Cambiar de rumbo Por: Antonio Pérez Esclarín

 

 

Resulta verdaderamente vergonzoso comprobar una vez más cómo los que nos gobiernan recurren a todos los abusos, argucias y chantajes para mantenerse en el poder. Como se viene demostrando hasta la náusea, las elecciones se convierten en un mecanismo, no para respetar  la voluntad popular, sino para evitarla o manipularla, y así acabar con la democracia. Sin tener atribuciones para ello y saltándose lo que está bien establecido en la constitución,   la Asamblea Constituyente convoca a unas elecciones presidenciales apresuradas con la intención de que la oposición no logre agruparse en un bloque unitario  sólido. Una vez más, se ha puesto en evidencia que el pretendido diálogo ha servido tan sólo para ganar tiempo y para distraer de los urgentes problemas que sufrimos. Y la oposición sigue una y otra vez cayendo en la trampa y respondiendo a la agenda que se inventa el gobierno.

Pero lo que más me cuesta entender es cómo los que nos gobiernan siguen empeñados en mantener un rumbo que sólo ha traído escasez, hambre, inflación e inseguridad. ¿Acaso no les importa la angustia de la gente ni la fuga del capital humano que se va en masa del país por no encontrar aquí posibilidades de vida digna? ¿Será que todo responde a un plan macabro que sólo busca desmoralizar a las personas y sembrarles desesperanza, angustia y claudicación? ¿Y cómo puede quedar todavía gente de buena voluntad que sigue creyendo que este camino nos está llevando a la prosperidad y la felicidad?

Cómo seguir tan ciegos para no ver que después de 18 años de una supuesta revolución que iba a gestar una sociedad próspera e igualitaria y acabaría con los vicios del pasado, Venezuela ostenta varios récords vergonzosos que demuestran el terrible fracaso de la revolución: Somos el país con mayor inflación en el mundo, inflación que aniquila los aumentos de sueldos y bonos y  ha disuelto los ahorros y los beneficios sociales. Somos el país más violento donde la delincuencia campea soberana y nos ha robado las calles, los parques, las playas, las escuelas, los hospitales y hasta las iglesias, lo que evidencia la gravísima descomposición social y el imperio de la inmoralidad y de la impunidad. El tercer récord  ignominioso es el de la corrupción que se ha robado miles de millones de dólares y ha engendrado una boliburguesía que exhibe sin vergüenza sus riquezas. A ellos no les alcanza el sufrimiento y humillación de las colas, la escasez de medicinas, la falta de efectivo  o la angustia  de no tener qué darles de comer a los hijos. Sería bueno que tuvieran que vivir un mes con la pensión, con el salario mínimo o con uno de esos bonos que de vez en cuando reparten para comprar conciencias y fidelidades.

Es hora de cambiar de  rumbo y no sólo de presidente. A pesar de las trampas, dificultades  y problemas, las elecciones en condiciones justas son el camino al cambio que debemos asumir con coraje. Necesitamos un programa unitario, logrado mediante el consenso, en torno a un líder capaz, honesto y dispuesto a sacrificarse, que devuelva la esperanza y la alegría a las mayorías que no soportan la situación y claman por el cambio. Es la hora de líderes verdaderos, dispuestos a dar ejemplo de generosidad y desinterés por el bien de Venezuela.

pesclarin@gmail.com)

@pesclarin

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