El Alto (Bolivia), 18 oct (EFE).- Con el voto en la mano y la mascarilla en la cara, así volvieron un año después a las urnas los bolivianos, dispuestos a evitar dos rebrotes: el de la covid-19, que se ha enseñado con Bolivia en los meses anteriores, y el de la violencia, que se extendió ferozmente durante la crisis del año pasado.
Pese a que el nuevo coronavirus todavía sigue latente en el territorio boliviano, sus ciudadanos, los primeros de Suramérica en celebrar unas elecciones nacionales en tiempos de pandemia, acudieron fieles a su cita con el voto, aplazada desde mayo por culpa de la emergencia sanitaria.
Aunque el sufragio es obligatorio en Bolivia, el temor a que se prolongue aún más la incertidumbre y crispación nacional causada por la ausencia de un gobierno electo democráticamente pesó más que el miedo a caer contagiados del virus, que en Bolivia presenta la tercera tasa más alta de mortalidad en el mundo, con 72 muertos por cada 100.000 habitantes, según algunos estudios.
Estos comicios son históricos, no solo por la pandemia, sino también por ser los primeros en 18 años en Bolivia que no tienen como candidato a presidente a Evo Morales, que está en Argentina tras la crisis de ahora hace un año.
En ellos se repite la votación anulada el año pasado, que causó una de las crisis más convulsas de la historia reciente de Bolivia, con la huida de Morales, quien había sido elegido para un cuarto mandato consecutivo en medio de denuncias de fraude electoral de sus detractores y acusaciones por el entonces presidente de un golpe de Estado.
TENSA CALMA EN LAS URNAS
Ya ha pasado un año de eso, pero los bolivianos lo recordaban como si hubiese pasado ayer, sobre todo por el conato que se vivió en agosto, cuando simpatizantes del Movimiento al Socialismo (MAS) volvieron a salir a las calles para que no se postergasen más la repetición de estos comicios.
Las elecciones estaban previstas primero en mayo y luego en septiembre, por lo que desde el MAS se acusaba al Gobierno interino de Jeanine Áñez de intentar prorrogarse con la excusa de la pandemia.
«Espero que todo se desarrolle pacíficamente. Ha habido amenazas. Hay un frente político que si no gana, va a convulsionar al país, porque ya lo ha hecho en noviembre de 2019», recordó a Efe Aldo Ramiro, tras depositar su voto en un colegio de Ciudad Satélite en El Alto, ciudad colindante con La Paz.
«Esto nunca había sucedido en Bolivia. Es la primera vez que votamos con este clima de tensión. Bolivia siempre ha tenido elecciones pacíficas. No había esa tensión, esa especie de terror que siente mucha gente», recordó.
Ramiro era uno de los pocos votantes que cumplía con todas las medidas de seguridad solicitadas por las autoridades para evitar contagios de covid-19 durante la votación.
Además de la mascarilla, también llevaba un protector facial, que no era obligatorio pero sí opcional, así como su propio bolígrafo para marcar la papeleta electoral y evitar que pase de mano en mano.
A la entrada al centro de votación los electores eran rociados con líquido desinfectante y antes de presentar los documentos a la mesa correspondiente un funcionario ofrecía alcohol en gel para desinfectar las manos.
LARGAS FILAS EN COLEGIOS
No había tanta rigurosidad a las afueras de los colegios, donde desde muy temprano se dieron largas filas que no siempre guardaban la distancia de seguridad recomendaba de 1,5 metros, ya que además alrededor de estos centros se instalaron mercados y puestos de comida callejera.
Para Ramiro, «ya era necesario» que se celebrase la repetición de las elecciones nacionales pese a la emergencia sanitaria, pues consideró que la situación de “ingobernabilidad” del país no puede continuar más.
Esto debido a que el poder Ejecutivo y el Legislativo son de signos opuestos desde la crisis del año pasado, cuando el Gobierno quedó en manos de la presidenta interina Jeanine Áñez y el MAS continuó ostentado la mayoría en el Parlamento.
«Espero que nuestros candidatos respeten el voto, porque sería un gasto insulso con esta pandemia que hagamos todo esto para que, una vez que salgan los resultados, no sean respetados», comentó a Efe Ángela Aguilar, de 19 años.
Para Aguilar, que también fue de las votantes más madrugadoras, era la segunda vez que votaba, la primera fue el año pasado y su sufragio quedó inservible al anularse las elecciones.
«Para mí no era tan necesario hacer las elecciones ahora. La prioridad es la salud, pero algunas autoridades han tomado como prioridad los comicios», lamentó Aguilar.
«Por el momento estamos con las medidas adecuadas, cada uno portando su barbijo, nos están desinfectando a la puerta y guardando la distancia de seguridad», añadió.
NO HABRÁ RESULTADOS PRELIMINARES
Para Francisca Fernández, una mujer aimara, «esta elección se tenía que haber hecho a los tres meses desde que entró Áñez».
«Para mí está bien hacerlo ahora. Este virus ya está pasando. Dicen que habrá rebrote, pero solo el Señor sabe», añadió esta veterana electora, que no ocultó su deseo de que el MAS vuelva al poder tras ver su hegemonía de casi 14 años de mandato de Evo Morales interrumpida por la crisis del año pasado.
Otros votantes de la tercera edad no tuvieron tanta paciencia ante el cambio de algunas mesas para reducir el número de votantes por cada una de ellas y así evitar las aglomeraciones.
«Ya no voto, mucho me están haciendo caminar», decía un anciano que no lograba encontrar el ánfora donde le tocaba depositar su voto.
La incertidumbre sobre el futuro político de Bolivia se mantendrá todavía varios días, pues el Tribunal Supremo
Electoral (TSE) ya ha anunciado que no ofrecerá resultados preliminares para evitar que, sin un escrutinio definitivo, salte la chispa que haga rebrotar de nuevo la llama de la violencia.
Fernando Gimeno