A este tiempo y en toda la guerra de independencia existieron dos sistemas políticos, uno monárquico y otro republicano con su distribución de poderes. El republicano partió del principio clásico de los poderes basados en la Ilustración y el espíritu de las leyes de Montesquieu. Es decir, la Presidencia (ejecutivo), Congreso y Corte Suprema de Justicia; la jerarquía de la Iglesia no fue trastocada, el máximo representante, el arzobispo; días difíciles para Narciso Coll y Prat que se encargó de la Iglesia de Venezuela desde 1807 a 1822.
El propio, Alí Medina Machado, en el texto ya citado dice; “es la ciudad de la Guerra a Muerte. Pero también el Tratado del Armisticio y Regularización de la Guerra, es decir de la Paz, en su suelo se dieron dos abrazos históricos. El de Bolívar y Morillo en Santa Ana y el de Bolívar con el Obispo Lasso de la Vega en la Santa Iglesia Matriz” (2010: 18)
El segundo encuentro participa con un Estado en guerra ya reconocido por España producto de los tratados de Trujillo celebrados a escasos cuatro meses antes. La iglesia establecida en esta jurisdicción, en estas condiciones, tiene tres sedes de gran importancia que son: Caracas, Guayana y Mérida – Maracaibo en esta última estaba radicado el Obispo Dr. Hilario Rafael Lasso de La Vega desde 1815, una persona de gran formación familiar, académica y eclesiástica, filósofo y teólogo de orden científica. Era el responsable de servir de pastor a un espacio territorial amplio, Mérida, Maracaibo, Trujillo Coro, Barinas, Apure, La Grita, San Cristóbal, Cúcuta y Pamplona.
Un prelado de pensamiento conservador de la memoria colonial hilado al poder monárquico de Fernando VII y guía directo del Papa Pío VII. Él es el creador de las parroquias eclesiásticas de La Cañada, Cabimas y Valera. Viene a encontrarse con la figura política más importante de la Gran Colombia, con una influencia preponderante en esta parte del continente es, Bolívar, El Libertador.
Trae consigo grandes triunfos, es tiempo de su gloria no sólo es un gran guerrero sino un pensador, sus pronunciamientos sobresalen; la Carta de Jamaica, el Congreso de Angostura, sin olvidar Cartagena, Carúpano los pronunciamientos de Trujillo, Decreto de Guerra a Muerte, el Armisticio, la Regularización, la Proclama a los Corianos pronunciada desde Escuque de nuevo se encontraba en Trujillo, en la Iglesia Matriz Nuestra Señora de La Paz. Desde aquí, se inicia el otro diálogo con el actor más importante del mundo en cuanto al poder moral: el Vaticano.
La Iglesia Católica es una gran conocedora de la diplomacia aunque, esta categoría para la época no tenía mucha fuerza. Pero sí cumplía con el rol de mediadora, justamente aquí con la venia de la Virgen de la Paz, se inicia la dialéctica entre Roma y la Gran Colombia para el reconocimiento de la soberanía, autodeterminación, la independencia política y la libertad de lo que había sido una colonia por más de tres siglos hacia una república. La jerarquía eclesiástica estaba clara que hacía muchos años, muchos que algunos de sus pastores estaban de acuerdo con estas ideas, pues ellos, eran parte de esta libertad.
No hay nada tan libertario como los evangelios, grandioso para esta casa de Dios, la casa matriz de tener este privilegio que queda marcado para siempre y, que justamente cuando este tiempo sobrepasa los 200 años de este acontecimiento; la verdad siempre libera, decía Sócrates.
Trujillo, tierra de María Santísima…
Mario Briceño Iragorry insistió siempre en decir que Trujillo es tierra de María, en su libro: “Mi infancia y mi pueblo”. Trujillo nos ha demostrado que ha caído, pero se ha levantado para seguir recorriendo sus pasos por las travesías del tiempo. Ese tiempo que nos muestra su imagen en la colonia reflejada en su arquitectura, también en decadencia y así en el transcurso del tiempo.
Es tan grande Trujillo que a mi parecer en el tiempo actual, le provocaron un crimen cultural grande, el ataque y destrucción de ateneos, bibliotecas, obras de arte, pinturas, esculturas, terrible la adulteración de su historia por parte de una banda de rufianes, que siguen una línea maestra para desmemoriar a un pueblo, afortunadamente solvente en su historia. Porque ha producido su propia historia, la local, la microhistoria, la regional, la nacional y la universal como este que estamos celebrando.
San Juan Pablo II, en su segundo viaje a Venezuela nos dijo: “Despierta y reacciona, es el momento”. Justamente es, en este momento “sobre las dolencias de la patria” para citar otra vez a Briceño Iragorry. Tenemos que pensar críticamente, reflexionar así: el país, con una crisis estructural agónica, con una pandemia universal, manteniendo la fe, con nosotros el Santo, regalo de Dios y de Nuestra Virgencita María, en las advocaciones, La Paz, Durí, la del Talquito. Es tiempo de decisiones, de girar la mirada en búsqueda de nuevos horizontes.
Quien más que, su gentilicio, mucho más, la ciudadanía, por supuesto con nuestra Iglesia Católica y las demás, que hacen vida activa en la ciudad, concibiendo una mirada ecuménica, esa insistencia de San Juan Pablo II en su pontificado.
Como Trujillo lo tiene todo, pues, miremos hacia dentro, busquemos los valores de su cultura y sus factores de identidad, comencemos a poner orden en la casa recordando la lógica Aristotélica. La Iglesia tiene dos documentos que nos servirán de mucho, Puebla, en donde prevalecen con mucho énfasis educación, cultura e identidad y, Populorum Progressio de Paulo VI.
Al comenzar este ensayo cité al inicio el Evangelio de San Juan, cuando el verbo se presentó frente a Dios y luego se hizo carne. Comencemos a arreglar la casa, a cuidarla. Comencemos desde la Palabra.