los transcriptores que Rosita es una canción en castellano antiguo, campesino, esa lengua pegada a otras lenguas, pegadas a tierra, palabras humus, decira, escribira, papela…

Con hilos de todos colores, con cordones de cocuiza y de algodón, con todos los ánimos de ayer y de hoy tejamos este movimiento. El nuevo tejido, el gran tapiz, la gran sala de reunión, el ágora gentil y honesto. Hilos universales, locales, hilos caseros, personales. El gran ganchillo regional, electoral, cultural, abierto se está perfilando.

Quizá, mientras estés leyendo esta segunda carta, tengamos un nombre asignado por el CNE de los tres propuestos: Movimiento Casa Libre, Proyecto Casa Libre, Movimiento de Independientes Organizados. Con este ganchillo tejeremos un nuevo tapiz, llevaremos a Trujillo, como decimos en la Carta Primera, a un mejor lugar. Se trata de un ganchillo en mano de muchas manos, un instrumento electoral para reunir, para salirle al paso a la guerra civil prolongada entre venezolanos.

Profe y cómo es eso profe, yo quiero participar ha sido la pregunta pegada al ánimo de tejer. El movimiento es una gran sala libre, la iremos tejiendo desde muchas salas personales, caseras, familiares, amigables con el que esté en La Ceiba, Mucuche, Valera, en cualquier lado de la región, o en Caracas, Mérida, El Caura, o en Argentina, Mozambique, Colombia. La idea de la Colmena aprendida del Maestro Isidoro Requena, mi compañero geminiano.

Mi bisabuela materna también se llamaba Rosita, está metida en los versos y cuentos. Ella echa un pie con el poeta general Bolívar, me hace un guiño y se ríe. Me levanto a buscar la segunda taza de café. De vuelta a las teclas recuerdo el poema “Y se volvió arte” del libro Cuaderno de las flores mínimas y otros asuntos:

La abuela teje a todos sus nietos en el abanico de la tarde

Sentada en una estrella con la parsimonia cósmica de una abuela

Su ganchillo dibuja conexiones inverosímiles .Puntos de ojos .

Viejos bordados rehechos por las campesinas de Niquitao Carache Mitón Santa Ana.

Tal precisión sobre el tejido .

Ya no regresa a deshebrar como en los días pasados

Aquellos primeros días

Dioses infantes inventaban errátiles hilos secretos de la vida

Y el juego se volvió arte

La abuela teje todos sus nietos sentada en una estrella

En el abanico de la tarde recuerda las caricias de los abuelos

hombres enamorados perdidos en el exilio de las mariposas

Punto a punto

musita nombres

Volviendo a inventar nostalgias

Su ganchillo dibuja conexiones sin deshebrar memorias.

Ya la tercera taza de café anuncia la mañana. Conticinio significa el momento más silencioso de la noche. Comprendo las conexiones de este tejido y las escribo. Las vivifico y las entrego a los gallos cantores. (…)

inyoinyo@gmail.com

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