Para la abundancia las lentejas y el dinero en efectivo no faltaban en los bolsillos o los platos, pero la falta de papel moneda limita esta posibilidad, así que el “billete llama a billete” será más fácil hacerlo con dólares o pesos. Por su parte los granos aunque accesibles, salen del presupuesto familiar palideciendo en el frente contra las proteínas como la carne y el pollo.
Rituales de limpieza
Para la prosperidad se suele hacer una limpieza que se acompaña con aromas cítricos, encender velas de distintos colores, y cada una tiene un significado diferente, pero ya las velas pasan el salario mínimo, solo una de estas velas especiales equivale a más de un mes de trabajo, un disparo certero a las cuentas bancarias.
Las maletas para los viajeros
Quienes desean viajar recorren las calles con una maleta, asegurando que entre más caminen, sus viajes serán mucho más largos, lamentablemente muchas familias pasarán este fin de año separados, por mares o países, por lo que las maletas son un recordatorio de los que no están, como reliquias de guerra.
Buena suerte
Para la fortuna los frutos secos y ropa interior amarilla no podían faltar, pero las nueces y las castañas, el maní o las frutas deshidratadas dejaron de de ser prioritarias hace al menos dos años, sus altos costos los eliminaron de la dieta y quienes creen que llevar ropa interior amarilla también atraerá buena suerte en el año entrante deben decidir si comprarlos o invertir en las municiones de la cena de fin de año.
Las 12 uvas al son de las campanadas
Al escuchar la famosa poesía de Andrés Eloy Blanco “Las uvas del tiempo”, se encuentra la clásica tradición de comer 12 uvas, una a una en la medida que suena cada campanada, pidiendo 12 deseos para el año entrante, será una costumbre que pocos podrán costear, para una familia pequeña, se requiere al menos un kilo y son muy costosas.
Brindis y estrenos
Las prendas más económicas, rondan los 7 dólares, franelas sencillas, los pantalones superan los 15 dólares y el calzado de vestir es inalcanzable para los que sobreviven con sueldo mínimo entre 35 y 40 dólares, así que poder comprar alguna prenda requiere el ahorro de varios meses o simplemente desistir y rendirse, por otro lado las bebidas para la celebración han tenido que bajar el rango, de vino y ponches a tragos más autóctonos.
La crisis ha izado su bandera de victoria en casi todas las tradiciones festivas de esta temporada, por lo que los trujillanos para no dejarse vencer en su totalidad se han adaptado, sin perder la alegría y los sueños de que el próximo año la prosperidad pueda ganar.