Candidatura opositora única: sueño que el sectarismo partidista venezolano hace imposible

 

Por: Luis A. Villarreal P.

Aunque se tiene puesta la esperanza en las Primarias, para poder definir el panorama hacia las elecciones presidenciales y competir en ellas con posibilidades de éxito, no es contradictorio expresar la sospecha de que la unificación de los partidos venezolanos, ahora cuesta arriba, no se realizará como se espera para poder mostrar una oposición aglutinante y contundente.

Las Primarias no superarán el desafecto que hay entre los partidos, principalmente entre el grupo de ‘grandes’ y pequeños que les secundan, frente al resto que no le son afines sino severos críticos. Entre la proliferación [lamentable] de partidos, se habla peyorativamente de una élite que la conforman principalmente el G4 y quienes éste reconoce.

El CNE está entre esa disyuntiva de partidos ‘con poder’ y de los que arguyen no tenerlo. Para la Plataforma Unitaria Democrática [PUD], hasta donde podría entenderse, prescindir del CNE y ‘sus buenos oficios’ es una opción que atraerá y afianzará la participación de millones que han visto en el ente comicial parcialidad y ventajismo.

Por la simple lógica de estar conformado mayoritariamente por personeros del oficialismo y en minoría por obsecuentes rectores que no resisten —ni tratan— de zafarse de la égida de la mayoría oficialista que es la que quita y pone, y chito. No obstante, los desafectos al G4 —y todo lo que se refiera al interinato, y huela a Guaidó, López… y al abstencionismo con razón— prefieren al CNE por sentirse más cómodos o seguros con este, lo que da a entender no solo recelos electorales sino posible resignación a la cohabitación.

Tener un CNE imparcial no es el único propósito [aunque demasiado importante] de quienes batallan por hacerse de unas condiciones electorales dignas y seguras. También el entramado en su conjunto debe estar bien definido: en relación a los partidos y a sus dirigentes —quienes soportan la fractura judicial que los ha dividido entre los que siguen sus inherentes preceptos y los que en su nombre favorecen al oficialismo; igual, con la inhabilitación de sus líderes—. Los presos políticos y sin causa es otro de los problemas que debe resolverse en el marco de las elecciones, cualesquiera que estas sean.

El Reglamento de Primarias y la Fecha de las mismas, son elementos que definirán, por el apoyo que puedan tener, qué tan grande es la Unidad y cuáles sus fortalezas y debilidades.

Muchos suponemos que de acuerdo al acato a la Comisión de Primarias y del Reglamento aprobado, a lo que se vaya cumpliendo, se observará el grado de compromiso con el ejercicio del voto.

Cuándo se va a entender que el proceso de las Primarias no es un simple careo entre liderazgos, cuestionados o no —con o sin legitimación de sus bases—, que el fin de las mismas no llega hasta el abanderado candidato opositor, sino que desde ese resultado por fin la oposición tendrá la posibilidad de asumir una tendencia autónoma. No tutelada, por el ‘parecer’ externo que ha venido decidiendo por los venezolanos al encontrarnos deficientemente representados.

Desde la iniciativa externa por el Diálogo y unas Elecciones Libres, la dirigencia nacional aceptó ese reducto sin apenas tratar de reorganizarse para tomar las riendas, vistas las dificultades, representar al país de mejor forma —ya no basado en un ‘gobierno interino’ que ha demostrado sus enormes limitaciones y su definitiva insuficiencia ante la crisis— no solamente dando preeminencia a la coalición partidista que lo sostiene, y ofreciendo fachada a organismos multilaterales y gobiernos que quieren una solución para Venezuela.

En la práctica Estados Unidos, país que lidera una postura pro-democrática, juega a dos bandas. Haciendo uso de su ambigüedad en política exterior desarrolla una agenda paralela con el oficialismo venezolano sin que las razones se fundamenten en Venezuela y el deseo de sacarla de la crisis. Si bien las sanciones dificultan al gobierno cuestionado con efectos colaterales al pueblo, no van en búsqueda de una solución apremiante y definitiva. Languidecemos sin cambios como Cuba, Corea del Norte, Irán…  Al gobierno interino lo reconocen y tienen como cuadro en la pared, simplemente.

Todo este espectro desalentador tendría que cambiar con las Primarias, porque lo que se busca es también una representación del país suficientemente legitimada, no sólo para erguirse electoralmente sino para gestionar el apoyo de países y la intervención de organismos internacionales, a través de una estructura más allá de la Plataforma Unitaria Democrática anclada a la AN del 2015, con nuevas y cohesionadas fuerzas que representen a la ciudadanía venezolana, a sus gremios e instituciones, en función de su esencia y prioridad, cual es: la defensa, resguardo y proyección de nuestra patria.

La emigración, como algunos han expresado, es la desesperanza del pueblo y del país. Hemos visto como con vehemencia los emigrantes, pese a las limitaciones y negativas asumidas por los países destino, han redoblado sus esfuerzos para transitar el Darién, y forzar su ingreso a los Estados Unidos. Qué lástima que esa energía —y sacrificio— no se pueda aplicar aquí en Venezuela, nuestra amada patria, para producir el cambio que necesitamos.

Y qué incongruente que la aguerrida María Corina Machado, frente al control y negativa migratoria, haya exclamado: «¡les pido que los dejen entrar!«, tal vez pensando en el favor de esos votos. ¿Globalismo populista humanitario, borrando las fronteras?

 

 

 

 

 

 

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