Cartas | Capaces de convivir | Por: Juancho José Barreto González

 

La conciencia social filtra los miedos, la reunión los resuelve porque los revela y la lucha los disipa en la comprensión del otro. El ser humano se hizo víctima de sus propios inventos. La conciencia cósmica sería entonces el intento de comprensión de la vida terrícola y la búsqueda de una civilización justa. Los miedos nos han empujado a una soledad colectiva y sólo nos interesa lo inmediato, lo necesario para la sobrevivencia. La lucha por lo inmediato debe incorporar la lucha por la existencia, es decir, por el futuro. Darle vueltas a ese “pan para hoy hambre para mañana”. No basta con exigirse a uno mismo, debemos cerrar la puerta que conduce al miedo y a la soledad y abrir la casa a la tempestad que sacude al mundo.

Luchemos por el pan de todos y para todos los días, por un sistema de vida abierto a la vida y cerrado al miedo. La reunión y la risa despeja los temores, la conciencia se hace intranquila y formamos parte de pequeñas minorías desafiantes del estado mediocre, lo que está en el medio y domina. “El más fuerte de turno se hace acompañar de una mayoría inquieta por escalar posiciones y recibir prebendas”. Al convertirse en poder conquistador, grandes y pequeños señores, inventaron la sociedad mercantil, el mundo mercante, el mercado como mundo.

“Salieron en sus grandes barcos espaciales a conquistar a las razas inferiores, para ponerles un traje a la medida y convertirnos en periferia de los grandes centros industriales bajo su control”. El planeta, visto desde esta mirada, se convirtió en un planeta en disputa.

Un país como el nuestro da pena ajena. Oferta al por mayor “zonas especiales” para que vengan a salvarnos los que saben de estrategias económicas.

Quiero darte a releer los dos párrafos finales de la página 15 de Casa Doble (2020): “A quienes están pendientes de la casa va esta reflexión indígena, porque somos de esta casa, originarios de esta casa. No hemos autorizado a nadie para ofertarla al mejor postor ni aceptamos que la ofendan. Conversar y deliberar con franqueza sobre el futuro de esta casa es un reto para nuestra cultura de la independencia que va mucho más allá de dos formas de poder, dos polos medio definidos, al parecer ya incapacitados para la convivencia doméstica. “Es que no podemos andar juntos” dicen a cada rato para justificarse.

Hemos convertido a la nación en un nuevo escenario de guerra, con algunos signos inéditos, donde la codicia geoestratégica se disputa al país “con las mayores reservas del mundo”. El viejo esquema bipolar de la guerra reactualizado con nuevos instrumentos y procedimientos.”

Los que queremos la casa libre de esclavitud tendremos que redoblar nuestros sentimientos y valentías. La lucha por el pan de cada día debe incluir a la noche milenaria. La puerta que conduce al miedo es inmensa, busquemos a todos los hermanos para cerrarla, “artesanos y albañiles, mujeres y hombres capaces de convivir aun siendo diferentes”.

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