Briceño Iragorry en Casa León y su tiempo / Por Pedro Frailán

Sentido de Historia

 

 

 

Mario Briceño Iragorry publica Casa León y su Tiempo en el año 1946, ganadora del Premio Municipal de Literatura Caracas. Es un texto que identifica a un personaje ambiguo, incómodo, indeterminado en cuanto a posiciones políticas, desarrollado en la historia colonial de Venezuela, justamente en la etapa de la unificación de las Provincias Unidas de Tierra de Gracia a la Reales Cédulas, que van a conformar la Capitanía General más otras instituciones.

Antonio Fernández de León vive esta etapa de unidad de nación, pasa el proceso de preindependencia e independencia y su guerra de la cual es un actor símbolo del antihéroe como lo señala el propio Mariano Picón Salas en el prólogo de esta obra. Inclusive dice: “resbaladizo personaje (…) Hubo Casa de Leones en los días de Guzmán Blanco, en los de Castro, en los de Gómez, en los más recientes ciclos de nuestra cronología política” (9:1981).

Briceño Iragorry inicia la biografía histórica describiendo la naturaleza del valle de Caracas cuando es invadida por la espesa neblina que baja del Ávila a los mediados del siglo XVIII. Es en este tiempo cuando llega a la Provincia de Caracas la familia Fernández de León, familia humilde, autóctonos de la Villa de Esparragosa de las cercanías de Extremadura, llegan con muchas ansias de trabajo y progreso económico, saben que esta tierra es de oportunidades.

Es buen suelo, generoso para el cacao, añil, tabaco, caña, maíz, yuca, plátanos, batatas, ñames, arroz, frijoles, habichuelas y para cualquier fruto. Los Fernández de León; Lorenzo, Esteban y Antonio van a vivir, además ser parte de las instituciones que fundara Carlos III, como la Intendencia y Real Hacienda, La Capitanía General, La Real Audiencia y el Real Consulado de Carlos IV, en un tiempo aproximadamente de veinte años, ellos también van a ser buenos amigos de los libros.

Todos se van a destacar en el área económica, aprovechando el trabajo de la tierra y sus frutos escogen las tierras de los valles de Aragua en las cercanías del Lago de Valencia, de la cual van haciendo su ambiente, su patrimonio de identidad y cultural. ¡Eso sí!, nunca olvidando y alejándose de Caracas. Van a construir buenas relaciones sociales, entre las mejores del coloniaje, con el tiempo son parte del mantuanaje. Lo tienen todo, riqueza económica, burócratas, intelecto y cercanía al catolicismo.

Son los miembros de una familia que han construido en Venezuela, la sienten y la viven como su patria, excepto Lorenzo que es presbítero. Ya son los Márquez del Toro, es decir, la Casa de León. El más representativo de ellos es el Licenciado Don Antonio, quien ocupó el cargo de Oidor Honorario de la Real Audiencia, le correspondió administrar justicia en el caso de la Conspiración de La Guaira, hasta allá llegó para meter en cintura a Don Manuel Gual y a José María España, aunque no los encontró, pero sí a otros.

Don Antonio vivió tiempos de prosperidad y de abundancia, también difíciles, en el contexto exterior la Revolución Francesa, periodo de cambios y transición que trastocaron la política tradicional de Francia y Occidente. Después la época napoleónica, la decadencia del imperio español y su invasión. En el escenario interno los movimientos por la libertad de Chirino, los de Gual y España, la primera llegada de Miranda. Él ahí observado y actuando, pero siempre con la mirada para ganar.

En tiempos de inestabilidad no es fácil precisar, pero hay que asumir riesgos y llegó el día. En España la situación es difícil entre el Rey Carlos III y su hijo Fernando, Príncipe o Rey ¿quién es el soberano? Acaso Napoleón. De la deteriorada monarquía suelen salir las Juntas y Caracas se propone la suya. Ya es el tiempo de los mantuanos, Don Antonio está presente entre los más destacados, no se llega a consolidar dicha organización, pero hay que castigar la desobediencia.

El jerarca de la Casa de León va a cautiverio en La Guaira, recuerda tristemente que hace ocho años fue el honorable Oidor de la Audiencia en el caso de Gual y España. Por las tardes al oír las campanas que anuncian el Ave María recuerda a su familia y el rosario como buen católico, en ese momento se llena de nostalgia. Llega el día que tiene que partir a Cádiz donde arreglan la desobediencia.

Llega el día de partir, cuando la embarcación se va alejando siente la ausencia de su patria, aunque no nació aquí considera que es la suya. Al regresar al país prosiguió por el camino de la independencia, observa tibiamente, le agradan estas ideas. Pero algo pasó en Cádiz, la reacción española espera a Domingo Monteverde, lo apoya y entra triunfante a Caracas con el realista, aunque se solidariza con Bolívar. Al transcurrir poco tiempo espera al Libertador y también entra triunfante a Caracas a restaurar la República, todo va bien, todo es ganancia.

Posteriormente hará lo mismo con Boves y vuelve a triunfar, ahora más que nunca queda un heredero absoluto, la familia se va diluyendo con la muerte de su hermano Esteban, que no deja herederos, le corresponde todo a él, la sumatoria económica es de gran abundancia. Tiene varios elementos en contra, su vejez, la muerte de su familia nuclear y un honor destruido, mejor dicho no existe, con la soledad cargada con abundante deshonra, como su riqueza económica.

El tiempo prosigue, las ideas republicanas se consolidan, sus héroes lo desprecian, en momentos de guerra se pierde todo, hasta su inmensa fortuna. Sólo queda una salvación, la muerte ¡pobre viejo!, tanto luchar y maniobrar para el descrédito. Briceño Iragorry inmortaliza un personaje que se ha manifestado en diversos tiempos de la política venezolana. Hoy en el siglo XXI más vigente que nunca, es una huella histórica en el tiempo. ¿Cuántos Casa León, pulularán por esta Venezuela de hoy?.

El personaje de Casa León no pasa, más bien abundan, los hay donde existan hombres que solo con el materialismo es posible consagrar la vida. Son personas de pocas convicciones idealistas, sin sueños ni utopías, no hay razón para tentarlas o buscarlas, menos construirlas. Son seres alejados de los valores, lo futuro es lo inmediato y las abundancias, así se quedan con lo más sagrado de lo humano, su dignidad. Un personaje simbólico para todos los tiempos.

 

 

 

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