Paulista (Brasil), 24 jun (EFE).- Los brasileños le dieron este viernes el último adiós al indigenista Bruno Araújo Pereira, asesinado junto al periodista británico Dom Phillips en la Amazonía y que pasó a ser considerado como el nuevo espíritu «encantado» por los pueblos indígenas que siempre defendió.
En medio de danzas y cánticos, comunidades indígenas del estado de Pernambuco, que desde tempranas horas de la mañana se concentraron en un cementerio privado de la región metropolitana de Recife (noreste), le rindieron un homenaje al nuevo «encantado», como llaman los nativos a los espíritus que retornan al «suelo sagrado».
«No podíamos dejar de prestigiar al guerrero Bruno, que hoy se convierte en un mártir para todos nosotros por las causas indígenas, las causas populares y por aquellos que luchan por la defensa de la vida», señaló a periodistas durante el velorio el cacique Marquinhos Xururú, quien también fue el primer alcalde indígena del país.
«Entendemos que Bruno hoy se convierte en un ‘encantado’. Él retorna para el suelo sagrado y vuelve para alimentarnos como espíritu y dar continuidad a esa grandiosa lucha en defensa de la vida, la Amazonía, la selva sagrada», subrayó.
Durante toda la mañana los instrumentos de viento, las maracas y las canciones indias homenajearon al activista y ambientalista, quien dejó los estudios de periodismo en su natal Recife para dedicarse a estudiar a los pueblos indígenas del Vale do Javarí, una inhóspita región próxima de la frontera con Perú y Colombia.
Varios autobuses llegaron a la ciudad de Paulista con indígenas del agreste nordestino, una de las regiones más áridas de Brasil y donde Araújo Pereira comenzó su activismo y estudios con los pueblos originarios antes de instalarse en la Amazonía, donde lideró en 2018 la principal expedición para contactar indígenas aislados.
Ofrendas florales enviadas desde todo Brasil adornaron la sala de velación del cementerio privado Morada da Paz, en las afueras de Recife, y que recibió en el velorio a familiares, amigos próximos, prensa, líderes sociales y representantes de las comunidades indígenas locales.
Entre rituales religiosos indígenas y cristianos, el féretro con los restos mortales del indigenista de 41 años fue llevado al crematorio municipal de Paulista, donde fueron incinerados y cuyas cenizas, por voluntad de la familia, deberán ser llevadas a la Amazonía.
Un altoparlante, al lado del ataúd, acompañó el trayecto con el sonido de la canción indígena «Wahanararai», la misma que fue cantada por el indigenista durante su última visita al pueblo Ticuna y cuyo video de Araújo Pereira, rodeado de indígenas y cantando en su lengua, circuló esta semana con fuerza en las redes sociales.
El cacique Xururú, que fue alcalde de Pesqueira (Pernambuco), dijo en diálogo con Efe que la muerte del indigenista y del periodista son un «llamado a la comunidad internacional» para «abrir más los ojos» en esa región y para los propios pueblos indígenas conseguir más representación en la vida pública y política de Brasil.
La directora del movimiento social Nuestra América Verde, Silvia Siqueira, quien encabezó durante el velorio el llamado por «justicia» ante la muerte del indigenista y del periodista, comentó a Efe que ningún Gobierno brasileño ha estado a la altura porque no son capaces de respetar las culturas de los pueblos.
Siqueira, como otros activistas brasileños, culpa el discurso antiambientalista del presidente brasileño, Jair Bolsonaro, por fomentar y hacer caso omiso, por falta de fiscalización, de las actividades ilegales en la Amazonía, principalmente en lo referente a los indígenas.
«Si no tenemos un Gobierno capaz de respetar todo esto, se seguirá destruyendo la vida. La muerte de Bruno no es un asesinato aislado», aseveró.
El cuerpo de Araújo Pereira llegó la noche del jueves a Recife, tras la finalización de las pericias de genética forense en Brasilia y que permitieron la identificación por el avanzado estado de descomposición, tras permanecer diez días desaparecidos, y por la violencia cometida por los asesinos, que los descuartizaron.
Los cuerpos de Phillips y Araújo Pereira fueron encontrados sin vida en cercanías del municipio de Atalaia do Norte, a donde habían viajado para recoger informaciones para el libro que el periodista británico escribía sobre amenazas contra los indígenas, las mismas de las que había sido víctima el indigenista.
Hasta el momento, cuatro personas han sido detenidas por su participación en el doble homicidio y otras cuatro más son buscadas. Dos confesaron haber actuado directamente del crimen.
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