Brasil y el estado actual de la doctrina Monroe en Sudamérica | Por: Alejandro Mendible

 

La entrevista entre el presidente Joe Biden de los Estados Unidos y Lula Da Silva del Brasil emite un mensaje de cambio de rumbo de las relaciones hemisféricas que podrían dejar  en el pasado  la prepotencia  del Norte imperialista para reconocer el ascenso histórico de Sur América como  una nueva identidad independiente. En esta oportunidad representada por Brasil, “el gigante dormido”, que  despierta para competir en la disputa de América Latina, el sur global  y el mundo en la actualidad con el presidente  Lula  “resucitado” electoralmente por el pueblo brasileño, después del duro golpe que le propino la derecha en 2019 para matarlo políticamente cuestión que supero  y hoy ejerce su tercer periodo en el cargo.

En esta oportunidad en circunstancias diferentes Lula    se presenta como  el más  destacado líder de la  izquierda impulsora del primer  proceso  articulador de cambio trasformador del estatus quo Sudamericano. El fenómeno de cambio regional impulsado por las izquierdas con  resistencia de las derechas conservadoras que no comprendían el nuevo tiempo histórico creado con los  Estados Unidos.  Lo conquistado por estos movimientos representa el  ascenso de una  nueva identidad   del continente, aprovechando la coyuntura creada por  la humanidad cuando atraviesa una  profunda transformación del orden internacional heredado del pasado siglo.

La “sudamericanización”  en su  primera onda transformadora que se inicia en 1998 con el triunfo electoral de Hugo Chávez  contra el orden democrático “puntofijista”  surgido del 23 de enero de 1958   se extiende hasta 2016 cuando la presidenta Dilma Rousseff es sacada del gobierno por un impiachment parlamentario cuestión que descalabra el andamiaje populista radical en la región que se caracterizaba por la postura común cuestionadora del neoliberalismo. También, en este periodo los gobiernos de izquierda logran una política de integración regional y alcanzar la soberanía geopolítica suficiente para  retirar el continente de la condición de satélite de las políticas de los Estados Unidos.

Por razones de magnitud  Brasil se convierte en el marco de referencia integrador de Sudamérica por ser el  mayor país, el más industrializado y representar el 51% del PBI del continente  meridional, todo ello, capitalizado por Lula y el lulismo  para convertirlo en el paraguas de las tendencias populistas afines.

En esta empresa liberadora contribuye la llegada oportuna del capital chino que desplaza la inversión extranjera norteamericana dominante durante todo el siglo XX. Esta suplementación permite a los gobiernos sudamericanos superar el impacto de la crisis cíclica del capitalismo dependiente surgida en 2008 cuando se produce la  quiebra del banco Lehman Brothers de Nueva York asociada con  del desplome de la burbuja hipotecaria. En esa oportunidad los gobiernos de la región por primera vez pueden aplicar medidas  anti cíclicas y mantener en alto el gasto social. Más importante aún pueden crear la UNASUR, el primer organismo supranacional de la región con la función de coordinar el desarrollo independiente del continente sudamericano, Para llegar a este momento climático de ruptura  con la dependencia de los Estados Unidos existe una larga lucha de resistencia de los diferentes pueblos sudamericanos  contra el imperialismo.

La nueva plataforma creada por  las izquierdas establece  un nuevo   paradigma  mediante el cual el continente Sudamericano deja  de ser una referencia geográfica para empezar a emularse, no obstante las grandes asimetrías existentes todavía, como un polo civilizatorio Occidental en gestación  como lo es Norteamérica, impulsada por el expansionismo de las trece colonias de los Estados Unidos creador del primer mercado común continental después de su independencia en 1781 y/o Europa, el primer centro de toma de decisiones del mundo y después de 1993  jalonada por la Unión Europea como una comunidad política de derecho constituida en régimen sui generis de organización internacional fundada para propiciar y acoger la integración de los Estados y naciones del continente.

