Carorita, fértil caserío de La Puerta / Por Oswaldo Manrique

Sentido de Historia

 

Llamado anteriormente Kukuruy, estuvo formado por un disperso y organizado grupo indígena de la nación Timoto, que al llegar la invasión europea, fue dividida en pueblos, unos bajo la jurisdicción del Virreinato de la Nueva Granada (Colombia), y otros, de la Provincia de Venezuela; conformando un espacio de frontera entre Timotes y La Puerta.

El anterior topónimo aparece en el listado de sitios de La Puerta, de la Guía General de Venezuela (1929), del geógrafo francés Francis Bennet. Es bastante probable que su poblamiento se haya dado como consecuencia del desplazamiento y traslado forzoso de grupos de esnujaques, jajoes y kombokos, de nación Timotes, pertenecientes a las Encomiendas otorgadas a comienzos del siglo XVII, que constituyeron el pueblo de Doctrina Nuestro Señor San Pablo Apóstol de Bomboy.  Progresivamente, el pequeño caserío, fragmentado por ancestrales caminos indígenas, que aunque estrechas travesías, comunicaban y dieron concreción a una comunidad agrícola pujante y ansiosa por mejorar en sus condiciones de vida.

La más añosa documentación encontrada hasta el momento, da cuenta que en la organización de poder, contaba con un jefe o principal indígena, llamado Pitimay, que ejerció la posesión sobre una porción de estas montañas. Según el diccionario de dialectología de Amílcar Fonseca, el vocablo está compuesto como la mayoría de los nombres de caciques, con «piti» , que significa cuatro, y el sufijo «may» o «mai», que es un aumentativo que califica el rango de poder del principal indígena, piti-mai = cuatro buenos o superior. Este nombre indígena, se mantiene en la actualidad como topónimo de la serranía, hito o punto de lindero con Los Cerrillos, sector de la vecina parroquia Mendoza de Bomboy.

Las tierras de Carorita, pertenecían al antiguo Resguardo Indígena de La Puerta, que fueron despojadas por hacendados y gamonales, a la Comunidad de Bomboyes, en 1891, que perseguían construir un «Pueblo sin indios y sin negros», mediante un juicio fraudulento. Luego de este decepcionante pasaje histórico, fue llegando gente de otros lugares y construyendo muy lentamente, lo que hoy conocemos como la población de La Puerta y sus caseríos.

En el proceso de expansión de los Timotes, se fue dando cierto arraigo a la tierra, disminuyendo su itinerancia. También, fueron avanzando en otras disciplinas como el tejido,  la alfarería, dedicándose a la elaboración de piezas de barro, variadas vasijas y ollas, que cambiaban o hacían trueque por insumos que no se producían en la zona como sal, pescado seco y otros. De acuerdo a nuestros más añejos cronistas, una de las actividades económicas en la que fueron avanzados los Timotes, fue la cerámica. Hacia la parte este, de nuestra parroquia, se asentó desde tiempos inmemoriales este grupo indígena que fue cultivando la alfarería. Sacando y utilizando la más fina arcilla que sale en Tierra Colorada, procedían a elaborar sus diseños artísticos en dicho material.

Debe destacarse, que en el caso de las mujeres de esta aldea, se incorporan plenamente a las actividades agrícolas, sobre todo como cosechadoras, ya que si bien en algunos pueblos estas sembraban, se consideraba que la siembra era una actividad predominantemente masculina. De igual forma, las mujeres participaban en la molienda de granos, la alfarería, la confección de tejidos, adornos corporales, entre otros.

La alfarería en específico, fue una actividad muy importante, asociada al desarrollo de la agricultura. Se trata de la producción de utensilios para el procesamiento y almacenamiento de los alimentos cultivados. Fueron entonces las mujeres los agentes fundamentales de la producción artesanal, ya que además de la alfarería, actividad propiamente de mujeres, fueron maestras del tejido y la cestería. La obra en arcilla y cerámica de los Timotes, que incluye la de nuestra zona, se ha reconocido como una de las expresiones artísticas más interesantes del tiempo prehispánico, piezas muy antiguas se exhiben en el Museo del Hombre, en París, Francia, y en el Tulene Bertoni de la ciudad de Valera. Se estima que por el topónimo, la jefa de las indias e indios alfareros de Tierra Colorada, era Kukuruy, indígena principal y trabajadora, destacaría por su arte con el barro, y su belleza como artesana fue en nuestro criterio la dirigente.

