Por JOVEL ÁLVAREZ
Ya descansado tras las 12 asambleas que tuvieron lugar en el Vaticano, el cardenal Baltazar Porras, arzobispo emérito de Caracas, nos atiende en la casa general de los jesuitas, a escasas cuadras de la Plaza de San Pedro.
Después de haber vivido jornadas de incesante acoso por parte de los periodistas de todo el mundo, dentro de estos muros reina la paz. Se escucha por el pasillo únicamente el paso del cardenal, que amablemente nos saluda y toma asiento para una entrevista exclusiva con El Nacional.
Mientras preparamos el equipo para grabar la conversación, el cardenal contesta mensajes de texto. La pantalla de su teléfono no deja de encenderse y él responde paciente y alegremente a cada persona.
Una vez que todo está listo, comenzamos nuestra conversación.
—¿Cómo se siente después de las Congregaciones Generales?
—Es una experiencia muy interesante. Una cosa es lo que sucede dentro del Aula Paulo VI y otra muy diferente lo que interpretan 3.500 periodistas afuera que quieren buscar alguna cosa distinta. Un evento como el cónclave genera una serie de cábalas, de todo tipo. Pero una cosa es lo que se ve fuera y otra el clima sereno y de gran libertad de todos los que ahí estuvimos. No hay polémica interna, cada quién opina y eso va dando a cada uno el saber quién es quién. No se puede hablar de enfrentamientos, sino que hay un clima de continuidad con los proyectos que echó adelante el papa Francisco y no están concluidos.
—Parece que ahora está más claro que se quiere seguir con la línea del papa Francisco.
—Ciertamente, esto da una esperanza en que no se trata de un país al que llega un presidente de un partido diferente al anterior y quiere echar para atrás todo. El nuevo pontífice que venga tendrá su personalidad, pero captar las necesidades del mundo de hoy es muy importante. Europa, e Italia, que han sido el centro del catolicismo durante muchos siglos, ya no son el centro de la cristiandad. Más del 80% del catolicismo está en el tercer mundo, América Latina, África, Asia y vemos que hay una disminución en Europa del catolicismo. No quiere decir que hay que despreciar lo que hay aquí, porque es la fuente de la que nos hemos nutrido, pero hay que responder a los desafíos que presenta el mundo de hoy. Si el catolicismo echa para adelante en ese tercer mundo por algo será, hay algo qué descubrir en la pobreza y restricciones que viven nuestros países. Ahí está la vitalidad de la Iglesia. Los necesitados son el centro de nuestra misión, ese era el centro del ministerio de Jesús. Buena parte de los milagros los hizo con gente que no era del pueblo de Israel o practicantes. Muchas veces ahí encontró más fe.
—¿Qué se siente vivir el precónclave sin poder participar de las votaciones?
—Es parte de la vida. Uno no llega a cardenal porque va en un ascenso, como los militares, sino que es un servicio que nos ha pedido el papa y cada uno cumple su función. En estos días no ha habido una diferencia entre los que entran al cónclave y los que no, porque está la experiencia de algunos muy ancianos. Hay uno que tiene casi 100 años pero la cabeza muy bien puesta. Tiene experiencia desde la época de Pablo VI. Es importante tener sentido de la memoria. Eso falta en el mundo de hoy. Somos hijos de una historia y hay que ver lo positivo y lo que no.
—Sorprendió mucho la fotografía que subió a sus redes, muchos la interpretaron como una adhesión al cardenal Parolin. ¿Qué propósito tenía esa fotografía?
—Me acompañaron a saludarlo unos sacerdotes que querían una foto, me tomaron una a mí también y la mandaron a las redes. Pero no tiene otro significado, pero mucha gente siente al cardenal Parolin como cercano a la realidad venezolana. La única nunciatura en la que él estuvo fue en Venezuela. Puedo destacar su amor y devoción a José Gregorio Hernández y que conoció prácticamente todo el país. Goza de una gran memoria de todos los sitios donde estuvo y tiene una gran cercanía afectiva con todos nosotros.
—¿Podemos esperar una sorpresa en la elección o será un nombre de los que todos dicen?
—Ante las cábalas que hay, para algunos podrá ser sorprendente, pero yo estoy convencido de que el perfil que se necesita no es para buscarlo. El pobre al que le toque no será un súper hombre, ni será un dechado de todas las virtudes del mundo. Necesita tener un amplio margen de apertura y colaboración. Por eso el aspecto de la sinodalidad es importante. Hay que oler por dónde va el mundo para buscar una palabra de esperanza en un momento en el que pareciera que eso no existe. Es una responsabilidad que supera el creerse un súper hombre.
—¿Hay cardenales que quieren ser papa?
—Yo me atrevo a decir que eso, que en otro tiempo existió por las grandes familias con poder que había, ya no se da. La mayor parte de los cardenales no venimos de familias poderosas. La inmensa mayoría venimos de las familias normales de nuestros países. Algunos de ellos además con mucho sufrimiento para echar adelante. El papa atacó mucho el “carrerismo”, no hay que sentirse superior a nadie, ni despreciar a nadie, ni querer estar bien con todo el mundo. Ser fieles al seguimiento de Jesús nos hace conscientes de que hay que pasar por la pasión y muerte, pero no para terminar ahí sino para ser los defensores de la vida y esperanza de todo ser humano.
—¿Hay noticias con respecto a la canonización de José Gregorio Hernández?
—Esto es algo que está aprobado, pero hay una especie de break, porque estamos sin Sumo Pontífice, pero una vez que haya un papa se convocará el consistorio para confirmar la fecha, tal como lo había dejado el papa Francisco.
—¿Se sabe la fecha?
—Todo indica que será en octubre, mes de las misiones, en el que habrá la canonización de cinco o seis nuevos santos del tercer mundo.
—Espero que no se escandalice con esta pregunta ¿Usted ha visto la película Cónclave?
—Sí, claro.
—¿Qué le pareció?
—Pues no es una película histórica. No soy un experto en cine, pero de esa película, a mi modo de ver, no hay que escandalizarse. Creo que es una parábola que quiere decir que una institución de tanta importancia y credibilidad también debe enfrentarse a los problemas que ahí aparecen, aunque puedan parecer caricaturescos.
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