Cae a pedazos la Casa de los recuerdos del Táchira y con ella medio milenio de historia

Hace 427 años la hacienda Paramillo era un importante aposento donde se producía café, conservó toda su magnificencia para que generaciones posteriores pudieran ver su pasado glorioso, y se convirtió 380 años después, en el museo del Táchira. Hoy se está cayendo, está a punto de morir si sigue su deterioro/ Judith Valderrama @juditvalderrama

(Especial) La casa que guarda los secretos más antiguos de nuestra civilización tachirense, por demás bella y amable, la casona de la hacienda Paramillo donde funciona el Museo del Táchira, una construcción que tiene 427 años, está a punto de desplomarse si no se actúa de inmediato. Comienza a derrumbarse, paredes y techos caen condenados por la falta mantenimiento y la edad, esa edad que la hace dueña de tanto aprecio y valor.

Omar Añez, director del Museo del Táchira inició junto al personal de la Dirección de Cultura regional a cargo de Ilia Sierra, una cruzada para salvar la casa de los recuerdos tachirenses, afirman que el estado de deterioro es grave; a lo que se suma la imposibilidad de inversión porque no hay presupuesto, pero allí reposa no solo una vivienda que es casi tan antigua como San Cristóbal (470 años), sino también guarda arqueologías y arte de siglos y siglos atrás que hablan del pasado de estas tierras andinas y de Venezuela.

Desde noviembre del año 2018 Omar Añez está frente a la dirección del Museo de Táchira, y asegura que la sede está viviendo la crisis más grande de su historia.

“Nunca había estado en las condiciones que hoy se encuentra, aunado a la crisis presupuestaria vino la pandemia y con esta llegó el cierre –prácticamente- de nuestro museo”.

Las visitas guiadas que se hacían dejaron de ser, relata con pena el director del Museo, “no está abierto al público, no hay exposiciones presenciales, pero sí virtuales, porque hemos seguido trabajando en exposiciones virtuales y vamos a continuar. Todo por esa vía”.

Una historia en ruinas

“El Museo del Táchira presenta en este momento una grave situación. Las aguas negras destilan por algunos espacios, también numerosas filtraciones son muy evidentes y ya comienzan a desplomarse los techos de caña en el área del molino”.

El director de la casa de los recuerdos de los tachirenses hace un paréntesis para referirse al molino de agua, dice que es único en el Táchira, “allí se lavaba y secaba café hace 427 años”.

Añez cuenta que el último mantenimiento de algunas áreas de la hacienda cafetera, se hizo en los tiempos del gobierno de César Pérez Vivas (unos 10 años atrás), “desde entonces no hemos tenido ninguna otra restauración, pero haciendo énfasis en que es un patrimonio, no solo del Táchira, sino de Venezuela, envidiable por muchos estados porque el Museo es único en espacios, dimensiones, piezas arqueológicas que allí se tienen, nos resistimos a que se caiga”.

– ¿Las piezas arqueológicas que se guardan allí han sufrido deterioro?

– “No, no porque están resguardadas. Ayer hicimos unas jornadas de mantenimiento y el personal administrativo se avoca a limpiar las oficinas porque no tenemos material de mantenimiento, ni personal”.

La maleza arropa la casa

Añez muestra como la maleza ha arropado las instalaciones del Museo del Táchira, dice que está tan alta, que llega a los techos de la espigada casona.

Los jardines otros de sus encantos, donde se podía ver especies regionales y hermosas calas, han perdido su verdor, el monte es lo que resalta y no deja ver si no ruina.

El director del museo reitera que no se puede visitar las instalaciones en este momento, porque se corre riesgos importantes, no solo de que se deterioren más sus espacios, si no de que se pueda sufrir un accidente que afecte a los asistentes, porque techos y paredes comenzaron a caer a pedazos.

“Teníamos visitas diarias hasta de 300 niños de las escuelas de la región, quienes se encontraban con su pasado cultural y podían entender y querer más lo que son. Eso ya no es posible, primero por la pandemia y de volver a regularizar la situación tampoco sería posible por las condiciones de la Hacienda Paramillo”.

Son 11 museos con igual suerte en Táchira

No solo el principal museo del Táchira sufre este abandono amenazante, Añez refiere que son once los museos de la región y están en igual o peores condiciones.