Seguramente, la manifestación cultural de su indumentaria y vestimenta de este grupo de aborígenes, tuvo que ser peculiar, por el uso de los colores, texturas, materiales, por eso, su jefa Kukuruy, solía ser vistosa y colorida. El lugar de nombre Kukuruy, puede considerarse como un centro de producción alfarera; por lo que siempre llevó el estigma de la sospecha, de la intolerancia de los colonos y el celo de los curas que lo vigilaban, precaviendo que el grupo de artistas, cultoras y agricultoras alfareras no elaboraran los hermosos y estéticos muñecos para el culto espiritual.

A partir del siglo pasado cuando se comienza a conocer como Carorita, es un sector y caserío situado en el este de la parroquia La Puerta,  municipio Valera del estado Trujillo.  Sobre el origen del nombre de este lugar, hay versiones interesantes aunque no confirmadas hasta ahora, la primera, que antiguamente este era un lugar muy boscoso donde trajinaban y se criaban las  peligrosas arañas denominadas Carorita, que se encuentran donde hay mucho animal salvaje, y no se pudieron asentar los colonos; la segunda, que se sustenta en que el topónimo Carorita, se debe a su relieve orográfico en forma de araña, lo que se puede observar en cualquiera de los mapas y planos cartográficos de la zona, en los que asemeja forma de arácnido; y por esas características topográficas, circulaban, movilizaba y huía mucha gente a través de sus caminos y trechos, en tiempos de los caudillos, por eso un general de apellido Araujo, según el testimonio de la señora María Ignacia Espinoza, le cambió el nombre indígena de Kukuruy, por este topónimo  de Carorita.

Carorita, es un género de arañas araneomorfas de la familia Linyphidae; según el catálogo Mundial de Arácnidos, existen dos tipos: la Carorita  Limnaea y Carorita Sibirica. Este nombre, lo comenzaron a conocer posterior a la tercera o cuarta década del siglo XX.

Con paños de cemento, otros de asfalto y otros de tierra, el viejo camino real, a partir de la primera década del siglo XXI, se fue convirtiendo en carretera agrícola. La Trasandina dinamizó el crecimiento de Carorita.  Su entrada principal, se encuentra a poca distancia del caserío La Flecha, en la carretera Trasandina La Flecha – Timotes. El tiempo estimado de la ruta de viaje entre La Puerta a Carorita, es de aproximadamente 10 min. Sus montañas forman parte de la Serranía del Pitimay, que conecta con La Culebrina, Los Cerrillos y otros caseríos de la parroquia Mendoza. Los urbanizadores le han venido cambiando su autóctono y hermoso topónimo Pitimay, al sitio. En las escuelas se debe hacer el esfuerzo para que no se pierda el topónimo autóctono y criollo.

Fundamentalmente, es una zona fértil, de variada producción agrícola, hortalizas, frutales. La hermosa Cordillera del Pitimay, que debe su nombre al viejo cacique de los Bomboyes, cuya cima pareciera el descanso de los dioses, que en recorrido va develando sementeras, flora, viejos caminos, trochas, la simpática gente, a pie, en bestia, o en vehículo, ahora en motos, siempre amable con el visitante, presta a contar sus historias y leyendas, es un sitio encantador. Alternar y conversar con los caroritenses o caroriteños, es abrumarse de la amabilidad, naturalidad, sencillez y de la espontánea hospitalidad, de esta comunidad campesina.

Carorita es uno de los sectores de la parroquia La Puerta, que aún mantiene sus características de montaña, su serranía, aunque está siendo un poco intervenida para siembras, impactando el ecosistema, provocando la migración de la fauna como tigritos de montaña, osos hormigueros y otros que se han visto desalojados por la quema y la tala. Se había mantenido, hasta la octava década del siglo pasado, como un caserío escondido entre la hermosa Cordillera del Pitimay, no gozaba de la publicidad que tiene hoy, debido a que la han convertido como espacio de turismo, tiene una sola vía interna, agrícola. Continúa manteniendo su encanto, su misticismo, apartado del dinamismo urbano de La Puerta, conservándose entre la niebla, sementeras y sus montañas. Entre ellas, podemos mencionar a familias como los Espinoza, Torres, González, Jerez, Peña, Malpica, Araujo, Salas entre otras, que han echado raíces en el lugar, y sobre las que se cimentó el crecimiento colectivo de Carorita.

Igualmente, otra característica a destacar es que, es una de las comunidades andinas con mayor índice de longevidad, allí, según los actuales vecinos, la gente muere de 80, 90, 100 y más años de edad, es posible que sea como consecuencia de la ingesta de frescos y sanos alimentos de sus huertas. Hasta hace un par de lustros, vivió un personaje destacado de la comunidad, el señor Blas Pineda, dueño de la bodega principal, ubicada donde está la escuela. Recuerdan también al señor Inocente Franco, comisario del caserío, quien falleció hace pocos años.

