Trujillo es nuestra casa. Juntar a los trujillanos, estén donde estén, para quererla, reanimarla, acondicionar sus habitaciones, es nuestro objetivo. De Trujillo hacia el mundo diría nuestro afable maestro de pueblos Mario Briceño Iragorry.
Le hemos golpeado incesantemente y sus administradores han saqueado sus bienes, han desvencijado su espíritu y arruinado sus rutas de navegación. Esta es la hora para recobrarla, amarle sin miedo, sacudir el polvo de su memoria y echarla a volar con alas propias. Para mí es una obligación moral, además de honroso, ser el candidato de este empeño, este desafío de un pueblo que se resiste a morir de mengua.
Estamos cambiando de actitud. Junto a tí vamos recuperando la savia de nuestra montaña humana, buscando los mejores materiales volvemos a creer en el nosotros mismos. Ya la suma debilita a la división, y la rebelión anímica supera a los divisionistas y a los diversionistas. La resistencia en el día a día se hace acompañar en el programa del mañana. Estamos obligados como pueblo a «construir nuestro primer piso» para no seguir en el aire, víctimas de las políticas de un poder nefasto y corrupto.
Esta es una «campaña admirable» para la reunión de los hijos buenos de esta región sufrida. Al ahincó para enfrentar la situación diaria, al ánimo y sacrificio para buscar la comida, al empeño solidario para curar heridas, a la disidencia partidista que abandona a corrompidos líderes, a quienes se organizan de la mejor manera posible para encontrar combustible para sus vehículos, a quienes son capaces de acompañar al desvalido y a los solitarios, a quienes claman por el regreso a su ejido de nacimiento, a los que llevan el uniforme de soldados, de campesinos, de obreros o empresarios, a los jóvenes que sienten perdido el horizonte va esta revuelta anímica, esta invitación sincera a ser trujillano para querer esta casa grande y poder organizarla desde la trujillanía, la valentía de ser trujillanos íntegros y sinceros hijos de esta tierra.
Trujillo es una propiedad colectiva, no una zona de asalto y corrupción. Apropiarnos de Trujillo como herederos orgullosos de su memoria, de su sabiduría milenaria, de su ahínco para jalar la historia para los mejores ejemplos de su dignidad, para conjugar bienestar con participación.
Debemos arrebatarle Trujillo a los mercaderes de la política, a los profesionales de la maniobra y de lo injusto. Estamos obligados a decir la verdad, denunciar los entretelones de los negociantes del futuro, comerciantes de dádivas que ponen precio a las personas. Es una cuestión de honor abandonar a los negociantes de la patria, a los esclavos de la dependencia, a los sumisos traficantes de lo cotidiano.
Soy candidato de los trujillanos que marchamos con buena cara a pesar del mal tiempo. Votemos Trujillanos! Saludos cordiales!
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