La gran incógnita de cara al partido de cuartos de final de la Copa América ante Paraguay será saber si la selección brasileña presentará su versión más errática y desesperada o si, por el contrario, seguirá en modo apisonadora. Son las dos caras que ha mostrado la Canarinha en la primera fase del torneo que ha compartido con Bolivia, Venezuela y Perú en el grupo A.
A priori parecía un grupo fácil, pero la anfitriona solo consiguió convencer a su público en la última jornada, cuando venció de manera contundente a la Blanquirroja por 0-5.
Hasta entonces, las críticas cercaban a la pentacampeona del mundo y en concreto a su técnico, Adenor Leonardo ‘Bacchi’ Tite, quien se vio obligado a realizar cambios en el equipo titular para reanimar a su selección. El runrún comenzó en el partido inaugural frente a Bolivia el pasado 14 de junio.
Brasil firmó una primera parte para olvidar y los aficionados del estadio Morumbí de Sao Paulo, que habían pagado una fortuna por sus asientos, abuchearon sin compasión a sus ídolos.
Solo el VAR y Coutinho, autor de dos goles esa noche, sacaron del letargo al combinado nacional en la segunda mitad. La victoria final fue por 3-0, pero con un juego nada atractivo.
Las dudas aumentaron en el Arena Fonte Nova de Salvador. Tite optó por repetir once ante Venezuela con la única novedad del centrocampista del Barcelona, Arthur, que se había perdido el primer encuentro por un golpe en la rodilla.
El tridente ofensivo formado por David Neres, Richarlison y Roberto Firmino naufragó de nuevo y se fueron de vacío con una estadística deprimente: Brasil solo remató una vez entre los tres palos en casi cien minutos de encuentro.
La frustración por la justa anulación de tres goles a su favor y el nerviosismo creciente viendo que el empate sin goles no se rompía, les sumió en una vorágine de precipitaciones y errores inasumibles para una hinchada que volvió a mostrar su enfado y hasta coreó con ‘olés’ los pases de la Vinotinto. «Hay que poner a trabajar al portero (rival)», reclamó Tite en rueda de prensa tras el partido.
La sombra de Neymar, ausente en esta Copa América después de lesionarse en los ligamentos del tobillo en un amistoso de preparación, y de su efectividad, pues es uno de los máximos goleadores históricos de la selección, planeaba sobre la concentración.
Sin los deberes hechos, la selección afrontó el decisivo encuentro contra Perú de la última jornada con la misión de asegurarse el billete para los cuartos de final y reconquistar a una ‘torcida’ abatida con los dos primeros partidos.
Sin embargo, Tite reaccionó a tiempo e introdujo dos cambios fundamentales en el once. Sacó a Neres y Richarlison e introdujo a Gabriel Jesús y Everton ‘Cebolinha’, nuevo ídolo de Brasil.
Todo se puso de cara desde el inicio con el rápido gol de Casemiro, su primer tanto con la absoluta, en un saque de esquina ensayado a los 12 doce minutos de juego. La presión por el marcador desapareció y Brasil entró en modo ‘furia’. Los goles fueron cayendo por medio de Firmino, el propio Everton, Daniel Alves y Willian para completar una ‘manita’ balsámica. Gabriel Jesús pudo marcar el sexto de la tarde en el Arena Corinthians de Sao Paulo, pero falló desde el punto de penalti.
El ‘jogo bonito’ había vuelto. La plantilla y la comisión técnica quiere ahora continuar en esa línea y despachar a Paraguay con la fórmula en la que tanto insiste Tite: mejorar el proceso creativo y tener una mayor efectividad, pero sin perder la consistencia defensiva. Es su lema y lo repite como un mantra en cada rueda de prensa.
Aunque para enfrentarse a la Albirroja el próximo jueves en el Arena do Gremio de Porto Alegre, el desafío será todavía mayor pues no estará el principal motor del equipo, Casemiro, sancionado por acumulación de tarjetas amarillas.
La estadística habla por sí sola: las dos únicas derrotas que Tite tiene en su expediente en sus tres años como técnico de Brasil fueron sin el centrocampista del Real Madrid sobre el césped.
Tomado de la Agencia EFE