Basura: a 8 bolívares el kilo

 

Como Jorge, hay 28 personas dedicadas a colectar cartón, plástico y papel para subsistir

Jorge es uno de los pocos trujillanos que le ve el lado positivo a los innumerables basureros que hay en toda la ciudad, causados por la irregularidad en la recolección de desechos. También parece ser el único con una solución, mientras los habitantes de la falda del cerro La Plata, no saben qué hacer con sus desechos y el gobierno no ejecuta políticas efectivas

 

María Gabriela Danieri

maria.danieri@diariodelosandes.com

Aprendió a soportar las miradas inquisidoras de la gente, como el olor de la basura. Cada cartón, papel, botella o plástico colectado, se transforma en bolívares: 1.000.000 en días buenos y 400.000 en los malos. Ese dinero, al final de la jornada, sirve para brindarles arepa con café a sus tres hijos de 13, 14 y 3 años de edad.

Jorge Luis Torres, de 26 años, es uno de los pocos trujillanos que le ve el lado positivo al problema de la basura. Es recogedor de desperdicios desde hace 6 años, cuando la albañilería dejó de ser una opción por la falta de cabillas y cemento.

«Vi que la estaban vendiendo (la basura) y me puse a vender» contó, mientras encajaba un saco repleto de potes de margarina en un carrito de supermercado. Un señor llamado William, en el sector Las Pulgas, le compra la mercancía a 8 bolívares el kilo. Paga en billetes de 100, no es mucho pero sirve «para medio rebuscarse».

En Valera, comenta, a veces se queda sin visitar sectores, donde los mini vertederos coexisten con las comunidades. Empieza en Carmania, pasa por el centro, Santo Domingo, la pasarela y de último deja el viaducto de Bella Vista, cuando va de regreso a su casa en La Floresta.

 

Un basurero municipal

Uno de los más populares, explica, está en La Marchantica, donde nunca faltan desperdicios alrededor del monumento a José Gregorio Hernández. Néstor Maldonado, comerciante y habitante del sector, comenta que este problema tiene 15 años. Se indigna, pues no solo es el mal olor, sino la apariencia de Valera. “No es un basurero municipal, pero es difícil sacarle eso a la gente de la cabeza. Creo que con un poquito de cariño, eso se erradica, pero hace falta voluntad”.

Como otros vecinos, dice que deben colocar ahí sus bolsas por la irregularidad en la recolección de desperdicios. Aunque, es muy poca la que produce la comunidad, es más la traída por otras personas a pie y en vehículos. Han visto hasta transportistas barquisimetanos traer sus cochinadas al sector.

De monumento al Venerable, a basurero municipal. Fotos: María Gabriela Danieri

Un viaje diario

Rosario de Torres, del consejo comunal “Compromiso solidario” del Cerro La Plata, dice que antes del problema, se sacaban las bolsas lunes, miércoles y viernes, pero este plan falló por la falta de camiones para el aseo. Actualmente, el día para sacar la basura es el viernes. Sin embargo, no lo cumplen. Son siete sectores en total, que se ven en la necesidad de utilizar este botadero improvisado.

Para ella, la Alcaldesa ha querido buscar una solución, pero es rebasada por la crisis. Los vecinos no colaboran y los foráneos menos. “Queremos quitarlo, pero no somos solo nosotros. Ahorita hay problemas con los camiones en la Alcaldía y de paso, la carretera hacia El Salto está dañada. De tres viajes que hacían a diario, ahora hacen uno”.

Gerardo Delgado, otro habitante de La Marchantica, comenta que han hecho caso. En una oportunidad acumularon sus desechos en casa, pero pasaron dos semanas sin aseo y tuvieron que sacarlos al obelisco. Echa de menos el container, que fue retirado hace un año y había sido colocado por José Karkom.

 

Hay para todos

Ese envase impedía que se hiciera una montaña de basura, pero en ocasiones se rebasaba y era contraproducente. Ahora, los perros y los zamuros vuelven a convivir entre las moscas. Tienen lugares para escoger, sobran los botaderos. Jorge, el recoge basura, cuenta que no sabe cuántos hay, pero sobra para todos. Como él hay 28 personas dedicadas a esta práctica de subsistencia.  Él sale a las 6 de la mañana y regresa a las 6 de la tarde a su casa, de lunes a lunes. Sí, la basura en las calles es “por una parte malo, por el olor, pero por otra me da los cobres”.

Parece ser el único, en toda las Siete Colinas, con la solución a la vista: el reciclaje. Pero anda por ahí, de lunes a lunes bajo el sol, mientras los gobernantes piensan en las próximas líneas de sus discursos, que pronto irán a dar en la basura, entre moscas y gusanos.

 


Recomendación

Maldonado cree que una buena opción, mientras se soluciona el problema de los camiones y la carretera, es que la Alcaldía coloque un aviso en el boulevard. No cuesta mucho dinero poner un cartel de prohibición y poner la ordenanza o decreto. Luego, deben crear políticas eficientes para disminuir los desechos.

 

 

 

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