Madrid, 7 nov (EFE).- A los 6 años, a la neuroeducadora canadiense Barbara Arrowsmith-Young le diagnosticaron una «discapacidad múltiple de aprendizaje» que se traducía en una dificultad para interpretar signos, leer y escribir. Años después, desarrolló una metodología revolucionaria en la educación especial reconocida internacionalmente.
El diagnóstico, según explica en una entrevista con Efe, no la detuvo a la hora de formarse en psicología especializada en estudios de la infancia y desarrollar un nuevo método que hoy se aplica en todo el mundo.
Antes de su ponencia sobre el cerebro y el bienestar en el marco del Global Education Forum (GEF), impulsado por la Universidad Camilo José Cela (Institución Educativa SEK) de Madrid para suscitar cambios y alternativas al sistema educativo universitario tradicional, la directora de la Escuela y el Programa Arrowsmith y autora de “La mujer que transformó su cerebro” explica los estigmas y los retos a los que se enfrenta actualmente la educación especial.
Pregunta.- El programa Arrowsmith aboga por fortalecer las capacidades más débiles en lugar de compensarlas, ¿por qué este método resulta más beneficioso?
.– Creé este programa porque cuando era pequeña tenía dificultades de aprendizaje y no tenía ninguna respuesta. La idea entonces era que, si tenías un área de dificultad, la compensaras. Pero eso requiere un esfuerzo y energía adicionales y, por mucho que se compense, no se puede trabajar en la zona que no funciona. Así que decidí crear un programa que estimulara, ejercitara y cambiara la capacidad de aprendizaje del cerebro para toda la vida. No enseñamos una técnica, sino que cambiamos la capacidad de los cerebros para que puedan retener la información.
P.- ¿Cuáles son los prejuicios más comunes sobre los alumnos con dificultades de aprendizaje?
R.- Que no son inteligentes o que no se esfuerzan. Lo que vemos al realizar imágenes cerebrales con estos estudiantes es que sus cerebros trabajan más, pero no obtienen los mismos resultados. Pero, si cambias ese funcionamiento cognitivo, lo mejoras y lo refuerzas, entonces el aprendizaje se vuelve eficiente, eficaz y divertido. Conozco la lucha, la incomodidad y el malestar y puedo decir que, en toda mi etapa escolar, no hubo ni un solo día de alegría. Solo después de abordar los problemas disfruté aprendiendo.
P.- ¿A qué retos se enfrentan los profesionales de la educación especial?
R.- La mayoría de los profesores son muy apasionados y dedicados. Optaron por este campo porque quieren marcar la diferencia, pero a menudo sienten que no se les dan las herramientas o las técnicas para hacerlo y que están poniendo una tirita en vez de solucionar el problema. Por eso, nuestra responsabilidad es darles programas que realmente tratan el problema subyacente.
P.- ¿Deberían todos los centros educativos incluir programas de educación especial?
R.- Todos los menores que van a la escuela deben tener la oportunidad para mejorar y fortalecer sus cerebros. Es hora de que pongamos el cerebro en la ecuación de la educación con programas cognitivos. Los alumnos sin dificultades mejorarán su capacidad de aprendizaje y los alumnos con dificultades las eliminarán para que, básicamente, el resto de su escolaridad y de su vida aprendan con facilidad y alegría.
Natalia Ibáñez Guinea