Cartas | Aprender a Cribar (y II) | Por: Juancho José Barreto González

 

7.- Las dos orillas de esta parcela se han vuelto un fiasco. En el sembradío, a simple vista, predominan las plantas efímeras, rabiosas, empantanadas. Los especialistas, para secar los pantanos, usan unos árboles para exprimir la tierra. Queda seca como un cuero de chivo. En esta parcela nos estamos secando.

8.- Funcionan distinto las orillas del río cuando es río. Heráclito, que tanto iba al río a bañarse se lo llevó la corriente. No importa en cuál orilla se bañaba, ambas conducen al mismo lugar. Un río de una sola orilla no es río, es una línea. Una línea es un trazo para esa orilla que también desaparece cuando el río suena.

9.- Las aguas sucias del río de la historia no sirven para regar el sembradío. La tierra se ensucia. Los especialistas todavía no han inventado los aparatos necesarios para limpiar la tierra de las inmundicias de ese río histórico. A alguien se le ocurrió escribir la historia del río sucio. Al ir a bañarnos en esas aguas de dos orillas, disfrutamos de sus malos olores mientras se nos pegan sus costras culturales.

10.- Al caminar por las calles de lo humano, vamos mostrando tales harapos. Siempre intentamos volvernos a vestir. Al revestirnos, tratamos de sacarle los trapitos al sol al mal vestido. Entonces, la moda pone en evidencia la utilería del momento para no pasar desapercibido. Aparece así el vestido virtual de alta tecnología.

11.- La tierra es un vestido o un harapo para la semilla. La cultura prepara las condiciones adecuadas para la germinación. Cultura viene de “colere”, cultivar. Los especialistas han inventado muchísimos mecanismos, máquinas e instrumentos para zarandear al cuerpo en el semillero. Es cuestión de suerte, un buen maestro con pensamiento sería parecido al maestro histórico de las semillas. Saber abonar lo cotidiano implica el humus de las ideas y la pasión práctica.

12.- Cribar es saber escoger las semillas, separar las buenas de las malas. La cultura prepara las condiciones adecuadas para su germinación, abona la tierra, limpia el agua. En su adversidad, las semillas se adaptan a las inmundas aguas de riego. Sobreviven y germinan, sus primeros capullos asemejan la noche milenaria, paridora de los frutos humanos. El aire fresco de la madrugada le ofrece sus mejores lágrimas alimenticias. Es el brío del rocío.

13.- La condición de ser semilla promete su germinación. El origen transitivo. Más adelante es alimento en la mesa del humano. “Agradezco a quien ha sembrado el maíz este alimento”. Piensa en el origen de las cosas el buen maestro con pensamiento mientras que las manos del hombre semilla danzan los caracoles del tiempo.

14.- Un libro en las manos en un semillero de palabras. El oído las escucha, el ojo las mira y las manos las sostienen levemente. El cuerpo de las palabras semillas se embarcan al lado de otros pasajeros. Los sentimientos se balancean como las arañas en sus maravillosos telares. Cada palabra toca las dendritas de las neuronas y se enciende las luces saltando los chispazos de la imagen futura.

15.- El río se vuelve delta, aclama la multiplicación. Ya no tiene solo dos orillas.

16.- La tercera palabra se coloca al lado de la imagen para augurarle una canción venida de las grietas de la tierra.

17.- La palabra es la semilla del alma. Bajen los fusiles, levanten el espíritu entre los peces del mismo río. La tempestad del mar se topará con la sierra montañosa. La inquietud del maestro y la sabiduría del semillero se deben un nuevo chance.

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