En 1937, fue creada la primera escuela de primaria de Carorita (Abreu, José Rafael. La Puerta Un Pueblo. Pág. 71. Editorial Arte. Caracas 1969). Según lo recuerdan vecinos, fue a comienzos de los años 70 del siglo XX, cuando comenzó su actividad la escuela, teniendo como sus primeras maestras a Filomena Marín y Rosalía Peña, funcionando en una casa del señor Pedro Vieras, hasta que se construyó la nueva sede, durante la primera década de este siglo XXI. Bajo la denominación de Escuela Básica Concentrada S/N Carorita, actualmente, se imparte educación inicial y del 1° al 6° grado de primaria. La capilla católica de esta comunidad, fue construida durante la primera década del siglo XXI.

En los viejos tiempos, Carorita era punto de tránsito al Municipio Mendoza y Valera, pasando la Cordillera de Pitimay, La Culebrina, Cordillera. El Humo, Carmania. Formando parte la atractiva Serranía del Pitimay, de la Doctrina de San Pablo de Bomboy, para el siglo XVII, probablemente hubo producción del hermoso trigo producido en La Puerta. La historiografía reseña que, para las primeras décadas del siglo XX, en las que La Puerta, tuvo un mayor florecimiento agrícola, Carorita fue uno de los mayores productores de arveja; el señor Aureliano Aldana, habitante este caserío, fue el más destacado productor de este rubro y <<competía en calidad y cantidad con Don Máximo Briceño Pérez, que también cultivaba este grano en su hacienda de Durí>> (Abreu, José Rafael. La Puerta Un Pueblo. Pág. 41. Editorial Arte. Caracas. 1969). Con el nuevo siglo, hasta los comerciantes asiáticos han intentado producir los elementos de su gastronomía, en este lugar.

Igualmente, según Abreu, para aquel tiempo, tenía instalados tres trapiches de pelo o tramojos, <<cuyos propietarios fueron Ciriaco Espinosa, Pedro Parra y Juan Pablo Torres>> (Abreu, 44). El papelón o la panela de Carorita <<era la más apropiada para fermentar en pocas horas el guarapo que abastecía los alambiques, con su producción de contenido alcohólico de 55 grados y en grandes cantidades para los alambiques clandestinos>> (Abreu, 44). Así de hermosa, así de reservada, así de productiva esta tierra.

 

Lo simpático y anecdótico, de la fábrica de “tontos”

 

En Carorita, hubo durante muchos años, una fábrica de ollas, budares y otros objetos que tuvieron mucha demanda; <<De arcilla se construían también unas vasijas o pequeños tarros que llamaban “tontos” y se utilizaban para beber café>> (Abreu, 50). Este dato informa que la actividad alfarera y artesanal no fue interrumpida.

Sobre la “fábrica de tontos” hay un pasaje muy bonito escrito por la fina pluma de Ligia Burelli, en el que da cuenta sobre la existencia de Quitina, la esposa de Pío, que fue el famoso idilio que fraguaron don Carmen Matheus y otros, y concluyó con el matrimonio en la Iglesia de La Puerta. Esta pareja de personajes populares, viejitos y apreciados en la comunidad, se residenciaron en una ranchita muy pequeña, frente la plaza Bolívar, por donde está la antena. Ella era oriunda de Carorita y acostumbraba a decir: – en mi casa puro estamos Dios, la Virgen y la perra. Una perrita que le había regalado su hermano Paz, que eran morochos y este campesino fue el que anunció que en Carorita estaba la “Fábrica de “tontos”, y el pasaje que les quiero compartir, que está incluido en los recuerdos de infancia de la autora, ante un reclamo por haber mencionado eso, contestó: << – No sea tan inventor. Lo que yo quise decir es que en Caroríta hay una fábrica de tontos, que son unos pocillos de barro para tomar café>> (Burelli, Ligia. Un día volver. Páginas 207 208. Gráficas Franco. Caracas 1992). Aclaró el sentido de la expresión, y que se había tomado para hacer chanzas y chistes sobre este lugar de alfarería.
Advierto a los lectores que, este es un apretado resumen de un extenso artículo que con el mismo título, se publicó con diversas imágenes, en el portal: lapuertaysuhistoria.blogspot.com, para fines comunitarios. Mi agradecimiento a la licenciada María Irene Espinoza, profesora Iris Villarreal y Antonio Lino Rivero, por su colaboración en datos y fotografías de este sitio.

En la actualidad y ciertamente, es un sitio de oportunidades, a pesar que la actividad económica principal de esta zona es agrícola. Como zona productora, tuvo que resolver el problema del agua, mediante la instalación de una conexión de tuberías, desde el Páramo de Los Torres, a una distancia de 35 kilómetros, hasta llegar a dos tanques australianos en Carorita, que surte de agua a la comunidad y también para el riego.

 

 

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