Cartas | Aumento de tensión | Juancho José Barreto González

 

Los políticos de la quinta república, es decir, los habitantes de la “nación de poder”, unos y otros, factores reales de poder, se han encargado de diluir a la sociedad venezolana, volverla líquida diría cierto intelectual. Un espectáculo le da cabida al siguiente y así sucesivamente. Una suerte de connivencia para la disolución, pero sin entregarse a ella definitivamente. Este aspecto, al parecer se ha convertido en estrategia cuya base material es responsabilizar al otro de mis incapacidades. Resultado de una sociedad tensa, en metástasis, desecha los medicamentos integrales para tomar bebidas calientes. Resultado: aumenta aún más la tensión.

Paradójicamente, quienes dijeron hacer la revolución a finales del siglo XX, se convirtieron en los pacificadores del siglo XXI. Resultado: un pueblo disperso, distraído, atolondrado. Cada vez con menos reservas para vivir, sin movimiento social apto para salir creativamente “al encuentro con su futuro”.

Sus sacramentos simbólicos se han vuelto vulgar propaganda efusiva para “poner la historia a sus pies”, a los pies de una nación de poder bipolar, atontada, previsible, capaz de dar vueltas y vueltas sin encontrar la salida, jugando al toma y dame entre izquierdas y derechas controladas desde monitores especiales, rutinarios, capaces de jugar con el desasosiego y la tristeza. La rebeldía se volvió escritorio sin gavetas, donde la burocracia solía guardar sus anchas bases, pactos y repartos. Los proyectos de izquierdas y derechas son números de oficinas con claves especiales para sostener sus clientelas.

Tenemos claro algo. Esto no es un problema electoral, sería fácil. Hace falta inventar y desarrollar un giro histórico, cultural, mental desde el lugar que habitamos, liberarlo de esta tensión alta que quema las calorías utópicas. Un giro en nuestro léxico mental y espiritual capaz de generar la cercanía entre quienes hoy tenemos el deber de inventar, de comenzar a hablar y escribir una poética política, una forma creadora de construir mundo y de relacionarse. Los seres humanos no somos escalones para que otros suban. Seremos, en este giro imprescindible, si lo queremos, giro y germen, desafío a las células cancerígenas de la civilización superficial y represiva que en largos procesos de conquista y colonización ha sido capaz de conducirnos a la náusea y al vacío.

Esas carreras de un bando a otro son antiguas. Van y vienen. Así han sido estos y también aquellos. Siguen siendo los mismos habitantes de esa nación de poder. Son estupendos jefes de circo y gladiadores. Dejan a su paso un reguero de muertos mientras que otros ya muertos los siguen. La polipandemia que mata varias veces y la sociedad, el mundo pues, se va convirtiendo en un mundo de muertos, donde los muertos conducen a los vivos y los vivos usan a los muertos como enlatados ideológicos.

La tensión aumenta al lado de la inflamación. Los chapuceros de la historia metidos a curadores han sido una falsa esperanza. Ya no nos queda ni la independencia. Nacimos en los sueños, es necesario un coraje esencial para atravesar lo incierto y no fenecer. No permitas que te represente la chapucería cultural de lo bipolar. ¡¡Refunda la casa, gobierna tú!! No es una consigna ni una declaración, es lo único que nos queda para curarnos de la tensión alta. Entrar en esta dimensión extraordinaria significa colocar todas las variaciones reales e imaginativas al lado de lo humano emancipador.

proyectoclaselibre@gmail.com

 

 

 

 

 

 

 

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