En la llamada “gran Sociología” (Soziologie) de Simmel, la Digresión sobre la sociología de los sentidos forma parte del capítulo sobre El espacio y la sociedad; y, está ubicada entre otras dos digresiones, una sobre La limitación social (inmediatamente antes) y la otra sobre El extranjero (inmediatamente después). El orden es importante, por eso hemos hecho énfasis en el mismo. La digresión, como figura literaria, le permite al sociólogo berlinés discutir temas de interés con relativa independencia, sin perder el hilo del argumento central, en su magna obra. Es así como vemos que el segundo volumen, a pesar de contener nueve digresiones (todas famosas en sí mismas), mantiene la unidad, en torno al espacio social, el individuo, los grupos y la sociedad.
En las interacciones interpersonales podemos identificar los tipos de mediación de por lo menos uno de los sentidos humanos, siendo la vista, el oído, el olfato, el gusto y el tacto los principales (no hay acuerdo en el mundo científico, en cuanto a su número; por ejemplo, suele añadírsele a los cinco principales, el sentido del equilibrio y el sentido kinestésico, entre otros). Por ello, se dice que la percepción es multisensorial y está relacionada con el movimiento del cuerpo en el espacio; además, paradójicamente, “para Simmel la proximidad y la distancia no tienen que ver con el espacio físico sino con el sentido que se asigna a la vecindad, que puede producirse a pesar de la distancia física o la extranjería con todo y la cercanía corporal” (Sabino, 2017: 379).
Consecuentemente, en la sociología de los sentidos, los significados del espacio los determinan las relaciones sociales, a través de las acciones recíprocas. Cuando interactuamos con alguien, queremos saber: “¿Qué es este hombre en su esencia? ¿Cuál es la sustancia duradera de su personalidad? … ¿Qué quiere? ¿Qué piensa? ¿Qué dice? … Lo que oímos de un hombre es lo momentáneo, el fluir de su índole esencial” (Simmel et al., 1997: 115). Además, recibimos del oído impresiones, muy distintas en comparación con las recibidas por la vista (p.ej., es posible recordar mejor lo oído que lo visto). Resulta que los sentidos, siendo diferentes, se compensan.
El rostro, las expresiones faciales, la mirada y las primeras impresiones que nos formamos en las interacciones interpersonales, influyen en los tipos de relaciones sociales que creamos. El rostro de una persona revela “la historia de su vida y aquellas cualidades básicas con que le ha dotado la naturaleza. Las oscilaciones de la expresión del rostro no pueden compararse, en diversidad de diferenciaciones, con las impresiones que recibimos por el oído” (ibid..: 115). Esta gran cantidad de información que percibimos, a través de los sentidos, puede ser analizada, de manera empírica, con el sustento del Interaccionismo Simbólico y de la Tecnología Social SAI.
Aunque la sociología de los sentidos, como subdisciplina, y su particular enfoque de los sentidos como interacción (Vannini et al., 2012: 10-11) se origina en la teoría social clásica de Simmel, también debe reconocerse la contribución de otros estudiosos de este campo de la investigación científica, entre quienes principalmente habría que mencionar a Dewey y Goffman. Por otra parte, sabemos que la percepción es cognitiva y que la sensación es fisiológica; pero, el estudio de la construcción social de las experiencias sensoriales debería ser imprescindible (ibid.: vii).
Referencias:
Sabino, O. (2017). Georg Simmel y los sentidos: Una sociología relacional de la percepción.
Simmel, G. et al. (1997). Simmel on culture: Selected writings. Edited by: David Frisby and Mike Featherstone.
Vannini, P. et al. (2012). The senses in self, society, and culture: A sociology of the senses.
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