Aunque en Táchira hay un central azucarero que data de 1954, el azúcar que se compra en supermercados, abastos y al bachaqueo no es de producción venezolana. El producto refinado por kilo de la industria del país vecino es vendido hasta en 33.000 bolívares, por lo que personas han optado por consumir panela, cuyo precio asciende a 20.000 bolívares el kilo.
Alejandro García, alcalde del municipio fronterizo Pedro María Ureña, localidad de asiento del Central Azucarero del Táchira, dijo que los finqueros que arrimaban caña a Cazta, entre ellos su familia desde hace 55 años, no pudieron continuar su labor por la inacción de la industria.
“Las cañas que quedan por ahí se les están vendiendo a los trapiches de los municipios Junín, Córdoba y Rafael Urdaneta para hacer panela. El central azucarero, desde el momento en que fue expropiado, presentó problemas técnicos, precariedad de la mano de obra que lo operaba, al punto de que muele una caña desde hace tres años”, dijo García.
José Rozo, miembro de Fedecámaras Táchira, señaló que Cazta no fue expropiado y que el proceso gubernamental llevado a cabo en 2010 fue una confiscación porque nunca fue pagado al consorcio colombiano, del emporio García Lullë, que lo adquirió.
García dijo que en el Central Azucarero del Táchira hay cerca de 300 personas “que no hacen absolutamente nada”.
“Acabaron Cazta, acabaron con las fincas, no hay ni agua para regar los cañales; las fincas están enmontadas”, añadió el alcalde.
Rozo señaló que algunas fincas han sido invadidas y en otras construyeron urbanismos.
Datos históricos indican que en el municipio Pedro María Ureña había 2.500 hectáreas sembradas de caña, mientras que en Boconó-Villa del Rosario-Escobal (Colombia) había 600 hectáreas más. En el valle del río Zulia, en Norte de Santander, similar cantidad de terrenos estaban sembrados con caña de azúcar.
El alcalde García contó que su familia llegó a arrimar 10.600 toneladas de caña (1.900 camiones) en 1990 para su procesamiento en Cazta. “No hay caña, ni sembradíos, ni fertilizantes ni mano de obra para las fincas. Total que la historia de la caña de azúcar en Ureña terminó”, expresó.
Rozo señaló que el consorcio que adquirió Cazta invirtió 8 millones de dólares en recuperación, sustitución y automatización de equipos y procesos. Eventualmente refinan azúcar crudo.