Bolsonaro inicia reforma ministerial apuntando a las elecciones de 2022

Brasilia, 13 feb (EFE).- El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, ha iniciado con cuentagotas una reforma ministerial con la que cede espacio en el Gobierno a una derecha más moderada, busca mejorar su relación con el Congreso y apunta también a las elecciones de 2022.

El primer paso en esa múltiple dirección ha sido el nombramiento del diputado Joao Roma como ministro de Ciudadanía, cargo en el que sustituye a Onyx Lorenzoni, quien pasará a ocupar la Secretaría General de la Presidencia.

Roma pertenece al Partido Republicanos (PR), que no formaba parte del Gobierno y está vinculado a influyentes iglesias evangelistas que respaldan parte de la agenda conservadora del mandatario.

Lorenzoni, por su parte, es miembro del Partido Demócratas (DEM), que junto con el PR integra el llamado «centrón», grupo variopinto de pragmáticas formaciones de derecha y centroderecha más moderadas, con amplio control del Parlamento y que el bolsonarismo pretende usar como plataforma para las elecciones presidenciales de 2022.

El «centrón» ha asegurado su apoyo a la agenda conservadora de Bolsonaro en las cámaras legislativas, pero a cambio de más poder en el Gobierno, que ha comenzado a obtener con el nombramiento de Roma para el estratégico Ministerio de Ciudadanía.

Ese despacho maneja los planes sociales, con un multimillonario presupuesto que deberá ser ampliado en los próximos días, con la prevista aprobación de un nuevo programa de auxilios a las clases más pobres frente a la persistencia de la pandemia de coronavirus.

Ese programa será una reedición de otro aplicado entre abril y diciembre del año pasado, que ayudó a disparar la popularidad de Bolsonaro a tasas cercanas al 45 %, que cayeron al 30 % una vez que los subsidios acabaron y que el gobernante pretende recuperar de cara a su proyecto de reelección en 2022.

 

DIVISIONES EN LA DERECHA Y UN ANTICIPADO CLIMA PREELECTORAL

Los partidos del «centrón», sin embargo, aunque aspiran a obtener otros ministerios a cambio del apoyo legislativo, también muestran divisiones ante el posible apoyo a Bolsonaro el año próximo.

Las mayores fricciones en la derecha se dan abiertamente en el DEM, en el que algunos dirigentes ya proponen un amplio frente de partidos más moderados para enfrentar al bolsonarismo en las urnas.

Uno de ellos es Rodrigo Maia, hasta febrero pasado presidente de la Cámara de Diputados y que ha instado al partido a tomar distancia de la «ultraderecha extremista» que encabeza el mandatario.

Esa corriente interna propone una alianza que incluiría también a parte del progresismo en torno al Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), que lidera el gobernador de Sao Paulo, Joao Doria, el más enconado adversario de Bolsonaro en el centroderecha.

Pero el propio PSDB también tiene divisiones internas y parte del partido se inclina por sumarse al bolsonarismo, lo cual pone aún más turbio el anticipado clima preelectoral que vive el país en medio de una pandemia aún descontrolada y que ya dejó más de 237.000 muertos.

 

EL LETARGO DE UNA IZQUIERDA QUE SIGUE ESPERANDO A LULA

En ese contexto, los partidos de izquierda siguen en el letargo en que se sumieron desde la destitución de la entonces presidenta Dilma Rousseff, en 2016, que se agudizó dos años después, con la victoria de Bolsonaro en las urnas.

El Partido de los Trabajadores (PT), el más importante del arco progresista, aún apuesta a la figura de Luiz Inácio Lula da Silva, quien gobernó entre 2003 y 2011 y luego acabó en la cárcel tras unos juicios por corrupción que ahora han sido puestos en dudas.

Los procesos contra el expresidente fueron conducidos por el entonces juez Sergio Moro, quien luego fue ministro de Justicia de Bolsonaro y renunció en abril pasado, enemistado con el líder de la ultraderecha.

Las dudas en los dos juicios en que fue condenado Lula surgieron tras la publicación de unos mensajes intercambiados en la época entre Moro y los fiscales de la operación anticorrupción Lava Jato, en los cuales se sugiere que el juez orientó la investigación, lo cual está explícitamente vedado por la ley.

La defensa de Lula ha denunciado ante el Supremo esas supuestas maniobras y la «parcialidad» de Moro, así como ha exigido la nulidad de los juicios, lo cual será analizado en los próximos meses por la corte.

Si Lula, quien hoy tiene 75 años, llega a convencer al Supremo, tanto en el PT como en casi toda la izquierda no hay dudas de que será nuevamente candidato a la Presidencia en octubre de 2022.
Eduardo Davis

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