“En la Dirección de Cultura también ha llegado la crisis, y tenemos varios salones inhabilitados como el “José María Sánchez” que una vez fue espacio para reuniones, conferencias y lugar de ensayos de la Orquesta Típica del Estado, no se puede usar por las filtraciones y los frisos que se están cayendo”.

El Salón de Danzas, ayer espacio envidiado por todas las academias, está clausurado, “explotaron los frisos y se cayó un pedazo de pared, se vinieron abajo los espejos, bueno, en estado deplorable”.

A oscuras

Además del deterioro general de la Casa de los recuerdos tachirenses, la oscuridad también es protagonista. No tiene iluminación.

“Necesitamos 500 bombillos mínimo para iluminar el Museo del Táchira, escasamente tendremos 50 bombillos colocados en todos los 10 mil metros cuadrados que componen las instalaciones”.

– De continuar en esas condiciones el Museo, ¿Qué pasaría con la sede?

“Tiene que cerrar definitivamente sus puertas”.

¿Si eso pasará la casa se caería?

“Si, porque ya ha comenzado a caerse y con esto correría el riesgo de nuestras colecciones, porque fíjate que la sala de ciencia donde teníamos todos nuestros animales y todo, ya se está cayendo, si abrimos las llaves de agua se desbordan las aguas negras”.

Añez le pide a todos los tachirenses por igual, mirar hacia el museo, “No dejemos caer el aposento de nuestra cultura tachirense, allí está la historia de nuestras raíces, allí está la historia de una Venezuela donde se criaron nuestros antepasados, abuelos, tatarabuelos y padres, y nosotros como los adultos de hoy debemos dejar ese legado”.

– ¿Se ha hecho algún tipo de evaluación técnica a la sede del museo del Táchira?

Sí, el año pasado antes de la pandemia se hicieron evaluaciones y se sacaron algunos presupuestos, hoy incalculables después de 14 meses, pues esto se ha venido a menos, ya esas evaluaciones que se hicieron no sirven”.

Invasores, inseguridad y desmantelamiento

Otra de las plagas que van contra el patrimonio cultural del Táchira, que es el Museo del Táchira, es la delincuencia, bandidos se encargan de desmantelar la sede y llevarse lo que sigue de pie, han hecho destrozos de gran valía.

“Estamos rodeados de invasores como lo he dicho anteriormente, y se han llevado lo poco que hay en el Museo, se llevan piezas sanitarias, las tapas, lo tanques, los faroles de la Casona. Da tristeza como se los llevan, incluso están cortando los cableados y se llevan los faroles de la entrada”.

– ¿No tienen vigilancia de funcionarios policiales?

“No, solo tenemos un vigilante por día, personal de la Gobernación sin defensa alguna que cubre 10 mil metros cuadrados. No tenemos presencia policial, ni de ningún cuerpo”.

Añez hizo un llamado angustioso pero confiado en que llegará el apoyo, “acudo toda la población de San Cristóbal, del Táchira y de Venezuela, a las empresas, yo sé que es la crisis más grande que atravesamos de toda índole, pero de verdad me preocupa y nos preocupa lo que está sucediendo con un patrimonio de 427 años”.

Relata el director del Museo del Táchira que les han robado hasta la malla divisoria de los terrenos, los tubos se los han llevado y se cayó la pared de tapia original de la Casona y más paredes de tapias van cayendo.

“Tenemos 14 salas sanitarias inhabilitadas y los pisos donde está molino de más 400 años de edad están muy deteriorados”.

Sin colores

El director del Museo del Táchira también hizo un reconocimiento muy especial a quienes hoy laboran en esta casona, dijo que es máxima la entrega, “reconozco que hacen vida en la Dirección de Cultura por amor al arte, porque los salarios son irrisorios, son empleados que llegan a pie porque no hay manera de suministrarles transporte, Y fue con todos ellos que surgió esta idea de rescatar el patrimonio de todos los tachirenses, los que están y los que vendrán”.

Omar Añez recuerda un principio, y es que la cultura no tiene color, “queremos que nos ayuden, que nos colaboren, quien sea y esté dispuesto. Venga de donde venga el bien nosotros estamos dispuestos con los brazos abiertos a recibirlo, no solo de dinero, porque no solo con dinero se compra todo. Necesitamos una mano de cariño y ayuda. Un grupo de vecinos que le duela el Museo y se organicen y nos ayuden a barrer, aun cuando no tenemos insumos de ningún tipo”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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