Con mucho gusto, no sin dificultades, trabajo para reunir a los trujillanos hacia este horizonte. Como el agua para la tierra o el cuerpo, un cambio de actitud será entonces el alimento vital de esta campaña admirable. No se trata de una campaña electoral cualquiera, media, entre el desprestigio vertiginoso del gobierno y las incapacidades de la oposición altisonante, el desafío propuesto: Moverse, desperezarse, organizarse de manera inmediata, atreverse a ese oriente, orientarse de mejor manera, crear nuevas formas para que este esfuerzo creativo por la casa libre nos ofrezca la gran reunión en el patio central que se comunica de manera directa con las montañas de nuestros ancestros y con la crisis de la vida, virulento resultado de la guerra civil entre venezolanos.
Sembramos la semilla para recoger la cosecha. Es urgente, tomado como un deber que honra, la organización directa, diaria, sistemática y consiente para desafiar a los señoritos de Caracas, emisarios de la guerra que ha desbastado la república y nos convirtió en un pueblo castigado por la indolencia.
No hay salidas grupales y sectarias frente al maniqueísmo gobierno-oposición, responsables históricos de lo que nos pasa. Un nuevo sistema de relaciones nos exige un tejido humano capaz de derrotar a los verdugos de la esperanza. Cada participante, cada hilo, cada conexión, cada surco, cada pestañeo, cada conversa y devoción, cada palabra con cada paso deben insistir que la división es el arma de los poderosos para dominar y hacernos creer incapaces.
La organización en esta campaña admirable es la jornada gentil para que la cosecha sea doblemente fructífera. Producir la comida para comer y producir la cultura para crecer como pueblo. Lo he llamado «las dos papas». La invitación para esta siembra es abierta y libre.
Usted tiene semilla y abonos orgánicos, ganas y proyectos. Usted tiene familia aquí y allá, usted tiene problemas como los tenemos las mayorías. Es una obligación cambiar de actitud, hacer algo por nosotros mismos. No somos fichas ni códigos, ni esclavos ni sumisos. Somos gente capaz de hacer temblar de miedo a quienes les dimos el poder de meternos miedo.
Toda crisis tiene solución si la buscamos, si la sociedad es capaz de encontrarse y buscar formas de gobierno para administrarse con dignidad. Parafraseo una de las consignas de nuestra juventud universitaria: No sólo queremos tu voto, queremos tu participación para reconstruir esta casa libre.
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