El notable filósofo inglés Bertrand Russell (1872-1970) escribió muchas obras y una de las más importantes se titula: ‘La Conquista de la Felicidad’ (1930).
En esa obra analiza una serie de factores que inciden en la desdicha o en la dicha del ser humano. Después de analizar detalladamente esos factores, Bertrand Russell insiste en la importancia de no vivir ensimismado (no vivir centrado en sí mismo) y por eso recomienda tener un interés real por el mundo exterior.
Veamos primero las propias palabras de B. Russell: “Por tanto, deberíamos proponernos, tanto en la educación como en nuestros intentos de adaptarnos al mundo, evitar las pasiones egocéntricas y adquirir afectos e intereses que impidan que nuestros pensamientos giren perpetuamente en torno a nosotros mismos. Casi nadie es capaz de ser feliz en una cárcel, y las pasiones que nos encierran en nosotros mismos constituyen uno de los peores tipos de cárcel. Las más comunes de estas pasiones son el miedo, la envidia, el sentimiento de pecado, la autocompasión y la autoadmiración. En todas ellas, nuestros deseos se centran en nosotros mismos: no existe auténtico interés por el mundo exterior, sólo la preocupación de que pueda hacernos daño o deje de alimentar nuestro ego [….] Que otros te quieran es una causa importante de felicidad; pero el cariño no se concede a quien más lo pide. Hablando en general, recibe cariño el que lo da. Pero es inútil darlo de manera calculada, como quien presta dinero con interés, porque un afecto calculado no es auténtico, y el receptor no lo siente como afecto verdadero. ¿Qué puede hacer un hombre que es desdichado porque está encerrado en sí mismo? Mientras siga pensando en las causas de su desdicha, seguirá estando centrado en sí mismo y no podrá salir del círculo vicioso; si quiere salir tendrá que hacerlo mediante intereses auténticos [….] El hombre feliz [….] es aquél cuya personalidad no está escindida contra sí misma ni enfrentada al mundo. Un hombre así se siente ciudadano del mundo y goza libremente del espectáculo que le ofrece y de las alegrías que le brinda, sin miedo a la idea de la muerte porque en realidad no se siente separado de los que vendrán detrás de él. En esta unión profunda e instintiva con la corriente de la vida es donde se encuentra la mayor dicha” (Cap. XVII).
El filósofo estoico romano Séneca (aprox. 2-65) planteó algo similar cuando aconsejó a su pupilo Lucilio lo siguiente: “Nadie puede ser feliz si solamente está ensimismado y trata de buscar su conveniencia en todo: Tú debes vivir para alguien distinto si quieres vivir para ti mismo” (Carta a Lucilio núm. 48).
Esa sugerencia de B. Russell y Séneca sobre no vivir centrado en sí mismo probablemente es muy acertada. En efecto, quizás podríamos decir que uno de los requisitos para una vida feliz (aunque no el único requisito) radica en que una persona tenga múltiples inquietudes, intereses y actividades distintas a pensar en ella misma.
Entre esas inquietudes, intereses y actividades, podríamos citar todo tipo de actividad creativa que ocupe la mente. También las actividades sociales y políticas para mejorar las condiciones de vida de las personas. Por supuesto, también interactuar con otras personas de manera desprendida y altruista. Asimismo, todo tipo de actividad cultural (leer buenas obras, prepararse y transmitir buena cultura, etc.) constituyeuna gran fuente de felicidad. También es muy importanteel ejercicio físico, porque está comprobado científicamente que contribuye a la salud mental.
En fin, la lectora o lector analizará cuáles actividades son las más adecuadas para su persona, pero esa sugerencia de B. Russell y Séneca es digna de reflexionar.