En la actualidad en  Sur América toma forma un tercer polo civilizatorio  occidental cuyos horizontes históricos no podemos prever en la actualidad cuando constatamos que la nueva formación emerge a modo de un “iceberg” recogiendo los intereses nacionalistas de los sectores populares progresistas y cuyas imbricaciones se venían operando de manera imperceptible  desde el inicio de la  democratización en la década de 1980. En esa oportunidad  el ascenso popular sepulta al  autoritarismo militar que había logrado articularse a nivel continental bajo la oprobiosa “operación condor”. En el caso de  Brasil se puso fin a  las “fronteras ideológicas” creadas por la dictadura   para incomunicar a los brasileños de sus vecinos pero la democratización  permite a la sociedad civil el acercamiento y en el caso de Argentina cambiar la hipótesis de confrontación existente desde los tiempos coloniales  por la de cooperación y crecimiento unidos.

El nuevo andamiaje continental, también, suplanta el rol  simbólico nacionalista de  México en Sur América al ser cooptado por la economía norteamericana en la última década del pasado siglo,  por la presencia de Brasil para actuar como la nueva locomotora del desarrollo continental. Esta situación la intenta revertir el presidente López Obrador en el 2023 pero su declaración  cae en el plano intervencionista  cuando dice “una oligarquía está saqueando los bienes de Perú y necesita un títere”. Por el contrario, los gobiernos de Argentina y Brasil movidos por la reconciliación llenan el vacío dejado por México  en la década de 1990 y logran en la primera década del nuevo siglo un viraje de la cúpula ideológica dominante del neoliberalismo que mantenía los postulados del “Consenso de Washington” como el pacto de dominación hemisférico. Lo hacen los presidentes  Néstor Kirchner, en Argentina  y de Lula Da Silva, en Brasil  en  2003 cuando firman el “Consenso de Buenos Aires” para darle una reorientación de contenido social al  MERCOSUR. Sobre estas nuevas bases  se impulsa la sudamericanización y el aspecto social se convierte en  primer punto de la agenda de las cumbres presidenciales de la región del nuevo siglo. En la marcha hacia ese objetivo es importante destacar el logro alcanzado por el frente político de los presidentes Hugo Chávez, Néstor Kirchner y Lula Da Silva  para contrarrestar  la propuesta del ingreso al ALCA  del presidente de los Estados Unidos George W. Bush en la IV Cumbre de las Américas celebras en la ciudad de Mar del Plata en 2005. En el evento  el discurso inaugural de Kirchner lo aprovecha para dar una disertación magistral  contra los efectos devastadores del neoliberalismo  señalando a los Estados Unidos de propiciarlo, le pide a las instituciones (BID y Banco Mundial) que lo  propiciaron  asuman su responsabilidad y termina pidiendo a sus homólogos elevar la voz contra una política que causa la miseria de la región. Tres años después, se produce el gran salto histórico, ya señalado  de la creación de Unasur e, incluso, la nueva realidad sudamericana encuentra empatía en  la Administración demócrata de Barack Obama creándose  un clima de distención política propicia  para establecer normas de convivencia y respeto mutuo que de manera simbólica mueve  al Secretario de Estado John Kerry a declarar oficialmente en un discurso ante la OEA el 18 de noviembre   2013 que su país ponía “fin a la doctrina Monroe” sustituyéndola por los intereses y valores democráticos comunes. La entente virtuosa que se gestaba para la superación de la nefasta practica intervencionista de los Estados Unidos de una manera no traumática experimenta un drástico retroceso con la siguiente Administración republicana de Ronald Trump  cuando  la doctrina se internaliza  en varios países sudamericanos como una  forma de pervivencia de los sectores de la derecha lo cual determina un retroceso en las relaciones entre el Norte y el Sur  y  Venezuela se convierte en el caso de la discordia política regional  que desarregla la estabilización continental propiciando la intromisión del juego de confrontaciones entre las potencias mundiales. Esta situación nuevamente con el regreso de la Administración demócrata de Joe Biden busca una normalización de equilibrio

Finalmente, hoy en Sudamericana cuando su nueva realidad geopolítica  logra contener los efectos de la doctrina Monroe continúa teniendo vigencia lo señalado por Simón Bolívar de que, “esta mitad del globo pertenece a quien Dios hizo nacer en su suelo”.

mendiblealejandro@gmail.com

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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