Aun en incertidumbre: presentimos que las Primarias y Presidenciales podrían ser una gran oportunidad |  Por: Luis A. Villarreal P.

 

La expectación, el optimismo, la esperanza, continúan latentes sin distracción ni entreguismo.  Aunque nadie da por seguro ninguno de los escenarios que suponemos se presentarán en los próximos eventos electorales —confusos e inciertos—, aun cuando sabemos de la altísima tendencia por un cambio político y también de la minoría que apoya al régimen, todo hace pensar que votos hay de sobra para ganar, voluntad para cobrar y comenzar la reconstrucción nacional.

Lo que no sabemos es si esa contundencia electoral propositiva, nacionalista y patriótica, es suficiente. Como lo sería en cualquier país donde se confía en el sistema electoral, y en la cualidad y talante democráticos de quienes compiten por candidaturas y cargos.

Donde vamos, nadie puede afirmar que hasta aquí los trajo el río, refiriéndose por supuesto a los causantes del desastre. Tal y como sucedió con la preeminente AN 2015.

Claros hemos de estar entonces en que son diversos y acérrimos los intereses que están en acecho y confrontados, en vía de colisión; que los mismos no están limitados a propósitos y despropósitos venezolanos, a las aspiraciones criollas del poder, sino abiertos a poderes exógenos —extraños a la convivencia democrática nacional—, y al forcejeo geopolítico de los imperios, tal vez más confuso que el observado en los años de la Guerra Fría.

Las situaciones que hoy se conjugan —como se comenta a diario— van desde no creer en la solución electoral que esperamos, hasta estar convencidos de que las elecciones en pauta serán el nuevo amanecer nacional, el proseguir de la vida democrática, única forma de gobierno que proveerá bienestar y afianzamiento en las instituciones del Estado.

En términos moderados, tal vez conformistas, se piensa que la transición ‘pacífica y reconciliadora’ llevará mucho más tiempo, por el desmontaje lento y complaciente del esquema causante de la crisis política, económica y social; en estos términos las soluciones esperadas se harán distantes o a cuenta gotas, principalmente las que tienen que ver con la imposición de justicia, con el funcionamiento del Estado de derecho que debe dar la confianza que se necesita para echar adelante la prosperidad económica, la dinámica del aparato productivo.

De las precandidaturas que concurren comprometidas con la realización de las Primarias, en un claro proceder democrático y dispuestas a medirse gallardamente con sana intención de darse legitimidad, ninguna de ellas tiene la certidumbre de que no serán sacadas del camino presidencial; más por el contrario, los aspirantes tienen la premonición de que podrían ser cuestionados e inhabilitados si el régimen lo considera ‘pertinente’ de acuerdo a sus criterios de vulnerabilidad continuista.

Otra de las suposiciones en boga, es referida a la intromisión del CNE en los próximos procesos electorales. Esta antagónica situación —en la que el organismo comicial cooperará según sus criterios, y no de acuerdo a los requerimientos de la Comisión Nacional de Primarias [CNP]— está alterando y comprometiendo la esencia, la razón de ser, de las Primarias, cual es:

Medir el liderazgo nacional en un proceso legitimador a través de la participación del electorado. Porque no hay legitimidad sin el abundante sufragio del pueblo, lo demás sería decepción y anarquía.

De alterar la justificación honrosa de las Primarias, estaría escamoteándose la práctica democrática y trocándola por eventos sacados de la manga en abierta confabulación con el liderazgo ficticio y su deseo de aparentarlo para apabullar o disminuir las candidaturas realmente democráticas, debilitar al sector opositor y dejarlo a merced de las aspiraciones continuistas del oficialismo chavista.

Sin duda la CNP tiene una gran responsabilidad y un verdadero reto; no con el objeto de poner de relieve su autonomía ante el órgano electoral que sería lo más simbólico, sino de ofrecer la verdadera confianza que reclama el electorado y lograr su fehaciente movilización, lo que representa una condición justa, viable y redentora.

En dado caso, y sería lo indeseable, los partidos del cambio que no se sientan satisfechos sino decepcionados o vulnerados por las decisiones de la CNP o por la pérdida del objeto genuino de las Primarias, quienes esta actitud asuman se verían obligados a lanzar su(s) candidatura(s) presidencial(es), creando un río revuelto de impredecibles resultados para algunos, pero de absoluta convicción de las mayorías que sabrán distinguir el bien del mal, lo bonito de lo feo, y en razón de ello darle decidido respaldo a lo que en realidad necesita Venezuela. Que es un cambio repleto de caras sinceras, de gente que trabajará por la recuperación de nuestro amado país transido de injusticia.

Todos pendientes de la contraofensiva militar ucraniana, porque es mucho lo que el conglomerado mundial tiene en ascuas y entredicho. Un puñado de pseudo líderes rusos y de gobiernos que les dan luz verde han decidido estar por encima de la Paz y la Justicia internacional, chantajear al mundo con su poderío energético y tecnológico; metiendo pánico con su arsenal nuclear, mostrándose como intocables pese a sus brutales crímenes de lesa humanidad contra un país vecino, cuyos habitantes decidieron morir si fuera necesario antes que vivir como vasallos arrodillados a Rusia, potencia mal dirigida por sus autócratas gobernantes.

El problema no es salvar sólo a Ucrania sino a Europa y al resto del mundo occidental que tiene un sistema de valores basados en la Libertad, Fraternidad, e Igualdad ante el Estado de derecho. Además de lo que ocurra en este desenlace, que ya está costando centenas de miles de vidas, se estaría sembrando un precedente por el camino del bien o del mal.

Anidemos la esperanza en este intento de desalojar de Ucrania a los invasores rusos y felones, y en que el mundo libre y respetuoso de la soberanía de cada país quede bien parado en aras de la Paz y la convivencia global, donde primen los derechos humanos en el marco de la civilidad democrática, floreciente y perfectible.

La inflación avanza con pie firme. Los ‘ajustes’ realizados el día del trabajador, en términos de bonificación, se están diluyendo ya con el incremento ‘sostenido’ en los precios de los productos de consumo necesario. Los bonos no representan una solución al problema del precario poder adquisitivo de los venezolanos, y están causando más daño que beneficio.

¿Qué estuviera ocurriendo si el incremento —sin reactivación del aparato productivo — hubiese complacido las [justas] peticiones de los gremios laborales, y de quienes alegremente aupaban un incremento merecido pero contraproducente?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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