La pregunta es: ¿Cómo cambia la forma de relacionarnos cuando estamos estresados? Todos nos estresamos ante distintas situaciones en nuestras vidas, pero no todos lo demostramos de igual manera. A algunas personas ni siquiera se les nota que están estresadas, pero lo están. Lo que sucede es que los patrones conductuales varían según nuestro tipo de personalidad y, afortunadamente, es posible estudiarlos con ayuda del eneagrama. Para conocer nuestro tipo único de personalidad debemos primero descubrirlo (entre los nueve tipos que existen); y, luego identificar nuestro subtipo o manera instintiva de proceder: conservación, social o transmisor.
Lógicamente, si hemos dicho que existen nueve tipos de personalidad y que para cada caso se identifica un solo subtipo de los tres posibles, entonces existen veintisiete patrones de conducta. Otro aspecto que considerar son las flechas dirigidas que enlazan a pares de eneatipos, en todo eneagrama. Estas determinan modificaciones a nuestro tipo de personalidad (eneatipo) básico y nos ayudan a interpretar nuestro comportamiento cuando estamos estresados. Por ejemplo: “En momentos de estrés, los UNO van hacia los CUATRO, donde pueden estar en contacto con una forma distinta de vivir y expresar sus sentimientos” (Stabile, 2020: 75). Mucho por aprender.
Nuestro primordial interés es explicar los eneatipos desde el punto de vista relacional (es decir, sociológico). No nos proponemos abarcar el componente psicológico, ni tampoco el psiquiátrico del eneagrama, como herramienta para el coaching gerencial. Así como podemos identificar un eneatipo al cual recurre nuestra personalidad en situaciones de estrés, del mismo modo cuando nos sentimos seguros necesitamos auxiliarnos de otro tipo de comportamiento, diferente al que representa nuestro patrón básico. Observemos, por ejemplo, a los UNO; quienes, para relajarse y permitirse un poco de diversión, se reflejan en los SIETE, cuando están en un buen momento.
De los múltiples usos que tiene el eneagrama, para nosotros representa una forma de entender las relaciones interpersonales, analizando “las similitudes y las diferencias dentro de los grupos” (Aiken, 2024: 65). A su vez, nos permite estudiar las dinámicas entre los centros de inteligencia: sentimientos (tríada emocional: DOS, TRES Y CUATRO), pensamientos (tríada mental: CINCO, SEIS y SIETE) y acciones (tríada instintiva: OCHO, NUEVE y UNO). El primero se orienta hacia las relaciones, el segundo lo hace hacia el análisis y el último hacia el control. De ese modo, los seres humanos interpretamos el mundo, a través de “filtros”: los sentimientos, los pensamientos y las acciones. Todos usamos los tres “filtros” pero nuestro tipo de personalidad privilegia a uno.
También debemos profundizar nuestros conocimientos de los instintos básicos o estrategias de subsistencia, resultantes del proceso evolutivo de los seres humanos (conservación, social y transmisor). Su importancia está en que nos permite percibir las variaciones entre individuos con un mismo tipo de personalidad; sin embargo, para no confundirnos con tanta terminología y conceptos nuevos, sugerimos utilizar fuentes digitales de información, de fácil comprensión y que pongo a la orden, como es el caso del libro de Maria-Anne Gallen y Hans Neidhardt (2002).
Referencias:
Aiken, D. (2024). An integral approach to transformative leadership: Dancing through the storm.
Gallen, M. & Neidhardt, H. (2002). El eneagrama de nuestras relaciones: Enredos, interacciones, crecimiento (quinta edición).
Stabile, S. (2020). El camino que nos une: La sabiduría del eneagrama en las relaciones.
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