De acuerdo al concejal del municipio Bolívar, Carlos Chacón, la frontera se encuentra totalmente deprimida por muchas razones, pero la principal continúan siendo las consecuencias devastadoras de los tres largos años que han pasado desde que fueron cerrados los puentes internacionales
Luego de ser la frontera más activa de Latinoamérica, la línea limítrofe entre Colombia y Venezuela se convirtió en el espejo de la pésima gestión del gobierno de Nicolás Maduro y es que los municipios Pedro María Ureña y Bolívar del estado Táchira, pasaron de ser referencia a nivel industrial, a espacios vacíos y de negocios quebrados y cerrados por falta de materia prima y apoyo gubernamental.
De acuerdo al concejal del municipio Bolívar, Carlos Chacón, la frontera se encuentra totalmente deprimida por muchas razones, pero la principal continúan siendo las consecuencias devastadoras de los tres largos años que han pasado desde que fueron cerrados los puentes internacionales, “como todos saben se cerró el comercio que existía entre Colombia y Venezuela, el 80% de las familias de frontera dependían del negocio aduanero y todo eso se fue al piso, las agencias aduaneras, el transporte de carga nacional e internacional, almacenadoras, ahora todos se fueron a la calle al comercio ilegal y a nivel macroeconómico esto es negativo para un país”, dijo.
En cuanto al tema industrial, explicó que en Pedro María Ureña existen empresas que para poder mantenerse a flote, pasaron de tener más de 160 empleados a manejar una nómina de 6 u 8 personas, la mayoría familiares que cumplen labores administrativas y operativas. “Empresas que en años anteriores mantenían un flujo de ventas constante y que gracias a las medidas fallidas del Gobierno Venezolano se han ido en picado. A lo largo y ancho de estos municipios podemos ver grandes industrias como la azucarera Cazta, expropiada en años anteriores, hoy día no produce nada, sus terrenos están llenos de maleza, vemos como todo lo que es tocado por quienes dicen amar un país, queda completamente destruido”.
“Las pequeñas y medianas empresas y hasta las bodegas han tenido que cerrar sus puertas por no tener nada que vender. Las grandes industrias han disminuido su producción y por eso no tienen nada que distribuir en los negocios, eso también forma parte de la corrupción de los efectivos militares quienes hacen que estos productos no lleguen en su totalidad a la frontera, lo poco que llega es para ellos mismos pasarlos de contrabando a Colombia y con el diferencial que existe entre el bolívar y el peso ganar más”, explicó el concejal Chacón.
También dijo que todas estas situaciones, de las que es culpable el Gobierno, traen como consecuencia que no haya recaudación de impuestos municipales y nacionales, pues al no existir actividad económica formal no se genera utilidad, ni las contribuciones necesarias para mantener un municipio o una nación.
“Esto se refleja en la calle solo con salir a tomar el transporte público, están trabando en menos de un 20% pues no tienen capacidad para el cambio de repuestos, no son de fácil adquisición, un pasaje no pueden aumentarlo por la capacidad adquisitiva de la gente, pero tampoco pueden asegurar los costos de mantenimiento de las unidades. Lo único que ha venido creciendo en la frontera es el negocio informal, la gente saca tarantines para vender cualquier producto y esto no genera nada al municipio, solo desorden”, puntualizó.
Recordó el edil, que pese a las promesas de recuperar la economía venezolana, el cierre de los pasos binacionales afectó más el país, pues el combustible y los alimentos continúan fugándose en grandes cantidades a través de los pasos ilegales, bajo la mirada complaciente de funcionarios de la Fuerza Armada Nacional, quienes reciben coimas de los contrabandistas siempre y cuando los dejen “trabajar”.
Prensa: Carlos Chacón