Boconó a partir del sincretismo cultural y étnico / Por: Lourdes Dubuc de Isea

Sentido de Historia / Boconó 459 años

Evolución geopolítica

 

Iniciado el período de conquista y confinadas las familias indígenas a las cumbres montañosas, surgieron los minifundios convertidos gracias al esfuerzo y voluntad de trabajo de quienes los habitaban en conucos pródigos de variados frutos. Junto a ellos y en los valles, los encomenderos españoles cultivaron la caña de azúcar, el maíz, el trigo y se dedicaron a la ganadería. Bajo la conducción de sus experimentados dueños y obreros surgieron los trapiches y la producción de panela.

Durante esos años iniciales, nuestra ciudad fue avanzando en una serie de cambios que conllevó, en 1620, a las autoridades eclesiásticas y civiles a la creación de la Parroquia de San Alejo y del Pueblo de Indios, respectivamente. Esos siglos que abarcan alrededor de 250 años del período colonial son casi desconocidos, salvo algunos hechos recogidos en crónicas, relaciones e informes de visitas pastorales y civiles. Sin mucho ruido, y con las circunstancias propias presentes en la mentalidad de esa época, nuestra región fue progresivamente desarrollándose. En el área de influencia de Boconó, destacaron tres poblados considerados, junto a nuestra ciudad, como los de más vieja data, a saber, San Bernabé de Niquitao, San José de Tostós y San Miguel Arcángel de Burucay, todos pueblos de indios, según las normas hispánicas, por ser centros de importantes conglomerados de indígenas, injustamente reducidos a encomiendas aledañas a los mismos.

En los anales de nuestra historia, sobresalen algunos hechos puntuales: En el siglo XVII se fortaleció y diversificó la agricultura, y entre finales del siglo XVI y principios del XVII, un esclarecido y culto sacerdote franciscano, don Miguel Carrera, decidió con ayuda de la población indígena allí residente, reedificar la iglesia de San Miguel, una de las joyas de la arquitectura colonial venezolana, que hoy día, pese a saqueos y robos, conserva gran parte de su esencia original, siendo declarada Patrimonio Cultural de la Nación y convertida en ejemplo de coordinación y simbiosis entre el arte indígena y el europeo.

En 1777, el Obispo de Venezuela, Mariano Martí visita nuestra comarca, y hace un pormenorizado inventario y detallada descripción de los bienes de las iglesias y de los aspectos sociales, geográficos y demográficos. La producción agrícola estaba fundamentada en sembradíos de caña de azúcar y maíz, y concluye el Obispo Martí mencionando: Dicen que acá se coge el mejor algodón de toda la Provincia y que no se coge poco.

A principios del siglo XIX, la Guerra de Independencia ocupó todo el panorama político del país y alentó a boconeses a luchar por la libertad, comprometiendo voluntad, tiempo y recursos por la causa. Sobresale entre ellos Miguel Uzcátegui Briceño quien, mediante una proclama del 15 de diciembre de 1811, adhirió a nuestro pueblo a la Declaración de la Independencia del 5 de julio anterior, y estableció el primer cabildo republicano, convirtiéndose en el primer alcalde de la recién declarada Villa de San Alejo de Boconó. Caída la Primera República, fue perseguido, encarcelado, juzgado y exiliado del país, y sus bienes sometidos a despojo en acto público y bochornoso efectuado en estos mismos espacios. Más adelante, no vaciló en enrolarse de nuevo en la causa patriota, y prueba de ello es la honrosa misiva en la que el Libertador le compele a defender la ciudad el mismo día en que firma el Decreto de Guerra a Muerte. A fines de junio de 1813, en el marco de la Campaña Admirable, el ejército libertador al mando de Simón Bolívar y otros próceres, visita nuestra ciudad. El Libertador, pronunció en esta oportunidad la frase transmitida por la memoria colectiva, que llena de orgullo a los pobladores: Boconó es el Jardín de Venezuela. Unos días después, el 2 de julio, se efectuó la batalla de Niquitao, ganada por los patriotas, que determinó el éxito final de la Campaña Admirable.

Culminadas la Guerra de Independencia y la Guerra Federal, y ante sucesivas asonadas de montoneras que asolaban el país, Boconó se convirtió en refugio de paz social y opulencia agrícola. A nuestro terruño llegaron familias de Barinas, Portuguesa, Lara, Zulia. Se efectuó la primera inmigración europea, sobre todo italianos. Y todo exilado aportaba sus conocimientos y los multiplicaba entre la población residente. Fue una época en la cual el café ocupó el lugar predominante en las exportaciones del país, y Boconó se convirtió en el más pujante productor de café del estado Trujillo. Un magnífico clima y una población culta y laboriosa lo convertían en un rincón de paz y alegría. Era una ciudad con marcado gusto por las manifestaciones artísticas. En ella había conjuntos musicales de envergadura. Orquestas. Pianos en las casas familiares. En las últimas décadas del siglo 19, un ciudadano boconés, el Dr. Pedro José Saavedra, hijo del Gral. Santana Saavedra, fue llamado por el Presidente de la República Antonio Guzmán Blanco a ocupar la cartera del Ministerio de Relaciones Exteriores. A tan alta deferencia respondió con prontitud y eficiencia nuestro paisano, y a la vez fue gestor del movimiento Sociedad Recreativa y Progresista que delineó las calles de la ciudad, el entorno de la plaza, adquisición de la primera imprenta, siembra de árboles nativos, y se fundó el primer periódico El Progresista.

 

Centro de Boconó. Año 1940 (Archivo audiovisual de la Oficina Cronista del municipio Boconó)

 

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