Aura Briceño Monreal, vivo amor por nuestra historia / Por: Elvins Humberto González

Sentido de Historia

A 100 años de su natalicio

Vivo amor por nuestra historia. Para las generaciones de hoy día, esta ilustre trujillana debe servir de ejemplo fiel de lo que es el vivo amor por nuestra historia, por nuestras raíces. Fue un ser hermoso, de espíritu radiante que sabía llegarle a la juventud. Fue una mujer enérgica, de lucha y entrega, siempre luchó por un mundo mucho más humano. Peregrina de los valores morales, épicos e históricos

 

Casi nunca se encuentra el momento para declarar públicamente el aprecio y la admiración que algunas personas despiertan en nosotros por su actitud firme y heroica ante la vida. En una época de «sálvese quien pueda», en que cada quien trata de buscar su propio acomodo sin mirar a los lados, da gusto detener la mirada en aquellos que, olvidándose de sí mismos, se entregan a tareas tan arduas que otros han abandonado antes de empezarlas. Si no es que ni siquiera han pensado en ellas o, si lo han hecho, estas no les quitan el sueño.

Pues bien, esta extensa introducción es para referirnos, a otro gran ser e imagen de la trujillanidad como lo es, y decimos lo es, porque a pesar de haber cambiado de paisaje el (08-06-2000), la profesora Aura Briceño Monreal, sigue aquí, su legado se hace presente día a día, su huella será eterna.

Había nacido en Mendoza un diez de julio de 1922. Al momento de su partida, contaba con 78 años, es decir que estuviera cumpliendo 100 años.

Sus primeros estudios los hace en la Escuela Federal «Eloísa Fonseca» (1932-1938). La educación media en la Escuela Normal «Gran Colombia», curso especial para maestros no graduados (1947-1949); estudia en el Instituto Pedagógico Nacional de Caracas Filosofía y Ciencias de la Educación, primera promoción, nombrada «Felipe Guevara Rojas» (1950-1954). En 1949 recibe el título de Maestra en Educación Primaria y en 1954 el de Profesora en la especialidad de Filosofía y Ciencias de la Educación.

Se desempeñó como maestra tanto en Mendoza como en Caracas; como profesora en Cumaná estado Sucre, fue jefe de seccional, en las cátedras de Pedagogía y Psicología, Técnica y Práctica de la Enseñanza. Administración Preescolar, Orientación Profesional, en secciones de 1ro, 2do, 3er y 4to año. Directora de la Escuela Normal Nacional del Estado Trujillo (1961-1964)…

Celebramos el centenario de su natalicio

La profesora Aura Briceño Monreal, es para las nuevas generaciones el ejemplo vivo del amor por nuestra historia. Esta incansable luchadora, irradió, con su espíritu juvenil, una energía que motivó la creación y la búsqueda de un mundo más humano.

La profesora Briceño Monreal pertenece al grupo de quienes asumían la responsabilidad en un tiempo de crisis, así tengan que dejar la vida en ello, pues entendían que alguien tiene que recoger la bandera que, por desgarrada, otros no querían levantar.

Quienes tuvieron oportunidad de observar de cerca la actividad de esta diminuta mujer a la cual «hay que medir de los hombros para arriba», según expresión del maestro Luis Beltrán Prieto Figueroa, para referirse a quien siempre se podía encontrar acuartelada en su Mendoza del alma, en una pequeña casa llena de libros donde había que caminar de perfil hasta llegar a su mesa de trabajo.

Allí, donde ella reunía a sus colaboradores, concebía y planificaba sus batallas que luego salía a librar en persona o a través de la prensa, contra los depredadores del ambiente o contra la indolencia de la mayoría que observa, como cosa ajena, la destrucción del río que un día fue orgullo de los pobladores del Valle del Momboy. Así era ella. Hoy celebramos los 100 años de su nacimiento, su llegada a la vida fue luz para la defensa y oscuridad de todo lo relacionado con la educación, cultura y la historia trujillana y, muy especialmente con su Mendoza natal y el Valle del Momboy.

