Avenida 10: epicentro de la prosperidad comercial y paseo nocturnal del valerano de antaño

Valera vivida, leída, escuchada y soñada (30)

 

Hablar de la Valera de otros tiempos, es hablar obligatoriamente de la avenida 10 antigua Calle Real, el gran epicentro de la ciudad. Era Valera de mucho comercio, con negocios muy prósperos, en sus momento se convirtió en el paseo de las noches para el valerano.
La Av. 10 y gracias a su comercio daba la sensación que estabas en otro lugar, parecía una calle de las grandes ciudad con su avisos que aparte de darle realce, le daba mucho categoría. Lastimosamente apareció una resolución que ordenó quitar los aviso y, toda esa magia y encanto fue desapareciendo, así como paulatinamente desaparecía aquella hermosa, tranquila, acogedora y bohemia ciudad de Valera del ayer.
“Todo era muy bonito. El paseo de las noches era, salir de la casa, bajar por la avenida 10, ver las exhibiciones de las vidrieras de cada negocio hermosamente iluminas con su puertas de vidrio y sin rejas o protecciones, llegábamos a la Plaza Bolívar le dábamos la vuelta, y siempre nos estábamos a escuchar las retretas, luego de escuchar las melodías se subía por la. 10 para comprar las barquillas de a real en la Heladería Roma”, señala Otto Hidalgo quien vivió con mucho orgullo esos años.

“Se pudo contar con establecimientos de la talla: La Villa Caracas, La Casa del Niño, Almacén Mi Tesoro, el antiguo edificio de Muchacho Hermanos y la Kodak que era de ese mismo grupo la cual se quemó, frente a Radio Valera quedó Aeropostal la cual también se incendió, habían muchas joyerías y grandes tiendas de telas y ropa, muchas farmacias”, sostiene Hidalgo.
El comercio de Valera ha sido de grandes tienes y la mayoría se han ubicado en esa avenida: “Estuvieron, La Casa del Niño, luego Palacio del Niños de Luis Godoy, La Casa del Luto atendida por las hermanas Montiel, la Casa Valera de Omar Nava, La Casa de la Novia, Casa Japonesa, Mi Tesoro, Zapearía Orquídea al frente estaba El Gran Detal propiedad del Alfonso Moreno en la calle 10, más arriba están La Democracia de Don Diego Hidalgo, donde hoy está Makis quedaba el 5 y 6 y su gran vendedor era cielo y recorría todo el centro vendiendo, Almacenes Ley, Zapatería Lena, Academia IBM, Club de Comercio, El Cine Libertad, Quincallería Aguilar. Barbería Universo”

 

Radio Valera la vedette

 

Pero la gran vedet de la avenida 10 lo fue Radio Valera, la cual desde que salió al aire en 1936 cambio para siempre la vida y diarismo de los valeranos. “Por Radio Valera guardo muchas añoranzas, yo la recuerdos y extraño mucho, esa radio marcó una época importante para la ciudad y nos marcó a todos lo que la vivimos. Me llega a la memoria un programa llamado los “Pitoquitos”, el que se creía cantante se iba a cantar allá desde las tres de la tarde, de premio te daban un Pan V14 de La valerana, un paquete de café, y mucha confitería, fue un programa muy famoso y nacieron muchos que destacaron como cantantes que luego se dieron a conocer, y otros que solo íbamos a relinchan y echar vainas”.

 

Prosperidad comercial

 

Eran años de prosperidad comercial, de una Valera organizada, limpia, de mucho cuido, según nos relata Pedro Hernández, “la avenida 10 eran la esencia viva de nuestra ciudad de ayer, fueron cuadras donde podían observarse tienda como; Casa Royal, La Protinal, Bar y Restaurant de Toño Lobo, Frutilandia, Los hermanos Celis, Conticinio, Sergio Viloria, Bar El Record del tuerto Santiago, El Alaska de Héctor Labastida, Fuente de Soda La Simbali, Casa Palma, Banco Maracaibo, Banco Occidente, Banco Unión, Botica Valera, Farmacia Valera, Farmacia San José, Farmacia Haack, Farmacia Trujillo, La Garantía, Zapatería Rex, La Princesita, Calzados Lucas, Trajes Godoy, Mi Tesorito, Blanco y Negro, Almacenes Don José, Sastrería Standar. Estuvo la escuelas, Ricardo Labastida y el colegio La Candelaria, Joyería Optima, Joyería Toco, La Esmeralda, La Casa de la Novia, Zapearía Bota Roja, Hotel Miramar, entre mucho más indica, Hernández.

Los bares y el mercado

 

Así como Valera de antes contaba con un comercio próspero y esplendido, también hay que recordar que, abundaron muchos los bares y en su mayoría cercanos o alrededor de la Plaza Bolívar. Eran los sitios de diversión, tertulia y reuniones. “Había muchos, recuerdo el Roma, los Médanos, el Monet, El Record, Los Billares, Bar y Sombra, El Isorano en las esquinas de la Plaza Bolívar por la avenida 11, entre muchos más. Según el testimonio de Otto Hidalgo, la época del Mercado Viejo fue única, era el trajinar y cotidianidad del valerano. “Recuerdo como gozaban los caleteros carritos de municionera, que eran unos cajones hecho con tablas y molineras uno compraba y le llevaban la compra hasta la casa. También recuerdo la parada de la Línea 48 de Liborio Rodríguez. Fue un mercado que surtía desde las cinco de la mañana hasta las tres de la tarde. No puedo olvidar a Popo Valera ubicado en toda la entrada, estaba un carnicero al que le llamaban “Cabeza de hacha”. El mercado tenía un vida increíble, allí acudía todo tipo de gente. A las afuera están el famoso Pedro Urquiola, quien vendía de todo, en su bodega se conseguía lo que se buscaba. Donde Urquiola por primera vez mí que al jugo de naranja el colocaban huevos y los batían, era un exquisitez, eso vaina contaba un bolívar”.

 

Otros atractivos

Otro gran atractivo de aquella Valera era ir a ver las exhibiciones de las agencias de carros entre ellas Muchacho Hermanos y Trujillo Motors, “recuerdo que uno pasaba por Muchacho Hermanos a ver los carros últimos modelos, o por Trujillo Montos cuando montaban un carro en una plataforma y lo hacían dar vueltas, eso era un espectáculo, el celador de Trujillo Motors era Aní Toro, cerraban a las seis de la tarde y dejaban dando vuelta el carro, luego el señor Toro iba a las 9 la noche y lo apagaba. Ese señor Aní Toro fue el propulsor de los perros calientes en Valera, fue el primero y tenía cuatro carritos, el principal frente a Casa Valera en la calle 9, y se lo atendía el famoso Alirio “Pata E´Croche”, otro fijo estaba en la calle 10 esquina del Palacio del Niño, y los otros dos circulaban por toda la ciudad. Costaba cada perro un real. Fueron momentos únicos, irrepetible, que pasaron, los vivismo y aun lo percibimos”, finaliza Otto Hidalgo con un sentimiento profundo que le deja la nostalgia por eso años.
Seguramente se han quedado algunos nombres y sitios emblemáticos, pero seguro que, en la mente de muchos valeranos de otrora están guardados con cariño y exactitud en sus memorias.

 

Repensar a
Valera es…

SABER que, Lastimosamente con el pasar del tiempo, toda esa magia y encanto de la avenida 10, antes Calle Real, fue desapareciendo, así como paulatinamente desaparecía aquella hermosa, tranquila, acogedora y bohemia ciudad de Valera del ayer que deslumbró a nativos y enamoraba al foráneo. EHG

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