No podemos andar, con medias tintas. La conversación suele ser una de las técnicas más adecuadas para orientarnos a la interpretación de lo venezolano y de la realidad humana planetaria. Mi tesis es que Venezuela ha sido convertida en una franquicia disputada hoy en el conflicto entre potencias conquistadoras, cuyas técnicas se orientan al control del mercado regional y mundial. De tal manera, las grandes empresas y sus gobiernos juegan en el tablero neocolonial, mueven todas sus piezas para convertir a las muchedumbres en conglomerados dependientes bajo su control económico, mediático cultural y psicológico, configurando una nueva cultura de la dependencia y el poder cuyas aristas conectan el día a día con tales planes potenciarios donde se disputa la conquista del mercado común de las víctimas marcado por la cultura bipolar de vieja data en nuestro país. Este concepto de cultura bipolar junto al de paraideología nos ayudará a comprender lo que he llamado la guerra civil prolongada entre venezolanos. Pues bien, para abordar el debate sobre el proceso venezolano, al igual que otros, necesitamos revalorizar y agregar categorías culturales que superen el asco ideológico y de manipulación entre izquierdas y derechas anidadas en la cultura bipolar capitalista puesto que pone a la gran empresa y al mercado como la solución repetitiva incubadas en discursos tecnocráticos que convierten a las naciones dependientes en territorio y mano de obra para fortalecer la cultura industrial hoy en fase superior para un nuevo reacomodo.
Es oportuno conversar e interpretar cómo la cultura de la división y el control paraideológico se desarrollan en la vida cotidiana, creando un sesgo, una tachadura de la soberanía personal y comunitaria, expresado en lo nacional por la ausencia de una cultura de la independencia y del gobierno de lo común. Un rasgo genérico de las sociedades del dominio lo configura una institucionalidad constituida por un enorme conjunto de seres humanos que tienen la facultad de controlar a las distintas ciudadanías para someterlas a un conjunto de normas legales e ilegales y evitar que las mismas se subleven desde una cultura propia de participación y construcción de programas de futuros independientes de la cultura bipolar y paraideológica.
Para una filosofía cultural de lo venezolano, es prioritario crear suficientes vasos comunicantes entre nosotros y deliberadamente configurar espacios donde podamos encontrarnos con nuestras capacidades e incapacidades. El propósito de mis futuras cartas es colaborar sobre las posibles bases materiales, conceptuales y espirituales para aprender nuevamente a sumar pueblos.