Defensora natural

Afortunadamente con ella siempre había un pequeño grupo que la apoyaba, de quienes logró que fueran más dolientes de esa porción de tierra ribereña tan amenazada por el desamor, escribió en una oportunidad la poeta Ligia Burelli para referirse a quien en vida establecería una fuerte lucha por preservar el medio ambiente, “fue solo una cara de la misión que la profesora Aura se echó sobre los hombros, a pesar que su salud se fue tornando precaria. Gran parte de sus energías las destinó al rescate de los valores morales, épicos e históricos, los cuales allí tuvieron asiento, pero que la desidia y el olvido han tratado de desdibujar”.

En efecto, la profesora Aura Briceño Monreal sumó muchos años en ese empeño. En 1966 publicó un libro: Feria del Reencuentro con la Historia, en el que aparecen los postulados de su doctrina y que, según los expertos historiadores, es un S.O.S. a los organismos oficiales, a las academias, al Ejército, a la Iglesia, a los promotores de la cultura, a los legisladores, para lograr poner en vigencia el legado de los Mendoza (ascendientes del doctor Cristóbal Mendoza, presidente de nuestra Primera República), del héroe Antonio Nicolás Briceño, del sacerdote Francisco Antonio Rosario (amigo de Bolívar y copartícipe en la hazaña libertadora), del doctor Ricardo Labastida, de don Manuel María Carrasquero y de monseñor Miguel Antonio Mejía. Las más recientes promociones ávidas de sueños, de luchas imposibles, románticas por antonomasia, deberían conocer este libro en que la autora propone la reivindicación de un pueblo, rico en historia, heroísmos e hidalguía.

Aura y Antonio Nicolás

Aura Briceño Monreal, fue siempre personaje clave en las celebraciones del natalicio del héroe mendocero, Antonio Nicolás Briceño, de quien fue pariente y más grande admiradora según el eminente historiador trujillano Mario Briceño Perozo, para su tranquilidad personal y contento de su pueblo.

Aura Briceño Monreal, por muchos años ejerció con gran dignidad y vocación la tarea de educar, enseñar y orientar.
Se le conoció como promotora del Encuentro con la Historia del Valle del Momboy, y participó en numerosos eventos para resaltar todos los sucesos históricos donde tuvo participación el héroe trujillano.

El mejor homenaje sería…

Por años estuvo dándole codazos a la muerte con el propósito que la dejara redondear una obra fundamental para la educación y la cultura trujillana: armar por toda la geografía espiritual y humana de todo Trujillo de su soñado proyecto: construir los pueblos, historia que, inicialmente, arrancó en Mendoza sus espacios predilectos, de donde arrancan ancestros, un lugar de privilegio en la historia nacional y latinoamericana, plena de nombres que sacuden las páginas de la libertad del continente: Antonio Nicolás Briceño, monseñor Mejías Rumbos y otros. El mejor culto que se le puede rendir a la inolvidable Aura Briceño Monreal es recoger las banderas de su proyecto para que cobre cuerpo y vida, no solo en Mendoza, sino en todo el estado Trujillo para que esté en plena consonancia con los nuevos programas de educación, donde la historia es la clave de las ciencias sociales, para sembrarle al niño y al joven plena conciencia de los conceptos básicos para fortalecer su espíritu, como lo son la nacionalidad, la identidad, la cultura y todo cuanto envuelve ese amasijo que suele llamarse la geo-historia, que no es otra cosa que los pasos del hombre sobre su entorno.

Excelso legado

Entre su extenso legado dejando para la historia a todos los trujillanos, se debe mencionar: artículos de opinión en la prensa regional y nacional donde abarcó temas analíticos entre los años 1976 y 1993. También se recuerdan textos como: Complejos Psicológicos y la Educación, Educación Sexual y Co-Educación. Igualmente impulsó temas para el estudio de los programas de Pedagogía en la Educación Normal fechada en 1958.

Se le recuerda por libros como: Feria del Reencuentro con la Historia de 1976, o Material Educativo para el Preescolar en 1973, así como esos muchos más.

Trayectoria intachable

 

Quedó para la posteridad…

«Tengo 70 años, pero mantengo en mi corazón todo el amor que ustedes sienten por la historia de nuestra tierra. Para mí es un privilegio haberlos descubierto y que ustedes me hayan descubierto a mí. No tuve esposo ni hijos, pero me casé con la historia y mis hijos son ustedes. Con las armas que dan la razón y el sentimiento ustedes son unos revolucionarios. Ustedes son jóvenes y la juventud es la mayor reserva de la vida…” (Archivo DLA 1992)

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