El Banco Interamericano de Desarrollo presentó el 29 de noviembre el estudio denominado “Crimen y violencia, obstáculos para el desarrollo de las ciudades de América Latina y el Caribe”, en el que resalta que esa región es la “más violenta” del mundo al registrar 39% de los homicidios del mundo y concentrar 41 de las 50 ciudades más peligrosas.
Según el informe, Caracas se sitúa como la primera ciudad más violenta de América Latina y el mundo de las 10 tomadas para el estudio al registrar 120 homicidios por cada 100 mil habitantes, ganándole a urbes como San Pedro Sula, en Honduras; San Salvador y Acapulco, México. Además, Venezuela tiene otras dos ciudades: Maturín y Valencia, con un promedio de 80 homicidios por cada 120 mil habitantes.
Las primeras cuatro ciudades recogen tasas de homicidios de 10 a 20 veces mayores que la media mundial. No solamente está el tema de los homicidios a considerar en el informe, sino que incluyen otro tipo de delitos como el robo, en especial de los teléfonos celulares -por cada 100.000 habitantes, la región registra 321,7 robos, mientras que la media es de 108- , junto a una mezcla de diversos tipos de violencia política, de pandillas, económica,
de género, interpersonal y doméstica, que puede variar de acuerdo al lugar en donde se genere, siendo las zonas pobres y en la periferia de las ciudades en donde más ocurren.
La directora de Seguridad Ciudadana del BID, Nathalie Alvarado, manifestó que “los indicadores más relevantes de incidencia delictiva, de victimización, y de percepción de inseguridad se mantuvieron elevados”, que junto a la escasa confianza por parte de la ciudadanía en los cuerpos seguridad, lleva a la reflexión de que es necesaria la creación y fortalecimiento de las instituciones “eficientes, policías profesionalizadas y más cercanas al ciudadano”.
Para el BID, factores como el rápido crecimiento sin un orden de las ciudades, la falta de crecimiento en su productividad, el desempleo de la población joven y la limitada respuesta de las instituciones que imparten justicia, colaboran a exacerbar el crecimiento de la criminalidad. La experta en temas de seguridad de la Universidad de Santiago, Lucía Dammert, advierte que este flagelo también puede ser parte de la “banalización y normalización” de la violencia en la región, junto al auge del crimen organizado. “Con esa presencia de armas, hay un aumento de la utilización de la violencia para terminar con problemas cotidianos”, explicó. Fuente: Periódico TalCual
José Rojas