Uno de los Luises, mensajero principal, se adelantó para darnos noticias de la peregrinación de los trujillanos. Unos se quedarán un buen rato en El Llanito de las Mujeres buscando las viejas canciones que bajan de las Lomas de Burbusay. Otros se reúnen en la Sala Colinas de Valera para inventar los nuevos colores venidos de los paisajes de Josefa Sulbarán, mientras los de la Sala El Renacer del Cóndor preparan vuelos rasantes con los caminos secretos de los pueblos. «Desde Misisí pabajo están poniendo al viento en frascos grandes pa soltarlos cuando vengan los mosquitos, también traen papas y zanahorias, cebolla, cilantro y yuca para la sopa del mediodía, cuando el sol aparezca en su esplendor trujillano». Ojalá los de La Ceiba traigan el pescado para que el cruzado de pueblos quede bien sabroso, comenta otro de sombrero.
La tesis de las dos papas la desarrollo en el libro «Dondequiera. Ensayo sobre el miedo». Producir la comida para comer y la comida simbólica, la cultura. Combinar los dos nutrientes, «la hierba buena y la utopía» para saltar a otra etapa, la última mudanza del Estado Trujillo.
El movimiento que estamos creando recorre los caminos de la realidad y de los sueños, es la reunión libre de la gente para ser gobierno y mudar al Estado a un mejor lugar. Emergen así nuevas relaciones y conexiones, hilos multicolores, semilleros de colmenas venidas de todas partes. Quiero comentarles lo que me dijo hace días una señora bella: -Mi hija lo escuchó por la radio, Usted le dio clase, cuente con todos nosotros…
Le mando saludos a Luisana, dile que me llame, daremos una nueva clase entre todos, tejeremos. Entre Luisanas y Luises, los mensajes se esparcen. Los trujillanos saben de estos misterios, hay momentos en que hasta el más dormido comienza a levantarse, el remizo se entibia y el tibio se vuelve incandescente. Estamos hilando otra cosa, le estamos quitando el poder a quienes les dimos el poder de meternos miedo. Los ideólogos de la tristeza deben quedarse solos con su tristeza.
Cada casa debe convertirse en una sala de reunión de los de aquí y de los de allá. Cada persona en un mensajero. «Tenemos hilo pabilo, del bueno, lo teníamos guardado desde hace años para cuando llegara el momento». Todos los tiempos se reúnen en este tiempo de hilar a Trujillo, es impresionante el candor en los ojos de la gente, voltearemos de cuajo a esta realidad oprimente y a los opresores de la realidad.
No puedo dejar de decirlo, en todas partes hay gente buena. Debemos lograr despegarlos de esos charcos ideológicos que los sumieron en una subalternidad castrante, en una esclavitud política.
Quitarle el miedo al miedo, fantasma insistente para que no crucemos la esquina de la vida. Es un fantasma tramposo, malicioso, inteligente, usa todo tipo de aparatos para paralizar el espíritu de los pueblos. Tiene doble cara y muchos trajes para la ocasión, se cree invicto, es soberbio y cree tener a Dios a su servicio. Fantasma de dos cabezas, bípedo bipolar, presuntuoso, es decir, presume de revolución, de democracia, doctos en manipulación y maniobras, pero: Cómo ganarle en vuelo/ al Colibrí que viene del Sol Humano pájaro total de las redenciones, semillero de alas y cantares que a pesar de los pesares/ canta y sabe cantar/ para con la gente andar/ a pesar de los sinsabores/ llegó a esta fiesta señores/ el movimiento para hilar.
Entonces, viene la fiesta humana, la última mudanza. Salvador Valero, desde El Colorado celestial, indica los primeros trazos. Mil veces por segundo/ mueve sus alas al viento…
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