La Paz, 15 oct (EFE).- Bolivia se encamina a un nuevo ciclo económico tras 20 años de la izquierda en el poder, un cambio reflejado en el actual proceso electoral e impulsado, según expertos, por la necesidad de resolver la crisis en el país, que a septiembre acumula una inflación de 18,33 % y cuya deuda externa hasta agosto llega a 13.741,7 millones de dólares.
El cambio del modelo económico puesto en marcha por los Gobiernos del oficialista Movimiento al Socialismo (MAS) es inminente, pues así lo contemplan en sus planes, aunque con matices, los candidatos que se enfrentarán en la segunda vuelta presidencial, el senador centrista Rodrigo Paz Pereira y el expresidente conservador Jorge Tuto Quiroga.
Ambos candidatos aseguran que reducirán el Estado y no descartan acudir a financiadores como el Fondo Monetario Internacional (FMI), evitado por el MAS.
El Gobierno de Luis Arce, que entregará la Presidencia el próximo 8 de noviembre, ha insistido en defender el modelo económico que rige desde 2006 y tiene un fuerte protagonismo estatal, pese a que sus detractores aseguran que está agotado.
El Ejecutivo aseguró recientemente que dejará una «economía estable», con control inflacionario y sostenibilidad fiscal, pese a un contexto externo adverso y a lo que las actuales autoridades nacionales denuncian como un «sabotaje político» desde el Legislativo.
Los críticos del Gobierno no coinciden con esto y mencionan, por ejemplo, el déficit comercial de 579,8 millones de dólares acumulado entre enero y agosto, o la inflación de 18,33 % en los primeros nueve meses del año que supera el 7,5 % proyectado para todo 2025.
El saldo de la deuda externa hasta agosto es de 13.741,7 millones de dólares, el 23,1 % del producto interior bruto (PIB) del país y las reservas internacionales netas (RIN) llegaron a 3.275 millones hasta septiembre.
El reporte del descenso de las reservas a principios de 2023 coincidió con la persistente falta de dólares en la economía boliviana, a lo que se suman los recurrentes problemas de abastecimiento de combustibles por los que en los últimos días nuevamente se formaron largas filas de vehículos que buscan gasolina o diésel.
Arce proyectó para este año un crecimiento económico de 3,51 %, pero organismos como el Banco Mundial (BM) auguran a Bolivia un decrecimiento de 0,50 %.
Cambio de ciclo
El gerente general del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), Gary Rodríguez, recordó que en 2006 «se proclamó el fin» de la llamada «época neoliberal» que en su momento permitió «sacar a Bolivia» de la «hiperinflación y la recesión» experimentadas a principios de la década de los años 1980.
«La necesidad de resolver la crisis que vive hoy el país abre la posibilidad de cambiar el modelo del Estado plurinacional, luego de 20 años de experimentar un ‘proceso de cambio’ que funcionó mientras el país se benefició del auge económico mundial, por los altos precios para las materias primas que exportaba», dijo Rodríguez a EFE.
Uno de esos productos fue el gas natural, pero la declinación de su producción en los últimos años «convirtió a Bolivia en un importador nato de diésel y gasolina, con la complicación de que al exportar cada vez menos» gas, importar más líquidos y «reducirse las RIN al mínimo, no tenía ya los suficientes dólares para hacerlo, trastocándolo todo», indicó.
Rodríguez consideró que el ganador de la segunda vuelta probablemente recibirá un país «con alta inflación y recesión económica», es decir, con «estanflación», por lo que consideró que uno de los temas prioritarios para el próximo Gobierno será «normalizar la provisión de combustibles».
Lo siguiente debe ser «conseguir dólares para cumplir con el servicio de la deuda y las necesidades de importación, controlar la inflación para evitar una eclosión social e incentivar la creación de empleos de emergencia», agregó.
A su juicio, también será importante «un cambio de visión y actitud en la población», pues «mucha gente se ha acostumbrado a vivir del Estado por casi 20 años», o «a esperar que el gobierno solucione sus necesidades».
«Este cambio tendría que ver con que el Estado dé las condiciones necesarias para que los ciudadanos sean los verdaderos actores del desarrollo y un cambio que tenga que ver con el funcionamiento del mercado, y no el Estado, como ha ocurrido por 20 años», agregó.
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