Conocí a Richard Terán hace muchos años, oriundo de La casa cultural de El Milagro del Municipio Valera, Estado Trujillo. Conozco a Richard Terán, es un hermano Cantor. Hace pocos días fue objeto de un atropello cobarde como todos los atropellos. Sus “camaradas” de la Casa de los Saberes “Josefa Sulbarán” rompieron la cerradura de su taller y asaltaron sus cosas. Asaltar el taller de un artista es un acto bochornoso, cobarde. Este asalto no es cuestión de hombres, es grave, es cuestión de verdugos, aquellos que hacen los mandados a la opresión y al desencanto.
Hago esta carta, soy dueño de mis palabras y de mi rabia y se a ciencia cierta que con mis palabras puedo fulminar a los fantoches y a los cobardes, así como puedo convocar a los soñadores a solidarizarse con el hermano Cantor tristemente atropellado por los que ayer se ufanaban en llamarle camarada. Viene, como siempre, Benedetti a mi auxilio, me dice zúmbale el verso este, duro, directo, inclemente, soberbio e hiriente, “Límpiate bien la boca si hablas de revolución”.
Asaltantes del artista, del taller donde se sueña pintando, moldeando la aurora, no tenéis excusa. Son de la legión del miedo cobarde, asisten en cambote al evento ruin, la ternura les abandona mientras alaban al poder de la tristeza cazando a los hombres, mendigando monedas por el descalabro surtido entre telones. Les pregunto, de dónde vienen, en cuál lugar se volvieron cobardes y malhechores.
Pido respeto y solidaridad para los artistas y soñadores. Su albergue es nuestro corazón, cueva gigante donde el mundo cabe completo y sin ataduras. Derrotemos el esquema de guerra de los bandidos traficantes del aire, ladrones de alto y bajo cuño, perversos payasos de izquierda y derecha que se creen los dueños de esta coyuntura. Se creen dueños de las personas y juegan al miedo, al empujón y al crimen. Creen que los seres humanos somos piezas de la máquina de demoler sueños y pretenden robarse el alma de los pueblos convertida en mercadería politiquera.
Pido a los soñadores, a los seres justos de todas las dimensiones de esta casa libre, levantar la voz, rozar con las cúspides de nuestras montañas y servir de llave para abrir el taller de la vida donde todos sepamos reconocernos como hermanos. Cantemos Richard, afinemos las cuerdas de nuestras mejores causas, hagámosle saber de qué estamos hechos. Venimos desde lejos cruzando tempestades y aquí estamos sacudiendo maldades y falsas ilusiones.
¡Cantemos Richard!
Mis saludos y respetos…
Por: Juancho José Barreto González
proyectoclaselibre@gmqil.com
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